Sanciones de Maduro vs. Sanciones Gringas


La carpa circense como la llamó Ledezma se muda para Bogotá, aunque sea un evento convocado por el presidente colombiano, sin las características de México, que es avalado por organismos internacionales. La convocatoria del mandatario vecino ha traído un poquito de esperanza a este aciago país y aunque, el gran tema se ha reducido a la ecuación de elecciones libres por suspender las sanciones de los Estados Unidos al régimen acusado de violar derechos humanos, al servicio del narcotráfico, con una corrupción sin límites y sin escrúpulos, sin procesos electorales transparentes y sin observación internacional, alianza con gobiernos tenebrosos como el ruso, el bielorruso, el cubano, el nicaragüense, el iraní y pare usted de contar.
A los venezolanos nos interesa el diálogo con todos los puntos, porque a pesar de su ineficiencia, la comunidad internacional ha conocido a la dictadura tal como es, con el agravante de que no cumple la palabra empeñada. La Corte Penal Internacional, la ONU, la OEA, la Comunidad Europea, sus aliados del Grupo de Amigos a los que ha dejado muy mal parados, saben que son unos farsantes, que se sonríen para la fotografía, pero la maña no se les quita. En el último se comprometieron para recibir 3.900 millones de dólares, a firmar un acuerdo social, pero sólo dicen la primera parte. Cada vez que uno los mira, recordamos al poeta español Antonio Machado: “Yo he visto garras fieras en las pulidas manos, / conozco grajos mélicos y líricos marranos. / El más truhan se lleva la mano al corazón, / y el bruto más espeso se carga de razón.”
Bueno, hoy es la cita en Bogotá. Maduro consiguió en Petro, un salvavidas. El inquilino de la Casa de Nariño ha sido el vehículo directo entre el presidente norteamericano Joe Biden y el usurpador de Miraflores. La oposición, representada en la Plataforma Unitaria, levantó su voz y el mandatario colombiano tuvo que aceptar que cualquier solución pasa por la dirigencia democrática y por la AN 2015 aún reconocida por Estados Unidos. Nadie, con cuatro dedos de frente, puede negarse a salidas negociadas donde Venezuela sea la gran beneficiada y eso pasa, a decir del exguerrillero, por unas elecciones libres, que no es simplemente el acto electoral, sino el desarrollo del proceso y las condiciones para el éxito de la misma. Ese es el gran temor de un partido, cuyo máximo líder apenas es aceptado por el 12 por ciento de la población. A buena pela le espera, si la solicitud de Petro es acordada.
Pero hoy me atrevo a un juego perverso. La vicepresidenta rojita afirma que son 929 sanciones que el “imperio norteamericano” tiene sobre Venezuela, claro, pensando ella que, ellos son la nación. Como Maduro le ha impuesto en los últimos días a este país, además de convertirnos en habitantes de una inmensa cárcel de casi un millón de kilómetros cuadrados, porque por culpa de este régimen, hasta el Esequibo está en peligro, una serie de sanciones y castigos que pasaron por la escasez de productos básicos hasta la permanente y asfixiante falta de gasolina y gasoil, una crisis eléctrica de grandes dimensiones que tuvo su máxima expresión en los tres largos apagones, el exilio de más de siete millones de conciudadanos que se vieron obligados a emigrar para buscar mejores condiciones de vida y otros, perseguidos por los organismos represivos de Maduro y de sus titiriteros cubanos, una grave crisis educativa donde los docentes son una especie de esclavos modernos por el indigno salario que reciben y en materia de centros de salud, cuyo resultado es desalentador, sumándole el saqueo de los médicos cubanos que se llevan aún 2.500 dólares por mes por cada uno, voy a proponer un juego perverso.
Por cada sanción que le quiten los gringos, que Maduro nos quite una. Comencemos por los 400 presos políticos, civiles y militares que hay según el Foro Penal, que le quiten 400. Por cada inhabilitación anulada, una. Por cada emisora de radio y televisión que Conatel ha cerrado y robado sus equipos, otra sanción. Póngale cien. En homenaje a Franklin Brito, que se le devuelvan sus 150 hectáreas y se haga la indemnización necesaria, otra. Por El Nacional y Tal Cual, , otras dos y por los medios impresos. Por los sueldos y salarios dignos concretados, sin falsas promesas, quítele otras. Por cada centro de salud recuperado otras más. Por las 7 millones y medio de hectáreas y empresas expropiadas que sean devueltas a sus propietarios, sigan restando. Porque Citgo provea de gasolina a Venezuela suficientemente para que estas amargas colas y este tiempo perdido que no se recupera, réstele otra. Y así por el estilo, que nunca vamos a quedar a mano, porque el daño que le han hecho a la Patria es irreparable, comenzando porque destrozaron nuestros valores y volvieron mierda la Constitución que tanto alabaron.
Hay cosas que no se pueden cambiar. Más de 200 jóvenes que quedaron en el asfalto porque ejercían su derecho a levantar la voz por un futuro mejor, y no pueden ser devueltos a sus dolientes ni al país por el que lucharon. Y como eso no puede ser un trueque, que los precios puestos a las cabezas de los jerarcas del régimen, se mantengan per secula seculorum.

IVÁN COLMENARES

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