En días pasados, varios sectores rurales del municipio Guanarito, se vieron afectados por fuertes inundaciones; en consecuencia, numerosas familias perdieron sus cosechas, animales de cría, viviendas y enseres, entre otras cosas. Al transcurrir los días, la necesidad tocó la puerta en muchos hogares; pero fue allí donde todo un pueblo se solidarizó con sus hermanos para salir una vez más adelante.
Hoy, en nuestras Reflexiones en Familia, compartiremos una poderosa palabra inspirada por Dios, que en 2 Corintios capítulo 9, versículo 7, de la versión Reina-Valera 1960, dice: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre».
Amados, así como en este hermoso fragmento de la Palabra, en donde el apóstol Pablo está hablando sobre la recolección de una ofrenda para los necesitados en Jerusalén; hoy, ese versículo refleja el sentir de un pueblo que ante la adversidad de su hermano, su corazón le propuso «dar con alegría», entendiendo que todo aporte o donación es una decisión personal y no debe realizarse por compromiso ni por tristeza, sino como una forma de mostrar amor hacia quienes se beneficien de esa ayuda, y primordialmente a Dios.
La parte final de este verso bíblico nos dice que «Dios ama al dador alegre», lo que también crea un impacto positivo en la vida de quien da, ya que cuando damos con un corazón contento, estamos reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Dios y que somos administradores de esos recursos. Igualmente, al ofrecer nuestro oído o al dar una palabra para alguien ávido de ella, también cuenta como una forma de «dar con alegría».
¡Lo que demos, debe ir refrendado con el amor de Dios y ser entregado con un corazón alegre!
«Quienes son generosos, reciben en abundancia; quienes ni sus deudas pagan, acaban en la miseria. El que es generoso, progresa; el que siembra, también cosecha». Proverbios 11:24-25 (TLA).
Queridos amigos, recuerden que la generosidad y la compasión son valores primarios para una vida plena y grata; es por ello, que cuando nos enfocamos en los demás, no sólo ayudamos a quienes están a nuestro alrededor, sino que también nos enriquecemos a nosotros mismos. No creas que dar solo se trata de lo material, sino que también abarca, eso que podemos ofrecer con nuestra bondad y tiempo, y que puede iluminar el día de alguien. Recordemos que en cada gesto de amor, ya sea en dinero, tiempo o atención, hallaremos la alegría que solo el dar con un corazón dispuesto puede ofrecer.
Queridos hermanos, Jesús nos invita a obrar gratuitamente, sin esperar recompensa; mas sin embargo, para muchos es difícil hacerlo, porque es muy grande la necesidad de ser vistos, reconocidos y hasta de ser alabados por el hombre. En Mateo 5, verso 16, dice: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (R-V 1960).
Sí hermanos, Dios promueve esas buenas obras en nosotros; pero para que ellas le glorifiquen solo a Él, porque en última instancia Dios es el autor de ellas. Tengamos presente, que el llamado que Dios nos hace es a la humildad en el propósito de dar; pero los hipócritas no buscan la gloria de Dios al hacer una caridad, sino que buscan su gloria propia; y es por ello, que forman una algarabía para ser alabados por los hombres.
Amados todos, finalmente, el Señor demanda que no olvidemos que afuera hay unos que sufren, y que debemos de alguna manera ayudar a aliviar sus cargas, y de ser posible, que lo hagamos sin tanta algarabía para llamar la atención. Recordemos que Dios recompensa en el hoy y en la eternidad; no nos limitemos solo en el presente, como si toda nuestra felicidad y bendiciones las recibiremos aquí; también, en el juicio final seremos reconocidos públicamente y recibiremos de manera pública, la recompensa de la vida eterna.
¡Señor, que nunca olvide que al dar lo hago para tu gloria!
«Cuando ustedes hagan una buena acción, no lo anuncien por todos lados; de lo contrario, Dios su Padre no les dará ningún premio. Si alguno de ustedes ayuda a los pobres, no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas, que quieren que la gente los alabe. Les aseguro que ese es el único premio que ustedes recibirán. Cuando alguno de ustedes ayude a los pobres, no se lo cuente a nadie. Así esa ayuda se mantendrá en secreto, y Dios el Padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio». Mateo 6:1-4 (TLA).
¡Bendiciones para todos!
DAR CON ALEGRÍA
