La satisfacción del interés público, una prioridad frente al populismo

El populismo es un fenómeno político que se caracteriza, entre otros aspectos, por apelar a las emociones y a las demandas de un sector de la población que se siente excluido o marginado por las «élites», y que busca una identificación directa con un líder carismático que promete defender sus intereses y resolver sus problemas.

El populismo suele presentarse como una alternativa a las formas tradicionales de hacer política, basadas en la representación, la deliberación y el consenso, y que se expresan a través de las instituciones democráticas.

Sin embargo, el populismo también implica una serie de riesgos y desafíos para la democracia y para el bienestar de la sociedad. Algunos de estos riesgos son:

  • El populismo simplifica la realidad y reduce la complejidad de los problemas públicos a una dicotomía entre el pueblo y sus enemigos, ya sean internos o externos, reales o imaginarios. Esto impide un análisis riguroso y una búsqueda de soluciones efectivas y sostenibles, basadas en el conocimiento, la evidencia y la racionalidad.
  • El populismo desprecia el papel de los expertos, los técnicos, los funcionarios y los medios de comunicación, a los que acusa de estar al servicio de las élites o de manipular la información. Esto debilita el capital humano y el capital administrativo, esenciales para el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas, así como para la rendición de cuentas y la transparencia.
  • El populismo socava la confianza en las instituciones democráticas, como el poder legislativo, el poder judicial, los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil y los organismos internacionales, a los que considera obstáculos para la voluntad popular o instrumentos de dominación. Esto erosiona el Estado de derecho, el pluralismo, el respeto a los derechos humanos y la cooperación multilateral.
  • El populismo fomenta la polarización, el enfrentamiento y la intolerancia entre los distintos sectores de la sociedad, al crear una división entre los que pertenecen al pueblo y los que no, y al excluir o estigmatizar a las minorías, los migrantes, los opositores o los críticos. Esto dificulta el diálogo, el consenso y la convivencia pacífica.

Ante estos riesgos, es necesario reivindicar el valor de la satisfacción del interés público como una prioridad frente al populismo. El interés público se refiere al conjunto de objetivos y valores que contribuyen al bienestar general de la sociedad, y que se definen y se realizan a través de procesos democráticos, participativos e inclusivos. La satisfacción del interés público implica:

  • Reconocer la diversidad y la pluralidad de la sociedad, y buscar la integración y la cohesión social, respetando los derechos y las necesidades de todos los ciudadanos, sin discriminación ni exclusión.
  • Promover la deliberación y el debate público, basados en la información veraz, el argumento razonado y la evidencia empírica, y que permitan la expresión de las distintas opiniones, intereses y perspectivas, así como la búsqueda de acuerdos y soluciones compartidas.
  • Fortalecer las instituciones democráticas, como espacios de representación, de participación, de control y de garantía de los derechos y deberes de los ciudadanos, y como mecanismos de articulación entre el Estado y la sociedad.
  • Impulsar las políticas públicas, como instrumentos para resolver los problemas públicos, mejorar la calidad de vida de la población y promover el desarrollo sostenible, y que se basen en el conocimiento, la racionalidad, la eficiencia, la equidad y la responsabilidad.

La satisfacción del interés público es, por tanto, una forma de hacer política que se opone al populismo, y que se orienta a la construcción de una sociedad más justa, más democrática y más solidaria.

Aldo Rojas Padilla

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