El dramático mensaje del doctor Alfredo González ante la muerte del niño en Biscucuy por falta de suero antiofídico nos golpeó la conciencia y la consecuente impotencia que se vive en un país de oropel, de circo sin pan, de cara de luces navideñas y corazones destrozados por la pobreza y la miseria que forman el imperio de la mayoría nacional, mientras las autoridades asumen con la mayor indiferencia, las tragedias que ocurren en su entorno, en su circuito de responsabilidad, en sus competencias y obligaciones, que vienen usurpando violación tras violación, fraude tras fraude, desde mucho antes de la muerte de su comandante eterno, ése que regaló la mayor bonanza petrolera, ése que permitió que se conformaran las mayores riquezas súbitas del planeta, ése que permitió que las Fuerzas Armadas se corrompieran y perdieran el respeto ganado en la civilidad democrática de la satanizada Cuarta República, ése que debió seguir el consejo de José al Faraón, de guardar para los tiempos de vacas flacas, ése que desperdició la mejor oportunidad de Venezuela de salir del tercer mundo, el subdesarrollo y la pobreza cada día más ensañada con la Nación.
“Con profundo dolor me veo en la obligación y necesidad como médico venezolano de denunciar la muerte de un niño de siete años, procedente del caserío Monteclaro del Municipio Sucre, quien fue mordido por una mapanare el 26 de octubre a las 2 pm, pero es a las 5 pm cuando lo trasladan a Guanare, porque en el Hospital de Biscucuy no había suero antiofídico ni ambulancia en condiciones. Pero lo más triste es que en el Miguel Oraá de Guanare tampoco había el suero para salvarle la vida a esa criatura”. Esto forma parte del audio grabado por González, donde responsabiliza directamente al gobierno regional y a la autoridad única de salud. Nadie sabe dónde están las ambulancias con las que apantalló Primitivo Cedeño ni la dotación de insumos de las que tanto cacarean, porque a veces esconden las medicinas para venderlas por trastiendas. Para mala suerte de la familia, ese día el mecánico Ernesto González estaba terminando de reparar gratuitamente la ambulancia que horas después, el alcalde Jóbito Villegas entregaría al Hospital 1 de la capital sucrense.
Este lamentable fallecimiento se supo gracias al coraje de mi amigo de siempre y compañero de muchas luchas, Alfredo González. Pero cuántas muertes ocurren en este estado, mientras el régimen y la familia imperial sólo se ocupan de que el que lo vive es el que lo goza. Cuántas muertes ni siquiera entran en las estadísticas en el terco empeño del gobierno de esconder la cruda realidad nacional. Enfermedades que habían desaparecido de la faz venezolana, han reaparecido como la tuberculosis y el paludismo, mientras la familia imperial portugueseña, aunque ambos nacidos en el Zulia, se pasea con cortejo de camionetas y personal que le cuesta un dineral al erario público regional.
El colmo de este cinismo de la pareja que se cree dueña del estado es que en la última sesión del Consejo Legislativo de Portuguesa, además de aprobar créditos con los tributos del SAREP para iluminación y ni un solo céntimo para salud, que por cierto nunca llegan como dice la Ley sobre el 20 por ciento que le corresponde a los municipios, a los alcaldes por lo menos, a los cuatro de la dignidad democrática, se limitan a respaldar otro bonche, la tal Feria Exproductiva que se celebrará en Araure en las próximas semanas, un guiso bien montado para seguir intentando crear la falaz imagen de un estado potencia, mientras la pobreza corroe el ánimo nacional.
Cuando Guzmán Blanco era el dueño de este país, se ordenó el fusilamiento de un prócer de la Guerra Federal, el general Matías Salazar. Algunos colaboradores se le acercaron al presidente para denunciar este insólito y el “Ilustre Americano”, ese que pregonaba poseer la más grande riqueza del continente, dijo con su prepotencia característica “ese muerto es mío”. Bueno, Primitivo tú no vas a tener la decencia de admitir esos hechos, pero ese niño fallecido, esa muerte innecesaria, esa vida truncada, es tu absoluta responsabilidad, de tu autoridad única de salud, de tu Presidente Maduro.
Sobre el país se sigue extendiendo la sombra tenebrosa de la indiferencia de un régimen sobre la suerte de sus ciudadanos. Nada les importa. Y se atreven, regodeándose en sus miserias históricas, echarle la culpa de la desgracia de Tejerías a los españoles de la Colonia y no a quienes irresponsablemente dinamitaban para extraer níquel. Van 79 emisoras cerradas este año por intentar informar o permitir opiniones distintas a los voceros rojos. Se roban los dineros de los alcaldes que le tocan legalmente por los ingresos tributarios regionales. No dan cuenta de peajes ni de las empresas en alianza con el sector privado. Pierden el tiempo en remodelaciones al pésimo gusto de la pareja imperial, mientras las escuelas se caen a pedazos. Disfrutan de fiestas, ferias, luces navideñas a costas de los racionamientos y de las necesidades prioritarias y no tienen ni siquiera suero antiofídico en los hospitales portugueseños.
Ay, Primitivo. No tienes perdón de Dios.
IVÁN COLMENARES