***“Pisándole la cabeza, hay que matar la culebra”
Alí Primera…
Cierro “un tantico” la persiana de mi entorno y me reencuentro conmigo, asumo una conversa interior, propia de momentos difíciles.
Todos los momentos son históricos, algunos más marcados que otros, pues significa tomar decisiones que trascienden y marcan rumbos.
Desde muchacho me distancié de cosas que no me parecían, y en aquel campo donde crecí bajo el cuidado de mis viejos, siempre abracé las cosas tan distintas que otros consideraban muy extrañas; así, cuando migré y pisé el pueblo, siendo muy muchachito, ya había comenzado a ser un hombre.
Recuerdo el día en que me santigüé, (me hice “la señal de la cruz”), y entré de sopetón a aquella casa frente a la Plaza de Bolívar. Aquel caserón de esquina, que llamaba mi atención cada día que pasaba caminando a mis primeros días en el Liceo. En su pared frontal colgaba un largo retablón que tenia dibujado la silueta de un gallito rojo; desde entonces, ese paso, marcó lo que yo sería el resto de mi vida, un amante de sueños inconclusos.
Siempre soñé, y luché como bien pude, por ver en carne y hueso, el socialismo de verdad, aquí en mi patria.
Otros seres malvados, hicieron trizas esos sueños convirtiéndolo en una caricatura mal pensada. Se vistieron de rojo carmesí y se adueñaron de las banderas enarboladas con amor por quienes estregaron sus vidas por nosotros.
Todos los momentos son históricos, algunos más que otros, pero todos son propicios para el debate. Realmente somos hijos del debate, y estos “carajos” castraron del debate a la revolución. Quieren borrar todo vestigio de la izquierda queriendo construirla a la medida de sus intereses.
La culebra viva aún, no podemos dejarla zigzagueante en los caminos, aún con las fuerzas menguadas por los años, recuerdo a Alí quien con su verso irreverente y combativo, nos enseñó que la única manera de matarla es aplastarle la cabeza.
TORIBIO AZUAJE
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