Butler, Pensilvania.- El expresidente y aspirante republicano a la presidencia de EE.UU. Donald Trump fue evacuado de emergencia este sábado con herida de sangre en la oreja derecha tras escucharse varios disparos cuando acababa de empezar su mitin en la localidad de Butler (Pensilvania), dos días antes de la Convención Nacional Republicana.
Agentes del Servicio Secreto, postrados en el tejado de un granero tras el atril donde Trump se estaba dirigiendo a unos 15.000 asistentes, según la organización, respondieron al intento de ataque mientras el exmandatario, el público y la prensa permanecían en el suelo.
Según la oficina del Fiscal General de Butler, el tirador fue abatido y hay otro fallecido y Trump fue rozado por una bala, algo que confirmarían la imágenes del lado derecho de la cara ensangrentada de Trump.
El suceso apenas se prolongó un minuto, en el que volvió a escucharse otra deflagración, y después Trump se levantó por su propio pie con la oreja ensangrentada y el puño en alto y fue escoltado hasta un vehículo oficial para ponerlo a salvo y someterse a pruebas médicas, constató EFE.
Posteriormente, las autoridades confirmaron que, por el momento, el altercado ha dejado dos muertos -incluido el tirador- y fuentes de la campaña de Trump informaron que el exmandatario está «bien» y «a salvo».
Varias sirenas de ambulancia se escucharon poco después de que se declarara como «zona de crimen» y un par de helicópteros sobrevolaron la zona para garantizar la seguridad de los asistentes.
Miembros del Servicio Secreto gritaron «el tirador a caído», al tiempo que sacaban rodeado por agentes a Trump, que se mostró desafiante, con el puño en alto, pese al riesgo de exponerse a un nuevo ataque.
Completamente atónitos con lo ocurrido, la mayoría de los asistentes estaba utilizando sus teléfonos móviles para comunicar a sus familiares que no habían sufrido ningún daño, pero una minoría embravecida -de unas 30 personas- decidió entonces cargar contra la prensa.
«Es su culpa», «hijos de puta» o «cerdos manipuladores de izquierdas» fueron algunos de los insultos que profirieron a los periodistas antes de irse directamente contra ellos y agentes de Policía tuvieron que intervenir para que no se desatara la violencia física.
El mitin de este sábado de Trump, en el que todas las miradas estaban puestas en si el expresidente desvelaría finalmente quién era su elegido para la vicepresidencia si regresa a la Casa Blanca, se celebraba en un lugar destino a la celebración de la feria agrícola anual de Butler.
Este condado de Pensilvania, cercano a la frontera con Ohio, es predominantemente rural y conformado principalmente por familias blancas de clase trabajadora.
En los escasos diez minutos que duró el mitin, Trump se había dedicado a criticar duramente a la «migración».
Tras las deflagraciones, los más de 10.000 asistentes y el exmandatario se echaron al suelo, mientras reinaba la incertidumbre y agentes de seguridad parecían tratar de neutralizar al presunto tirado, que algunas imágenes mostraron abatido en un punto alto cerca de la zona del mitin.
Minutos después, Trump se puso en pie -entonces fue cuando se le vio herido- y salió escoltado a toda prisa hasta un vehículo oficial que lo ha trasladado a un centro de emergencias cercano donde, según su campaña y el Servicio Secreto, se ha constatado que está «bien» de salud y ha sido ingresado para ser revisado por médicos «locales».
«Vamos a tener un buen sábado a y a disfrutar, porque la semana que viene voy a ser nominado oficialmente», había dicho el líder republicano antes del suceso.
Para añadir casi inmediatamente: «La era con menor inmigración de la historia de nuestro país va a comenzar muy pronto (…) Los voy a deportar a todos. Probablemente sean 20 millones de personas, entre criminales peligrosos y narcotraficantes que no deberían estar aquí. Mirad en qué han convertido nuestro país».
Tras esto, se escucharon los disparos y se desató pero afortunadamente los asistentes evacuaron la zona sin riesgo y algunos incluso se paraban de regreso a comprar ‘merchandising’ de Trump.
«Ha sobrevivido porque es un héroe, nuestro héroe. No hay nadie mejor para resucitar este país, es lo que necesitamos», dijo Dave McCormick, un lugareño de 50 años, a EFE tras el tiroteo.
A lo que su esposa, Jada Collins, añadió: «Esto lo va a hacer incluso más fuerte. El regreso a la Casa Blanca está más cerca que nunca».
EFE/