Pierce Brosnan, el actor que ‘nunca se enoja’, cumple 70 años con una destacada carrera en la pantalla grande

LOS [ANGELES.- Cuando Albert Cubby Broccoli, el dueño de la franquicia Bond, tuvo que reemplazar a Roger Moore, Pierce Brosnan se impuso como candidato. Su rol en la serie televisiva Remington Steele lo ponía en primer lugar de la grilla de partida. Casi que era innecesario un casting o una prueba de pantalla. Era el sucesor natural de Moore. Encanto (charm), elegancia, virilidad, el don de la ironía, un aire sofisticado y cool. El blend perfecto entre Moore y Sean Connery. Brosnan estaba desesperado por encarnar a 007. Las negociaciones no fueron trabajosas. NBC canceló la serie al finalizar la temporada de 1985.

Brosnan quedaba liberado y el camino despejado. Le hicieron una oferta y se pusieron de acuerdo. La noticia llegó a salir en algunos diarios. Pero para firmar el contrato debían esperar que pasaran 60 días del final de la temporada de Remington Steele; era el lapso que la cadena tenía para renovar la serie: nada más que una formalidad porque ya había desechado la idea de continuar con la serie. Para ganar tiempo le sacaron unas fotos promocionales que la productora de la película sacaría a la luz el día que el convenio se sellara. Los guionistas se pusieron a trabajar con Pierce en la cabeza, el nuevo Bond estaba escrito a su medida. Pero el día 60, de manera inesperada, la NBC tomó la opción y determinó que hubiera un año más de Remington Steele. Brosnan quedó preso de su contrato televisivo.

Cubby Broccoli no quiso saber nada con que su actor actuara en televisión (y menos haciendo un papel con algún parentesco) al mismo tiempo que encarnaba a Bond. En esos años, para la gente del cine, la televisión era de verdad la pantalla chica en lo que a prestigio se refería. Brosnan quedó devastado. Sintió que había perdido la posibilidad de su vida. Timothy Dalton se convirtió en el nuevo James Bond.

Como si haber estado tan cerca del papel de su vida no bastara, NBC decidió que Remington Steele tuviera una temporada corta de 5 capítulos (las otras fueron de 22) y dio por terminada la historia.

A esa altura parecía que la carrera de Brosnan se esfumaría en papeles secundarios y comerciales como la de tantos protagonistas de series que nunca pudieron sacarse de encima el personaje que los consagró: el éxito y la condena en un mismo rol.

Tuvo la primera oportunidad de encarnar a Bond después de la salida de Roger Moore pero cuestiones contractuales se lo impidieron (Keith Hamshere/Sygma via Getty Images)Tuvo la primera oportunidad de encarnar a Bond después de la salida de Roger Moore pero cuestiones contractuales se lo impidieron (Keith Hamshere/Sygma via Getty Images)

La nueva oprotunidad de Brosnan

Después, en los años siguientes todo empeoró. Su carrera, la vida personal con una pérdida muy dolorosa y hasta la saga Bond. Pero todos tendrían una nueva e inesperada oportunidad.

Brosnan es una de los seis actores (hasta el momento) que encarnó a James Bond, un privilegio y un desafío para pocos. Y él lo sabe. Alguna vez dijo: “Son más los hombres que pisaron la Luna que los que interpretaron a James Bond”. Pero ni su carrera ni su vida terminan en 007.

El 16 de mayo de 1953, setenta años atrás, en una ciudad portuaria cercana a Dublin, nació Pierce Brosnan. Su infancia no fue sencilla. Su padre lo abandonó a los pocos meses de nacer. Su madre, cuando él cumplió cuatro años, se mudó a Londres a trabajar de enfermera. Quedó a cargo de sus abuelos maternos, quienes a los pocos años enfermaron y murieron. Unos tíos se hicieron cargo de él, hasta que cuando cumplió 11 la madre, ya asentado, lo pudo llevar a vivir con ella a Londres. Uno de sus primeras salidas en la capital inglesa fue al cine. El nuevo marido de su madre, una tarde que estaban los dos solos en el pequeño departamento que ocupaban, lo invitó. Fueron a ver Goldfinger, la tercera entrega de James Bond, el 007 original encarnado por Sean Connery. El pequeño Pierce quedó deslumbrado. Y, esa tarde, soñó convertirse en actor. Interpretar aventuras, vivir varias vidas, ahuyentar la soledad y el dolor que lo había perseguido hasta el momento.

