NUEVA YORK (AFP).– En otra asombrosa exhibición a sus casi 41 años, Serena Williams eliminó este miércoles a la estonia Anett Kontaveit, la número dos del tenis femenino, y avanzó a la tercera ronda del Abierto de Estados Unidos, el posible último torneo de su carrera.
Williams se impuso por 7-6 (7/4), 2-6 y 6-2 en otra noche de grandes emociones en la pista central de Flushing Meadows (Nueva York), la mayor del mundo.
La estadounidense, que también competirá desde el jueves en dobles con su hermana Venus, ha anunciado que su despedida del tenis está cerca pero se resiste a confirmar si ocurrirá en este Grand Slam.
«No hay prisa, estoy amando a esta multitud», dijo con una sonrisa tras la victoria. «Es realmente fantástico, todavía hay un poco más en mí, veremos».
Williams, que jugaba apenas su sexto partido en el último año, afrontaba un reto mayor que en su debut del lunes ante la montenegrina Danka Kovinic, número 80 de la WTA.
Kontaveit remontó el set inicial logrado por Serena pero, empujada por su público, la estadounidense impuso su todavía demoledor servicio y su jerarquía para superar el desafío.
«Simplemente soy Serena», dijo Williams, madre de una niña de cinco años, al ser preguntada si le asombra su nivel.
«Cuando perdí el segundo set pensé: «Tengo que dar mi mejor esfuerzo porque esto puede ser el final», afirmó. «Pero soy bastante buena jugadora, esto es lo que hago mejor».
Laaustraliana Ajla Tomljanovic, número 46º del ranking mundial, será la rival a batir para acceder a los octavos del US Open, un torneo que ha ganado en seis ocasiones.
«Nada que perder»
Serena ya había sido homenajeada el lunes con todos los honores en lo que se anticipaba como su probable último partido.
Pero Williams, la competidora más feroz que haya empuñado una raqueta, se negó a manchar su historial con una derrota a la primera y logró una rotunda victoria en dos sets ante Kovinic.
Como en la jornada inaugural, el miércoles también acudieron a arroparla celebridades como el golfista Tiger Woods, otra leyenda que, como las hermanas Williams, rompió barreras raciales en un deporte predominantemente blanco.
La secuela de la fiesta del lunes tuvo menos fastos y carga emocional y mucho más tenis competitivo.
Williams y Kontaveit, que nunca se habían enfrentado, se midieron la una a la otra en los primeros compases del partido.
Pero poco tardó la estadounidense en demostrar que, tras un año de inactividad, está mejorando a cada partido a pasos agigantados.
Kontaveit sobrevivió a varios asedios hasta que la menor de las Williams quebró para tomar su primera ventaja por 5-4.
La estonia, consciente de la avalancha que sufrió Kovinic una vez perdido el set inicial, apretó los dientes para evitar la escapada de Williams y logró devolverle el quiebre en seguida.
El set desembocó en un ‘tiebreak’ que Williams finiquitó con un ace como los de sus mejores tiempos, desatando el delirio en la grada.
En el descanso, la estonia revisó el ranking y volvió a la pista dispuesta a hacerse respetar como una de las mejores tenistas actuales.
Kontaveit mandó parar el festejo con un acelerón que le puso 3-0 delante. Su brazo, hasta entonces encogido por la presión, se liberó para encontrar los ángulos a los que su veterana rival no podía llegar.
La estonia navegó por el segundo set sin encontrar demasiada resistencia de Serena ni del público, que reservaban fuerzas para la batalla final.
Cuando ésta se puso en marcha, Williams se reactivó y le arrebató sus dos primeros juegos a Kontaveit, una jugadora poco fiable en los grandes escenarios, que nunca ha superado unos cuartos de final de Grand Slam.
Serena, que lo ha visto y superado todo, vio el momento de vaciar el tanque de energía y devolvió unas pelotas asombrosas que hicieron vibrar a sus aficionados, rendidos ante otra hazaña de su ídolo.
«Honestamente, me tomo esto como un extra. No tengo nada que demostrar, nada que ganar y absolutamente nada que perder», recalcó Williams, que en los últimos años estuvo persiguiendo la 24º corona de Grand Slam que hubiera igualado el récord de Margaret Court.
AFP/