Desde el conuco/ Lugares mágicos

Toribio Azuaje /

*“El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados”.
Jean Paul…

En mi casa habían lugares mágicos, eran las manos de mamá que los creaba.

El fogón de leña que arropaba todo el escenario en la cocina.

Tres topias de similar tamaño eran el centro del fogón de palo.

Bajo las topias siempre se escondía algo, restos del rabo de algún gato o perro caminero.

De ese fogón surgían las mejores arepas de maíz, las más ricas cachapas de jojoto, la mazamorra de maíz. Los mejores almuerzos jamás vistos y unos panes de un gusto inigualable.

En un rincón de aquel fogón de palo, se acumulaba la ceniza, que iría a parar hasta la huerta, otro de los lugares mágicos protegidos por las manos de mamá.
Allí crecían los mejores aliños que sazonaban el fogón.

Atizar el fogón es todo un arte, un estilo. No todos saben atizar un fogón de leña, como lo hacia mamá.

Las ristras de tasajo colgadas al rescoldo, y un olor ahumado envolvía la carne tasajeada y las tripas que siempre colgaban al fogón.

Colgando en un rincón de la cocina, el suncho de cascarón de cambur, era el lugarcito donde en perfectas calma, se transformaba la leche en una rica mantequilla de vaca.

La máquina de moler maíz, que transformaba el grano en una masa, que iba a parar al budare, convertida en arepa.

La piedra de moler, donde pasaban la masa de maíz para darle suavidad y hacer aún más tersa la arepa que nos acompañaba todos los días del mundo.

A la esquina de aquella mágica cocina, una tinaja grande, siempre llena de agua fresca y cristalina traída del riachuelo.

Una garrafa llena de coloridos ajíes, cultivados en la huerta de mamá.

El centro de la casa, el centro de la vida de aquella hermosa casa, era la sobria y fiel cocina, donde el fogón de palo jamás de los jamases se apagó.

Feliz año 2026 toribioazuaje@gmail.com

Un abrazo, desde este maltratado pedazo de la tierra.

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