La desgracia de los venezolanos a lo largo de la historia republicana, pareciera que se afinca en el petróleo; para nada comparada con la guerra federal del siglo XIX, el militarismo acompañado de la mano del caudillismo, ni con el pésimo liderazgo político que ha gobernado en los últimos años.
Todo eso quedó rezagado, ante los efectos de la riqueza fácil derivada de la extracción en el subsuelo venezolano del oro negro. Como todo dinero sobrevenido y sin esfuerzo tiene los riesgos de diluirse y esfumarse, si no se administra con criterio y una larga proyección hacia el futuro.
Ya lo dijo Juan Pablo Pérez Alfonzo, por allá a mediados del siglo XX, «el petroleo seria para los venezolanos el excremento del diablo»; porque vislumbraba que no lo íbamos a administrar con justicia y equidad. La historia contemporánea y los tiempos actuales le han dado la razón, porque nos estamos hundiendo en el pantanal del excremento.
Durante más de un siglo, Venezuela permanece inseparable del petróleo; llena de vaivenes engranados en un ciclo desgraciado que ha sido nuestra historia petrolera, anclada a las principales actividades relacionadas a la exploración, explotación, producción, refinación, mercadeo y transporte del crudo; así como los negocios de la orimulsion, la petroquímica y mineria ilegal.
Dichos vaivenes o ciclos, nos coloca como país, en algunos momentos, a las alturas de la holgura con las mieles de la felicidad y, después, vertiginosamente como en un tobogán maldito que nos hunde en las profundidades de la indigencia, conduciéndonos por el camino de las penurias y escasez.
Ha sido una larga experiencia desde la aparición del petróleo y, muy especialmente, desde que se firmó el acuerdo de concesiones por 50 años con las trasnacionales petroleras en 1925; por cierto muy beneficioso para la nación, debido al crecimiento y el progreso alcanzado durante varias décadas.
La idea de sembrar el petróleo del Dr. Arturo Uslar Prieti fue una alerta en la conciencia nacional para ir abriendo otras maneras diferentes al rentismo, para que los venezolanos no dependieran a permanencia de la riqueza pasajera, cuando se incrementaran los precios del crudo.
El tiempo de penurias en la actualidad nos está diciendo que dicha advertencia cayó en oídos sordos.
Hoy día, la inversión en el bienestar para el ciudadano, el funcionamiento de los servicios públicos, educación, salud, en la generación y distribución equitativa de la riqueza se ha diluido en proporciones significativas en los bolsillos de esta clase corrupta al frente de los destinos de Venezuela.
Da vergüenza expresar que PDVSA pasó de contar con una excelente trayectoria corporativa, que la ubicaba a nivel de las más eficientes empresas en el mundo, después de 24 años haya servido de rampa misilistica al servicio político del proyecto socialista impuesto por revolucionarios de pacotilla, ha sido la caja chica sin soportes, sin control para todo tipo de tropeles.
Nunca se convertiría en bienestar para la gran mayoría de los venezolanos; sólo disponible para los sueños utópicos y geopolíticos del castrochavismo en su enfrentamiento inútil contra los EEUU, al cual se han prestado todos los integrantes de la nomenclatura roja rojita, desde el año de 1999.
El escándalo de corrupción reciente ligado a la estatal – se habla de 21 mil millones de dolares, en los dos últimos años -, ha alcanzado altos niveles mediáticos, a nivel nacional e internacional, dejando muy mal parados a personeros del Ministerio del Petróleo y de PDVSA, constituyendo, sin lugar a dudas, un caso bochornoso sin precedentes para cualquier país petrolero en el planeta, por los miles de millones de dólares malversados.
Expertos en finanzas y analistas consideran que entre los años 1999 y el 2022, en Venezuela desaparecieron aproximadamente 750 mil millones de dólares, que pertenecían a todos los venezolanos e igualmente señalan que en ese mismo lapso el régimen chavista destinó más de 316 mil millones de dólares para obras que nunca se concluyeron.
Por todos los señalamientos anteriores, en nuestro país no existe bloqueo, ni guerra económica; mucho menos escasez de recursos, por el contrario, nuestra nación sucumbe ante un saqueo y exceso de corruptos, mientras la gente muere de hambre y por falta de atención médica.
Como complemento, los trabajadores venezolanos subsisten con un salario paupérrimo, que los mantiene cercanos a la pobreza extrema.
Para estos saqueadores de oficio no ha sido suficiente casi un cuarto de siglo de narco rapiña, depravación, degeneración y corrupción. Resulta doloroso que los mismos actores permanezcan atornillados manejando el país, que el tiempo no haya sido suficiente para saciar su voraz apetito depredador y destructor.
Así está Venezuela, un país con inmensos recursos naturales, pero con una población hambrienta, inerme y sumisa, conducida por unos delincuentes multimillonarios que nos tienen sometidos a sus apetencias, caprichos y fechorías.
En resumen, la radiografía nos muestra a un país rico en manos de hampones, con un pueblo pobre y sufrido; fórmula ideal para que se siga consolidando el comunismo en Venezuela.
Existe alguna propuesta viable para superar esta etapa funesta en la que se encuentra sumida Venezuela? como demócratas esperemos que si, que los más aptos concuerden en esta vía.
JORGE CÁRDENAS
jorgecardenas055@gmail.com