La profunda crisis social que vive nuestro país tiene su esencia en el avance de la destrucción de sus bases fundamentales, a la sazón lo que ha venido ocurriendo en el claustro de la familia venezolana.
Los ataques frontales iniciados en el desapego y desarraigo de nuestras más elementales formas de convivencia familiar, ven sucumbir su estructura; ora por efectos de cambios ideológicos y económicos, ora por la separación física de sus miembros al ir emigrando a otras fronteras del mundo.
Nuestro país otrora estable, equilibrado en su sistema educativo desde su base primaria hasta profesional, ha devenido en escuelas abandonadas a la buena de Dios, amén de maestros y educadores con sueldos paupérrimos y sin sostén de oportunidades; y que decir de los profesores Universitarios. Este caldo de cultivo, es harto peligroso, debido a que al no haber sustento de valores morales y éticos, la concupiscencia de muchos aflora de forma indetenible y voraz.
Ha habido un gran silencio por parte del Estado ante esta crisis que solapadamente se ha dejado en manos de Ministros que para variar no han tenido idea de la trascendencia de lo que significa el avance del país. Hoy día, algunos de estos Ministros de Educación y de Educación Superior, brillan por su ausencia y otros están presos por presunta trama de corrupción que ya todos conocemos. Faltará ver qué pasa con una Justicia que apunta a ese Derecho Dual que explicamos la semana pasada, habida cuenta de que solo algunos son señalados y otros no, verbigracia figuras como el Vice Ministro de esa cartera de Educación Superior, hoy revestido bajo la protección de la inmunidad del nuevo cargo, haciendo ver que actualmente tiene un valor conspicuo válido, pero que ante el entorno de ese mismo equipo político, es señalado.
Esta manera tan inédita de ser ineptos e ineficientes que ha sido el estilo de este gobierno, generando todo ese proceso de destrucción de esas bases fundamentales de la educación que incluso no solo es un Derecho Humano, sino que también es una garantía constitucional.
Nos paseamos paradójicamente por la debacle de un sistema institucional que equilibra su fórmula alejada del Estado de Derecho.
Se ha querido a través de estas acciones anticorrupción, como el que cría a sus hijos dejando que sean malcriados y groseros, pero que no puso a tiempo los correctivos, y luego quiere venir, después de adultos a buscar enderezarlos. Lamentablemente ya el mal está hecho, si usted no cultivó valores éticos y morales en sus hijos, sino que por el contrario los premió cuando llegaban a casa con cosas que supuestamente “se encontraban”, sin saber de dónde provienen, y adicionalmente usted permitió que esos hijos hicieran lo que les viniera en ganas, sin imponer autoridad y menos aún dar el ejemplo, pues tristemente esta es la cosecha oportuna después de 25 años de gestión.
La concupiscencia del conspicuo, con el que identifico nuestra columna esta semana, no es sino efectivamente esa fórmula analizada así de manera sencilla. Ese famoso «laissez faire, laissez passer» dejar pasar dejar hacer, aplicado a las tesis del liberalismo económico, viene perfectamente a ajustarse al ámbito social analizado, sobre todo en lo que respecta a nuestra familia como base fundamental de esa sociedad, así como también a esa estructura degenerativa que se ha venido gestando bajo la égida de este gobierno del denominado “socialismo del Siglo XXI”, lo que se traduce como una vulgar estafa a lo que inicialmente se creyó sobre esa idea política; y digo estafa, por cuanto nada de lo que se presentó en ese proyecto, hoy día pueda presentarse como cumplido, a excepción precisamente de la debacle y destrucción sistemática del país nacional y político. De allí que sea indispensable el que apuntemos directamente a la búsqueda de la excelencia, con hombres y mujeres honorables y de ideas claras en el pensamiento genuinamente democrático sin demagogia y con profundo interés en la necesidad de recuperar al país; de allí que celebro la existencia de la Comisión Nacional de Primarias y mejor aún, resaltar a quienes la componen a nivel nacional encabezada por el ilustre catedrático Dr. Jesús M. Casal, dando brillo de peso en cuanto hacia dónde debe apuntar el nivel sobre quienes debe reposar la responsabilidad de la dirección del país en cercanas fechas. Dejar atrás la concupiscencia de los políticos que han venido haciendo un flaco servicio al pais imbuidos en sus intereses personales de negocios y abultar sus bolsillos,
y comenzar a ver a personajes conspicuos que representen la nueva era de hombres notables y honorables y así no solo con el ejemplo de esas trayectorias curriculares, sino con esa claridad de valores éticos y morales, mirar a la recuperación de nuestras familias y por ende de nuestra Patria, donde brille el pensamiento crítico y no la adulancia, donde la educación y el trabajo sea el producto de los logros y esfuerzo que cada uno debe dar como aporte para la consolidación de una mejor historia. Ese es el reto y ahí estamos enmarcados para el logro. Yo ya me sumé, los invito a tener fe para producir los cambios.
Rafael García González