QUO VADIS/ LO QUE QUIERO Y ESPERO

Esta semana me agrada compartir con ustedes, eso que quiero y espero que ocurra en el tiempo próximo inmediato, o sino mediato.
También quiero comenzar sobre lo que NO QUIERO ver que ocurra. En este aspecto, no quiero ni espero que continúe esta división de la familia como sustento del desarrollo del país, no quiero que nuestra estructura constitucional prevista para protegerla sea cambiada o desarticulada, por el contrario, es inminente y necesario que el Estado se aboque a la protección y defensa de su estructura genuina. No quiero una sociedad que mire hacia el facilismo y al abuso de poder, donde el ciudadano queda desprovisto de sus derechos más elementales y en manos de funcionarios que hacen lo que mejor les parece sobre las necesidades de la gente. No quiero ver estos nuevos gobernantes regionales o municipales siguiendo el guion de Robert Green para tratar de ser simpáticos a pesar de incompetentes; tampoco quiero que estos mismos funcionarios sean elegidos e investidos con cartas de poder sin que nadie sepa quiénes son o que por el contrario mantengan un prontuario por currículum. En verdad, no quiero seguir viendo la adulancia del poder que últimamente se ha hecho viral en nuestro entorno, allí se aplica una fórmula maquiavélica de que el fin justifica los medios, o quizás una más coloquial; “más vale jalar bolas que jalar escardilla”.
Lo que quiero, viene dado por consecuencia de lo que ya he comentado; quiero un Estado que reconozca los principios de los Servicios Públicos como ciencia y necesidad de la gente, no ese maniqueísmo con que siempre hay un culpable de algo que no funciona. Quiero que se reconozca cuando se falla, que la ética sea el desiderátum de cada funcionario, que mantenga claro lo que es ser honesto y lo que es ser íntegro; que su actuación dependa siempre de su decisión hacia lo mejor del bien común. Quiero una política económica definida, no está tesis de Eudomar Santos. Basta de ensayar errores sobre errores para luego al final regresar al capitalismo más salvaje que el de la Margaret Thatcher. Una economía que vea su estructura en las leyes ciertas de la utilidad de ese capital redistribuido a sus nacionales para abordar su paz en la familia; con ello, cesaría la migración de las personas en búsqueda de mejores condiciones de vida. Quiero ver y espero, que mejore o se modifique inmediatamente nuestro sistema educativo. No podemos seguir mal graduando jóvenes para que luego terminen en un mercado laboral que ni siquiera se ajusta a lo medianamente estudiado. Este sistema educativo tal cómo está planteado, definitivamente destroza la estructura de país con profesionales incompetentes que continúan esta forma anómala del ensayo y error. La educación profesional depende primeramente de una buena base de la educación primaria y de segundo nivel, y allí tal como se conforma hoy en día, donde se pasa sin estudiar, pues no creo que logremos mayores esfuezos de desarrollo o de gente pensante. Este último grupo se ha quedado minimizado ante el marasmo de la desorganización de los planes educativos. No puede ser que todo sea un negocio y vernos como ciudadanos de segunda, o como hasta se autoproclaman ciertos grupos casi que dignamente, se dicen los “cocos secos” de tal o cual parte. Tamaña referencia nefasta.
Por último, dentro de esas cosas que quiero y espero, es que el sistema de Justicia esté provisto de funcionarios probos y profesionalmente aptos. Que cada uno exhiba su hoja de servicio y que la gente perciba que se avanza en el proceso ajustado a Derecho y no sobre la base nuevamente del ensayo y error. Quiero ver una doctrina jurisprudencial que muestre ciencia y conocimiento, donde la argumentación no necesita mayores entendimientos para que los ciudadanos sepan que se respeta la ley y no el padrinazgo de la mano que esconde la corrupción. Quiero ver y espero, que asumamos ser conscientes, que nos permitamos pensar y decir sin sesgamiento lo que se tenga que decir, sin ese marco petulante de que todo está bien y todo es bonito. También quiero que se reconozca a quienes de esos funcionarios lo hagan bien, pues que se diga y se apoye pero más allá de los flayers.
Hoy al igual que años anteriores estamos a las puertas de la navidad y ya comienzan a verse espectativas de ciudades bonitas. Celebremos eso, pero recordemos que mientras ocurre, el Dólar sigue andante destruyendo la capacidad de adquisición de la gente, o quizás de aquellos pocos que pueden tenerlo; porque aún no vemos aunque si queremos, que los sueldos de obreros y trabajadores sean también acordes con la dolarizacion y su indexación continua. Eso quiero y espero.

Rafael García González

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