A los 16 años ingresó en la escuela de arte. Quería ser pintor. Un par de años después también empezó a estudiar teatro. Consiguió algunos papeles menores, hasta que Tennessee Williams lo eligió para protagonizar en Londres una de sus obras. Al poco tiempo el que le ofreció un protagónico fue Franco Zefirelli. A mediados de la década del 70 comenzó a participar como invitado en varias series británicas.

El amor de Pierce

Para esa época ya había conocido a Cassandra Harris, una actriz australiana de la que se enamoró. Después de varios años en pareja se casaron en 1980. Pierce adoptó a Chris y a Charlotte, los dos hijos que ella había tenido con su primer marido. Luego tuvieron a Sean.

Pierce Brosnan tuvo su primer gran suceso con Remington Steele, la serie televisiva de los años ochenta  (Independent News and Media/Getty Images)Pierce Brosnan tuvo su primer gran suceso con Remington Steele, la serie televisiva de los años ochenta (Independent News and Media/Getty Images)

Se mudaron a Los Ángeles en busca de una gran oportunidad actoral. La primera oferta importante llegó rápido. Pierce fue uno de los protagonistas de Manions of America, una miniserie que contaba la inmigración irlandesa a Estados Unidos. Al año siguiente llegó la explosión: Remington Steele, la serie que encabezó junto a Stephanie Zimbalist.

En 1986 se le frustró la posibilidad de convertirse en James Bond. Después de la cancelación de Remington Steele, su carrera no despegaba. Varios telefilms y poco más.

Tuvo en el medio una gran oportunidad. Tim Burton lo consideró seriamente para interpretar su Batman. Hasta que en una de las pruebas definitivas hizo un chiste que no gustó demasiado. Preguntó cómo alguien podía encarnar a un personaje que usaba la ropa interior arriba del traje. El rol se lo dieron a Michael Keaton.

La opacidad que estaba tomando su trayectoria fue eclipsada por la tragedia personal. A su esposa Cassandra le descubrieron un cáncer de ovarios. Después de tres años de intervenciones quirúrgicas y tratamientos, la actriz murió en diciembre de 1991.

Se refugió en la pintura y se dedicó a cuidar a sus tres hijos, mientras buscaba un papel que lo devolviera a los primeros planos. La participación en Miss Doubtfire con Robin Williams fue de gran ayuda.

Mientras tanto, James Bond agonizaba. Hacía más de seis años que no había una nueva película. Timothy Dalton no había funcionado. Pero la culpa no había suya. La franquicia, que hasta hacía unos años parecía indestructible, estaba ajada repleta de grietas y filtraciones; parecía una casa señorial que había conocido el esplendor hacía años pero que estaba en ruina. Necesitaba renovarse; la fórmula parecía agotada. Aggionarse o morir era la disyuntiva.

Alguien pensó en un gran nombre, en alguien convocante por sí mismo: Mel Gibson. Fue desechado con bastante velocidad. Su salario desequilibraría todo el presupuesto, pero tenía otra contraindicación más grave: si la película funcionaba, se convertiría en el gran amo de la franquicia y el salario para la siguiente película se convertiría en récord para la industria. Además querían que fuera una de James Bond y no una película de Mel Gibson.

Los tres mejores James Bond según varios críticos: Brosnan, Connery y CraigLos tres mejores James Bond según varios críticos: Brosnan, Connery y Craig

Bond, James Bond

Brosnan volvió a ser considerado, como en 1986. Las dudas se centraban en que no era una gran figura. Venía de hacer papeles secundarios y telefilms. Brosnan aceptó la propuesta de inmediato pero no festejó ni se entusiasmó demasiado. Por un lado estaba el dolor personal por la ausencia de su esposa. Y, también, había aprendido la lección: no festejaría hasta que estuviera todo confirmado; ya había sufrido una gran desilusión.

Pocos sucesos en el mundo del espectáculo provocan tanta ansiedad y polémica como la elección de un nuevo Bond. Si cuando se habla de fútbol se suele decir que cada habitante es un potencial director técnico de la Selección de su país, algo similar ocurre con Bond: todos se convierten en directores de casting. Un actor que le preste el cuerpo a Bond tiene que tener de todo. La combinación perfecta de prestancia y calidez, elegancia, sensualidad y peligro; virilidad y onda; destreza física e impavidez; belleza, credibilidad y una pequeña e infaltable cuota de maldad. Y estar a la altura de la leyenda.

