QUO VADIS/ ZONA DE CONFORT

Dentro de los grandes conflictos a los que día a día nos vamos enfrentando, es a nuestras zonas de confort. La dinámica con la que la costumbre; esa invetereda forma de vernos en cumplir un horario, tomar el desayuno, salir a un trabajo que no nos gusta, pero que es lo único que creemos que hay; a dejarnos suponer que la espera de regreso a casa supone paz, cuando en verdad es nuevamente agobiante tener que lidiar con hijos, hogar, servicios públicos que no funcionan y pare usted de contar, van tejiendo ese entramado sistema que nos relega a una supuesta “zona de confort”.
Esta denominación final, vista así pues no es nada confortable, vemos que en ella hay cansancio y desidia en muchos casos y hasta aburrimiento.
Lo que hoy ocurre en nuestro país, es un sistema generado precisamente para hacernos creer que tenemos una zona de confort ante tantas vicisitudes diarias, que nos condicionan a aceptar lo qué hay.
Hemos venido aceptando una sistemática fórmula de que no hacer nada está bien y que trabajar no es importante. Galopar un horario y no ser puntual también está bien. Creer que la historia es distinta solo porque alguien asumió cambiar el color de la piel y hacernos pensar en una fórmula de igualdad que no existe, pues también lo vemos normal. Esa zona de confort nos lleva a pensar que todo lo que ocurre está bien, porque sencillamente es lo qué hay, y lo contrario implica irse por el Darién.
Ante este dilema cotidiano, surge toda una anarquía de imposición y de falta de conciencia, que nos ha llevado a enfrentamientos ideológicos en la política. Cada quien dibuja y mantiene su zona de confort a su manera. Ya no importa que no haya una política económica definida y trazada con estrategias para avanzar hacia la posibilidad de un desarrollo personal, porque definitivamente hemos aceptado que un sueldo mínimo paupérrimo está bien y que unos bonos son suficientes para existir. Nos han creado una triste zona de confort en la que día a día transita una inmensa masa de venezolanos que no solo son de a pie, sino que ya no pueden con sus pasos.
Ante esta cuestionable fórmula social, algunos estratos de la vieja política, han venido alzando su voz. Y digo vieja política no en el sentido tradicionalista, sino a un sistema que por ser clásico, no deja de presentar una propuesta seria y definida, con un equipo lider izado por un estratega; sin fórmulas de zonas de confort que no sean el bienestar, equilibrio y pleno ejercicio de las libertades democráticas. Donde no se tema al conocimiento y desarrollo intelectual de cada quien. Un sistema que representa traer los bueno y quitar lo malo, pero siempre bajo los parámetros del Derecho y la Constitución, cerrando camino al odio y la confrontación que pareciera ser liderizada por algunos aprovechadores de esa válvula de escape que produce la opresión.
Hay que salir de estas zonas de confort y saltar las paredes hacia fórmulas políticas de organización y cultura de la alternabilidad bajo el poder de la gente con el voto. Generar esa voluntad de que podemos elegir en sana y franca transparencia a nuestros representantes en los poderes públicos sin que estos solo sirvan a un color político o a una elite que los protege. Queremos también, que estos políticos dejen esas zonas malsanas a la que han venido aprovechándose de forma personal. El país ya los conoce y sabe que tanto en el oficialismo y en la oposición ha llegado gente que ni son políticos ni tienen talante de nada, solo saben llenar sus bolsillos.
Ambas cúpulas políticas saben que los tienen en sus filas; hará falta que se nutran del sentir de la gente y los echen de dónde hasta ahora tienen su verdadera zona de confort, rodeados de buenos sueldos y prebendas económicas de las que todos ya sabemos.
Es la hora de un político serio, honesto, sagaz, estratega y profundamente demócrata, con una visión del acontecer histórico del país aprehendido por la constancia y su experiencia. Es la hora de la Unión y El Progreso con Eduardo Fernández y salgamos hacia un verdadero confort con visión de futuro a nuestros jóvenes y a todo el país. Hagamos realidad ese impulso necesario con un candidato serio y honesto que no le teme a el pensamiento libre y al conocimiento y mérito de cada uno de los venezolanos. Eduardo Fernández debe ser el llamado a asumir la posición del candidato único para enfrentar al desgastado sistema que hoy tenemos y lograr la Presidencia de la República e impulsar él gobierno de los mejores para todos. Salgamos de nuestras asimétricas zonas de confort y vamos a crear un verdadero bienestar común en paz , con el voto y la democracia que necesitamos. Nadie más puede garantizarle al país en este momento, estos postulados. Unión y Progreso es la consigna.

Rafael García González

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