Me atreví a asistir el viernes pasado a lo que creí una actividad académica en la Unellez, porque Wilmar Castro iba a hablar sobre la “Visión liberadora de la Unellez en la Gerencia Avanzada desde la transcomplejidad: Espíritu, Arte y Ecología” y me pareció interesante, aunque andaba como cucaracha en baile de gallina. Otros interesantes ponentes tocaron el tema, pero el circo montado por Primitivo Cedeño, impedía apreciar lo medular de las intervenciones, casi todas en video, porque además había, unos expositores en tan pequeño espacio.
La exposición del Ministro en los objetivos, como siempre y casi siempre, teóricos, son buenos para el debate, sobre todo en lo que se ha hecho en estos 23 años en esa materia en un planeta donde el cambio climático marcha a ritmo acelerado y sobre lo que hizo énfasis Wilmar, y me imagino poca gente le paró. En lo que se pudiera abrir una discusión importante son las cifras del crecimiento alimentario, porque afirma que casi el 95 por ciento de los productos agrícolas que se consumen en Venezuela, se producen aquí.
Salvo esos “detallitos”, en otro ambiente se hubiese abierto espacio al debate. Pero la medición de liderazgos, a quién aplaudían más, fue más importante. Al grito de Tivo, salían las barras, menos que una cuarta parte de los asistentes, eufóricos, como si se tratara de un acto partidista, donde el ego del aguablanqueño que cada vez que siente calor va y lanza su voluminosa humanidad a la maltratada quebrada de Araure, es más importante cualquier evento. Tanto fue así que, en lugar de cerrar el Ministro, por ser la figura de mayor jerarquía, el final se lo dejó para él y a su hijo, que lo traía encaletado, lo que generó un malestar en la concurrencia, porque además qué tiene que ver el Central Las Majaguas con la transcomplejidad, salvo la que no sea la de no rendir cuentas, para saber cuánto ha sido la inversión en esa factoría, cuál es su proyección productiva, mientras otras áreas fundamentales como salud y educación, están prácticamente en el suelo por culpa de los caprichos de la pareja imperial. Lo cierto es que la desazón fue grande y lo que no esconde es el malestar a lo interno de la dirigencia que, sin pudor se refería con desdén a la gestión y las capacidades del Gobernador del Estado.
EL CAMBIO DEL GABINETE
Desde principios de año, Tivo ha amenazado con cambiar un gabinete que en verdad no funciona. Pero las intrigas no dejan de funcionar, porque el cedeñismo en lo que llaman algunos “el bando arcoíris” tiene hostigada a la Secretaria General de Gobierno, Amarilys Pérez, a quien acusan de no rendirse y no terminarse de irse del Ejecutivo, porque ella debe responder a una cuota de los aliados obligados, los Torrealba, porque en esta intermitente noche de cuchillos largos que comenzó con Hugbel Roa, a cualquier jefe rojo se le sale una tuerca y arrasa con Primitivo. Éste lo que hace es enviarla a Chabasquén, de cuyo municipio es madrina, para que se ocupe de lejos y no estorbe. Por otro, las tendencias rojas, sobre todo la del mandatario regional, se extienden creando un núcleo saboteador a la gestión de Novoa quien, a pesar de querer mantener su larga luna de miel, los cuadrados con Tivo pretenden perturbar pensando en la sucesión. Algo similar, ocurre en Páez, pero no con Tivo, que con su delfín José Ángel López anda como caimán en boca e´caño. El bando de Efrén Pérez, es decir Laura Guédez, Naudy López, Pichardo, les tiene la vida a cuadritos a Rafael Torrealba, y la manzana de la discordia es el proceso de privatización que de forma soterrada se ejecuta en Acarigua, con el cementerio y el servicio de aseo urbano. Y después dicen que hay unidad chavista. No me jodan.
UN ADIÓS A DON PAOLO
Paolo Vestrini llegó a Venezuela a construir un complejo azucarero. De su tesón y la de sus socios y colaboradores, levantó Moliendas Papelón, el conocido Central Tolimán y convirtió a Papelón, en el verdadero municipio dulce de Venezuela. Lo conocí a través del “carnal” Luis De Garay y podemos dar fe de este italiano que puso entusiasmo, fe y esperanza en la tierra portugueseña y la laboriosidad y nobleza de sus productores y de toda su gente. Don Paolo murió el sábado, luego de una penosa enfermedad, pero que supo llevar con gallardía y estoicismo, al lado de su inseparable Judith y de sus hijos Giancarlo y Marco. Para él, agradecimiento eterno por su solidaridad, por su constancia, por su sapiencia, por su amistad, por esa certeza de saber que Portuguesa es tierra de gracia y de posibilidades.
A los suyos, a su familia de las empresas, trabajadores y dueños, que tuvieron de él, el respeto y el afecto necesario para empujar siempre a que los sueños de cumplan, la sentida palabra de condolencia colectiva e individual. Paz a sus restos y que brille para él, la luz perpetua.
IVÁN COLMENARES

