Luis Fuenmayor Toro /
Se entiende perfectamente, que un gobierno evite que sus pobladores entren en pánico ante una posible agresión militar extranjera. El pánico no es una respuesta defensiva adecuada, muy por el contrario, deja a la nación agredida en una posición muy vulnerable ante el agresor. Y mucho más, cuando el propósito de la amenaza continuada es precisamente causar incertidumbre al interior del país agredido, generar miedo y malestar en sus ciudadanos y en los organismos de la defensa nacional, y llegar al extremo de la producir pavor y desorganización caótica de toda la sociedad. Pero también es claro, que, si la amenaza es real, toda la nación debe estar lo mejor preparada para resistirla y reducir los daños generados por la misma, para lo cual la información oportuna de lo que sucede es vital, pues disipa los rumores, reduce las incertidumbres y ayuda en la indispensable organización popular, para resistir de la mejor forma los ataques que ocurran.
En el caso venezolano de hoy y en decenas de invasiones en muchos países de todos los tiempos, la nación agredida y su gobierno deben lidiar, no sólo con la bota militar extranjera y la destrucción que los ataques militares producen, entre ellos los asesinatos y lesiones de personas de todas las edades, sino también con la presencia activa de connacionales, que por razones del azar nacieron en el mismo territorio de los asaltados, pero que en la práctica son parte importante de las fuerzas militares agresoras. Son reales invasores, violadores de la soberanía de su patria, contrarios a la independencia de su nación y a la autodeterminación de su pueblo, disfrazados de compatriotas por circunstancias de la vida. Quinta columnas que viven entre nosotros, sin que nos hayamos dado cuenta de su existencia, ni de su número ni peligrosidad.
Entiendo, que sectores como los descritos, siempre van a manipular y desinformar sobre la agresión militar gringa a Venezuela, se produzca o no. Entiendo también que no se debe ser alarmista, como ya lo hemos señalado. Empero, la actuación del gobierno no debe ser contradictoria en relación a la información debida a la ciudadanía, y el gobierno de Maduro lo está siendo desde el inicio de la amenaza actual. Por un lado, se presenta a la población actuando como si nada estuviera sucediendo, dedicada a sus actividades rutinarias, incluidas las de esparcimiento deportivo, recreativo y cultural, lo que se refuerza con videos de Maduro bailando y Padrino comiendo perros calientes en una calle cualquiera. Por el otro, se exhiben grandes movilizaciones militares y policiales en todo el país, entrenamientos de milicianos y participación de las comunas en actividades de defensa, para mostrar que se está más que preparado para repeler con éxito toda agresión.
Lo cierto es que ambos mensajes se contradicen y dan motivo a la incredulidad externa e interna, además de contribuir a la incertidumbre que los mismos agresores quieren generar. Pudiera parecer irresponsable la conducta de nuestros gobernantes, al subestimar y no prestar la debida atención a las amenazas recibidas. La población en general no ha recibido ningunas instrucciones formales sobre qué hacer y cómo comportarse, ante un evento de esa naturaleza, lo cual es absurdo si realmente existe cierta probabilidad de que la agresión ocurra. Además, el gobierno no da las informaciones veraces necesarias, que contrarresten las manipulaciones desinformativas de la oposición apátrida, y pongan las cosas en su sitio.
¿Qué debe hacerse en caso de que se produzca una agresión armada extranjera en nuestro territorio? ¿Que deben hacer los colegios, los hospitales, las farmacias, los supermercados, el transporte público, las gasolineras, las fábricas? ¿Cómo se deben proteger los ciudadanos y sus viviendas y pertenencias? ¿A dónde recurrir para prestar ayuda, solicitar protección o denunciar agresiones? ¿Qué hacer ante un corte de electricidad, de agua domiciliaria o de las comunicaciones? Y no importa si nada ocurre, que sería bienvenido por todo el mundo en su sano juicio, pues la organización, los procedimientos y la experiencia quedan, tal y como ocurre cuando se nos instruye sobre cómo proceder en el caso de terremotos, inundaciones, incendios u otras catástrofes. Frente a los rumores inquietantes desestabilizadores, se debe contraponer la información veraz y oportuna, la cual no causa horror sino una actitud de seguridad y dominio de la situación.

