MADRID.- El premio del gol a un futbolista que representa los valores clásicos del Real Madrid, el incombustible Fede Valverde, luchador eterno ante cualquier situación, desatascó un mal partido del Real Madrid en el Santiago Bernabéu ante un Leipzig que se llevó un castigo excesivo a su gran imagen debido a Marco Asensio, quien firmó el gol del perdón del madridismo tras su deseo de marcha para la victoria 2-0.
El peligro de sentirse superior antes de jugar o de desviar la mirada a un gran partido como el derbi madrileño, provoca imágenes como la del Real Madrid durante una hora de su duelo europeo. Gesto contrariado de Carlo Ancelotti, gritos desesperados de Thibaut Courtois ante la pasividad general, el aviso de la grada. Un equipo carente de creatividad, amparado al coraje en cada acción de Valverde. El empate al descanso era la mejor noticia. En la segunda parte solo se podía mejorar.
El equipo sin Karim Benzema pierde gran parte de su esencia. Y está por ver la respuesta del conjunto en partidos de altos vuelos. El Leipzig lanzó un aviso con un desparpajo impropio del que visita el Santiago Bernabéu en Champions. En la casa del campeón tuvo momentos de extrema placidez, encontrando grietas desde la pasividad de un equipo que sabe que en su portería tiene a un baluarte que salva los malos momentos.
La dependencia se trasladó de Benzema a Vinicius con un marcaje férreo de Simakan que logró que su trascendencia se rebajase. Y el Real Madrid lo acusa. La valentía alemana con una defensa adelantada, no fue aprovechada por la velocidad del ataque madridista. Y le permitió al equipo de Rose vivir cerca de la zona de peligro para aprovechar un error de ‘Vini’ en un pase atrás para que Nkunku probase la fiabilidad de Courtois.
La rotación al completo del centro del campo de Ancelotti, no sirvió para que su equipo fuese más enérgico. Es la zona que marca el estado del equipo. Plomizo en la primera parte con un ritmo pesado que dejaba todo al acierto individual. De repente una carrera contra el mundo de Valverde, sin rematador en sus pases, un disparo arriba de Camavinga o el chut intencionado de Modric como ocasiones que suavizaban el mal trago.
Poco de Rodrygo el día que debía confirmarse como el 9 suplente de Benzema. En la zona donde Eden Hazard desapareció ante el Mallorca, por mucho que lo defiende su técnico que demostró que sus actos (hoy ningún minuto al belga), son distintos a la palabra. Había pedido penalti Nkunku de Nacho y también lo pidió Modric, arrollado por Schlager cuando se disponía a rematar cerca del descanso.
Cuando el Leipzig, con la movilidad de Werner haciéndole daño a la zaga blanca, invitó al intercambio de golpes, el Real Madrid no acabó las jugadas (cero disparos a puerta en la primera parte) y Courtois respondió a las tres que tuvo. Nada cambiaría en la noche carente de brillo en el arranque.
El partido pedía variantes de Ancelotti y recurrió a lo anímico, a saldar la ‘deuda’ que tenía con Marco Asensio. El panorama perfecto para la reivindicación con algunos silbidos de la grada que castigaron la duda sobre su continuidad que también provocaron la falta de protagonismo en el arranque de curso. Su hambre debía servir de acicate, el ajuste de líneas retrasando unos metros a Valverde y pasando a un tridente de perfil más ofensivo.
El movimiento táctico sirvió para adelantar metros y estar un paso más cerca de la zona de peligro con el Leipzig replegándose cuando sintió que el acoso aumentaba si le daba al Real Madrid la opción de correr al contraataque. Carente de finura, pero aumentando la agresividad, perdonó la primera y acertó en la segunda.
De una ayuda defensiva de Asensio al borde de su área a la finalización con el balón picado del mallorquín pasaron unos segundos en los que Valverde condujo, Rodrygo la puso y Vini se topó con Gulasci. No hizo falta el regreso de las buenas sensaciones para ganar el partido. La primera vez que desbordó Vinicius en la izquierda encontró en su pase la llegada de Valverde que recortó con la derecha y precisó de zurda su disparo para abrir el marcador.
Sine embargo, no era el final. Quedaba el momento de Asensio, la reconciliación con una grada que le exige lo que puede dar. Con su zurda acostumbrada a dejar golazos, enganchó un disparo a la escuadra en una acción de estrategia con pase de Kroos que suma un jugador más a un ataque necesitado ante la añoranza de Benzema.
EFE/