¿Diálogo con el gobierno? ¿Para qué?

El repudio internacional hacia la dictadura de Nicolás Maduro es contundente y si hablamos de lo que ocurre internamente en nuestro pais, vemos que más del 80% de los venezolanos desaprueban su hambredora, autoritaria y corrupta gestión.

Tan execrable ha sido la gestión gubernamental que ya ni sus grandes aliados como Rusia y China, quieren saber más de las divagaciones del régimen venezolano. Tanto es así, que el pasado 12 de noviembre, la empresa estatal petrolera rusa Gazprom, elevará la primera demanda internacional petrolera contra Nicolás Maduro, por intentar expropiarlos sin compensación y ahora anuncian su retirada de petrozamora, no sin antes exigir un pago superior a los 1.000 millones de dólares, por incumplimiento de contrato, según reporte de la revista Petroguia del 6 de noviembre de este año.

Las victorias de Petro en Colombia y Lula en Brasil, pudieran aliviar un poco esa pesada carga del aislamiento internacional en que se encuentra Maduro actualmente, sin embargo, cada uno de estos gobernantes tiene sobre sus hombros la peor parte, de la honerosa crisis migratoria venezolana, por ser países fronterizos con Venezuela y de lo que representa para cada uno de sus presupuestos. Esto nos hace presumir que el apoyo no será tan contundente como el gobierno espera.

Ahora bien, si Maduro está aislado y sin apoyo popular. ¿Qué carrizo tiene que dialogar con el gobierno, el sector más cuestionado de la oposición venezolana, en México?. Más aún, cuando ese mismo gobierno no le cumple ni a sus mismos aliados.

Hasta el menos conocedor de política, entiende que lo único que necesitamos los venezolanos, es una verdadera unidad de todos los factores políticos, para vencer al gobierno. Pero los eruditos de la política venezolana, prefieren conversar con Maduro y abrirle una válvula de escape a su inmensa olla de presión, antes que llegar a acuerdos con los demás factores de oposición y plantear unas elecciones primarias donde todos participen en igualdad de condiciones, para lograr una candidatura opositora única.

Pareciera que los actuales líderes buscan la unidad, como los borrachos buscan su casa, ambos quieren llegar a ella, pero no saben cómo, uno por la embriaguez del alcohol y otros por la embriaguez de la ambición.

Esa insensata postura, de que si no soy yo, no es nadie, ha perturbado durante años la consecución de objetivos dentro de la oposición. Todos hablan del caso de Barinas, pero todos quieren ser Garrido y estoy completamente seguro que el problema de nuestra época consiste en que las personas no quieren ser útiles, sino importantes. El bendito ego.

He escuchado a quienes tienen la responsabilidad de ser dirigentes nacionales de partidos políticos hablar sobre la unidad y decir, «estamos haciendo todo lo posible para lograrla» y dentro de mis reflexiones apelo a la conciencia y pienso, que no es lo posible, es todo lo necesario lo que hay que hacer. Como dijo Winston Churchill: «Cuando no estemos logrando los objetivos, no es suficiente que demos lo mejor de nosotros mismos, a veces tenemos que hacer lo que haga falta».

Froilán Sánchez

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