Durante una alocución reciente, el Presidente de la República Nicolás Maduro se atrevió a lanzar lo que muchos han considerado una amenaza a toda la nación, al decir: «si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos la victoria el 28 de julio».
Es decir, que si no gana las elecciones presenciales, cómo en efecto no las ganará, habrá una guerra civil en nuestro pais.
Ante este irresponsable berrinche presidencial debo decir que ni Maduro es Chávez, ni está oposición es la misma del 2002; lo único que si permanece incolume es el pueblo, que de la misma manera durante el golpe de estado salió a defender su voto y el hilo constitucional.
En esta ocasión tiene muchas más razones para hacerlo. Ese mismo pueblo, que restituyó a Chávez en el poder junto a los militares institucionalistas que, de seguro hoy, también los hay y muchos y aplastarán cualquier pretensión de violentar la voluntad popular o la paz interna del país.
Por eso, no nos preocupemos mucho por los balbuceadores porque la amenaza siempre tiene su origen en la muestra de debilidad humana y en la forma superficial de considerar la vida, generalmente lanzada ante la cobardía de confrontar de manera directa, honesta y valiente, a lo que tanto se teme.
Más bien ocupémonos de seguir adelante en nuestra tarea de alcanzar la libertad, sin descanso, que cuando al cobarde se le abalanza con determinación, este termina huyendo.
Por Froilán Sánchez