Alguien vio en Pierce al candidato ideal mucho antes de que obtuviera el rol. El encuentro inicial entre Brosnan y Cubby Broccoli, el productor de James Bond, fue a principios de los ochenta. El actor había acompañado a Cassandra al set de Sólo Para Tus Ojos, en la que ella tenía un papel breve. Broccoli al ver al marido de su actriz dijo: “Si puede llegar a actuar, ya tenemos al sucesor de Roger Moore”.

Brosnan fue finalmente el elegido. Una nueva chance. Y un gran peso: debía revivir la franquicia.

La primera imagen que los espectadores tuvieron del nuevo Bond fue con el tráiler de Goldeneye. Al iniciarse, Brosnan miraba a cámara y preguntaba: “¿Acaso esperaban a otra persona?”.

Pierce Brosnan con tres de sus hijos: Sean, Paris y Dylan  (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)Pierce Brosnan con tres de sus hijos: Sean, Paris y Dylan (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)

Los ocho años de espera habían cambiado las cosas. Pierce estaba más grande, con una edad más adecuada para el papel y su vida había cambiado de una manera rotunda: no era el mismo. El dolor lo había atravesado.

Goldeneye fue un éxito enorme. Y todos sucumbieron al encanto del nuevo Bond. “Goldeneye me abrió muchísimas puertas tanto profesionales como personales. Pero también me hizo pagar costos muy altos en cuanto a la falta de privacidad. Pero un actor sueña toda su vida con tener un papel como ese y que se convierta en un gran éxito”. Fue la cuarta película más taquillera de ese año. James Bond, definitivamente, había regresado.

Brosnan fue Bond en cuatro películas. Las otras: El Mañana Nunca Muere, El Mundo No Basta y Otro Día para Morir.

La última batió el récord de la franquicia. Brosnan revitalizó la marca Bond de manera definitiva. Para el siguiente proyecto, los productores, querían saldar una cuenta pendiente: Casino Royale, la primera novela de Ian Fleming , el creador de 007, la que ellos no habían filmado porque los derechos ya había sido vendidos. Brosnan pidió un salario de 40 millones de dólares. Los productores se negaron y buscaron un ardid para explicar por qué cambiaban al actor en el momento de mayor éxito histórico. Dijeron que se trataba de la primera de la saga, de los inicios de Bond. Por eso necesitaban uno nuevo. El elegido para suceder a Brosnan fue Daniel Craig.

En 1994 conoció a la periodista y presentadora televisiva Keely Shaye Smith. Desde ese momento están en pareja. Tuvieron dos hijos, Dylan y Paris. La pareja divide su tiempo entre Malibú y Hawaii. En 2013, otra vez tuvo que atravesar el dolor de una pérdida terrible. Su hija Charlotte murió a la misma edad que la madre de cáncer de ovarios.

Brosnan actuó junto a Barbra Streissand, participó del éxito de Mamma Mia pese a las críticas por la manera en la que canta (él se ríe y dice que tiene un disco de platino y uno de oro debido a la venta de las bandas de sonido). Fue dirigido por Polanski y por Bruce Beresford. El Sastre de Panamá, Matador y El Affaire de Thomas Crown fueron otros de sus éxitos y de sus mejores papeles.

Una de las grandes aficiones del actor es la pintura. Este retrato de Bob Dylan fue subastado y alcanzó un valor de un millón y medio de dólares  (Photo by Kevin Tachman/amfAR/Getty Images for amfAR)Una de las grandes aficiones del actor es la pintura. Este retrato de Bob Dylan fue subastado y alcanzó un valor de un millón y medio de dólares (Photo by Kevin Tachman/amfAR/Getty Images for amfAR)

Con el tiempo pagó sus deudas con Tim Burton y con los superhéroes. Con el director hizo Marte Ataca. Y el año pasado fue el Doctor Fate en Black Adam, del universo DC.

Unos días atrás unas declaraciones suyas recorrieron el mundo. Afirmó que él nunca se enoja. Que podría hacerlo, pero que no cede a la tentación. Que se entrenó para no enojarse. Y que para eso lo ayudan su cercanía al océano, la pintura y la meditación.

Brosnan nunca abandonó la pintura. Desde aquel chico de 16 años que ingresó a la escuela de arte al actor consagrado que en cada set en el que filma exige que le dispongan un pequeño estudio para que en los descansos del rodaje, él pueda dedicarse a sus cuadros. En una subasta benéfica reciente, un retrato de Bob Dylan pintado por él fue vendido por un millón y medio de dólares.

Hoy Pierce Brosnan, el Quinto Bond, Remington Steele, el segundo Thomas Crown, el del encanto perpetuo, el hombre que nunca se enoja cumple 70.

Infobae/

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