“Sed prudentes con la velocidad;
un tonto a los cuarenta años es un tonto tontísimo”
Edward Young”…
Estando parado en una esquina de un centro comercial en una amena conversación con un amigo de años, por momentos perdíamos el hilo de la plática, ya que, el paso de la cantidad de motos a velocidad desproporcionada, algo totalmente peligroso por tratarse precisamente de una ciudad y no solamente transitan estos vehículos de dos ruedas y por eso se hace necesario hablar de la cantidad de endemoniados conductores de estas motocicletas, el cual han convertido a todo el país en un estado de alerta y si usted no está en condiciones de atravesar una calle, avenida o cualquier vía, mejor quédese en su casa viendo la televisión o frente al hogar dialogando con un amigo, sin desafiar el peligro, que representan las motos en estos momentos y lo más lamentable parece indetenible con el paso del tiempo.
El capitalismo saca al mercado, lo que se vende, si no, no es negocio y la venta de estos peligrosos vehículos, va a un ritmo tan acelerado, que dentro de poco, no es raro ver una moto en cada hogar, aún, cuando parece una exageración, pero la competencia en el mercado acelerando la venta lo viene demostrando, ya que, en cualquier esquina de ciudad alguna hay una venta, compitiendo con las farmacias en la proliferación de establecimientos. Pero además se presenta una prueba irrefutable de lo jugoso de este negocio: el sábado en la mañana estando en la cola de una estación de gasolina en plena autopista, el cual se encuentra a un costado de la ciudad de Araure, estuve largo rato con un amigo viendo pasar camiones tras camiones cargados de motos.
Un amigo, por demás observador cada momento repite ¡Desde que las viejas aprendieron andar en motos, esto se jodió! La expresión y afirmación tiene algo de razón, ya que, conozco a una mujer de cierta edad, quien no dejaba de repetirle al esposo ¡guarda para que compremos la moto y así nos quitamos ese dolor de cabeza de andar a pie! La compraron y a los pocos días por pocos se matan, se le atravesaran a un camión y la están contando, porque, como dicen los católicos ¡Dios es muy grande! Pero el problema es tan grave, que por momentos los hospitales se encuentran colapsados precisamente por los accidentes de muchos desenfrenados motorizados, que salen a la calle a retar a la muerte dependiendo de un hilo sus travesuras, ya que, para la mayoría no existe la prudencia ni la precaución y cómo duele un raspón en una caída por muy lento el resbalón en la conducción.
Pero aparte del peligro, que en sí representan, está el abuso desmedido y la falta de respeto en algunos pueblos por estos conductores; como es el caso de la población de Calderas en el estado Barinas. Hace poco tiempo se pasaron de maraca, como repetidamente decía mi suegro, porque llegaron al extremo de quitarle los silenciadores y cómo suena una moto con el escape libre y los fines de semana en las madrugadas no dejaban dormir a nadie, con el ruido ensordecedor y en ese tiempo no había la cantidad, que ahora vemos en cualquier ciudad, pueblo o caserío; hasta que los pobladores cansados presionaron a las autoridades para detener este abuso. Este ejemplo es sumamente importante para comenzar a poner orden y evitar muchos accidentes, que se presentan a diario.
Sin embargo, el ruido de los motores y el sonido de las cornetas de las motos, se está haciendo tan común, como los mismos accidentes y salir a la calle es para desafiar el peligro y lo mejor, que se puede hacer es encomendarse al santo de su devoción, ya que, todo se ha convertido en una competencia con o sin DELIVERY, pero es la ley del comercio, el cual comienza por vender, sin importarle el peligro generado en la población más vulnerable, desde el punto de vista económico, como son los de abajo. El capitalismo va dejando una estela de muertos, producto de lo que vende, el ejemplo más claro, es la venta incontrolable de armas en los Estados Unidos, si no, se vende se cierra. Algo parecido está sucediendo en estos momentos en Venezuela, con la venta de motos, si carga los dólares sale rodando así no salga del suelo; ya que, además las han convertido en vehículos de tres y más pasajeros y hasta de caballito sirven.
Narciso Torrealba
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