El acontecer de los últimos años en el ámbito de la televisión venezolana, ha ido paulatinamente desapareciendo. Poco a poco y como una maldición dejada por la extinta RCTV, ha venido ocurriendo un deterioro en todos los ámbitos; desde su incidencia en la familia que día a día se daba cita para la programación determinada, hasta la forma de su estructura de generar la captación del televidente.
Han corrido unos cuantos años desde que la imagen era en blanco y negro y la parrilla de producción contenía los enlatados de las series de Supermán, El Llanero Solitario, El Zorro, Hechizada, y otros tantos que sumados a Radio Rochela, Bienvenidos, y las eternas novelas de Delia Fiallo; serie se mantuvieron en el tiempo y fueron dando un amplio espectro para la competencia entre los canales existentes, donde se sumaban Venevision, Canal 5 y VTV.
Comentario obligado tiene que ser los noticieros, los cuales tenían cierto nivel de libertad en cuanto a poder transmitir en vivo las noticias del acontecer diario, amén de las informaciones de importancia nacionales e internacionales. En este aspecto, comenzó a aparecer dentro de estos espacios, las entrevistas a personajes de la vida nacional, teniendo siempre la trascendencia los relacionados con la política del país. Fue de tanta importancia este tipo de escenario, que para los políticos significaba una ventana para su promoción y darse a conocer en ellos. Esto al mismo tiempo dio lugar a programas exclusivos de opinión esperados y con una alta sintonía. Por allí desfilaron diferentes moderadores y excelentes analistas que bajo criterios muy diversos opinaban. Quien no recuerda a Sofia Imber y su compañero de parrilla Carlos Rangel, o los análisis de Uslar Pietri con sus “amigos inviables”, que decir de Óscar Yanez y “chúpate esa mandarina”; por solo nombrar algunos de los célebres entrevistadores de alta gama. Renny Ottolina con su “show de Renny”; Carlos Croes, José Vicente Rangel, Napoleón Bravo; personajes que marcaron hito dentro de la televisión venezolana cuando se permitía la crítica directa a la política y de donde él mismo candidato Hugo Chávez supo sacar provecho en muchas oportunidades con alguno de estos últimos nombrados. Era una televisión donde la propaganda política era bienvenida en todos los ámbitos y en igualdad de condiciones; con un sesgamiento moderado pero sin negar participación al contrario. Donde hasta la sátira y el sarcasmo se transformaba en humor a través de Radio Rochela. Allí hasta se imitaba a políticos y presidentes en ejercicio sin que ninguno pidiera el cierre o despido de alguno de los que allí actuaban. Obviamente existían una que otra queja pero no se censuraba ni se dejaba de lado la crítica constructiva de un pueblo igualmente oprimido por aquellos gobiernos de turno, pero que por lo menos esas voces no se callaban. Era una televisión con parámetros de horarios para la familia que quizás comenzó a desnaturalizarse a partir del nefasto gobierno de Jaime Lusinchi. Empero, hoy en día, no queda nada de ese Escuela. Hay temor de que se digan las verdades y de que el pueblo juzgue la realidad del sarcasmo. La TV del siglo XXI, ha preferido dar paso a nimiedades y a una triste programación, atada a los designios de una impronta que produce la limitación a la libertad. Hasta hace muy poco vimos la censura del programa obligado de la 1 pm con Wladimir Villegas, en su famoso “Wladimir a la Una”, tuvo vigencia hasta que se hizo incómodo y por ende desapareció. De igual manera ha ocurrido con los noticieros que en cuanto a las informaciones sobre el país, pues viviríamos en la tranquilidad más apacible solamente comparada con la de Mr. Chance, en “Desde el Jardín”; aquí el libreto debe ser similar al de Kosinski, pues la única realidad existente no es solo el jardín sino que todo está bello. Aquí obviamente no hay inseguridad, ni malos servicios públicos, no hay hambre ni sueldos paupérrimos, todo está chevere, mientras no hay electricidad ni gasolina; ah, pero hay “fiesta de la luz” y “fiesta del agua”, pero será en las casas de los que detentan el poder y el séquito de enchufados. Esas realidades como las ocurridas en la entrevista que viralizo a Sair Contreras, pues sencillamente no existen, y como el periodista mintió y habló sobre hechos que conforme a Derecho no son públicos, notorios y comunicacionales, había que despedirlo por falsear la verdad verás. De suerte que el TSJ ha entendido como tales hechos notorios y comunicacionales conforme a la sentencia del 15/03/2000, en Sala Constitucional, bajo la ponencia del Magistrado Cabrera, lo siguiente: “El hecho comunicacional puede ser acreditado por el juez o por las partes con los instrumentos contentivos de lo publicado, o por grabaciones o videos, por ejemplo, de las emisiones radiofónicas o de las audiovisuales, que demuestren la difusión del hecho, su uniformidad en los distintos medios y su consolidación; es decir, lo que constituye la noticia.”
De cierto entonces, no se atentó a la verdad de hechos donde se ha insistido requieren prueba, como lo refirió el Diputado entrevistado y más aún uno que otro periodista defendiendo lo indefendible.
Rafael García González