Abg. Esp. Raimond M. Gutiérrez M. /
Es muy raro que un abogado sepa de petróleo. En toda nuestra historia, el profesional del derecho que más ha sabido de petróleo fue el caraqueño Juan Pablo Pérez Alfonzo (1903-1979), popularmente designado como «el padre de la Opep». Su legado fue el garantizar la autonomía y el liderazgo de los países productores de petróleo sobre sus industrias, frente a los intereses de empresas transnacionales.
Nosotros –sin el mínimo de igualación con tan prestigioso profesor y exministro-, guiados del entonces Mayor (Ej) Adoniram Bello García (QEPD), en 1995, dimos nuestros primeros pasos en el mundo del petróleo (del griego, literalmente: «aceite de roca»), mediante el taller «Operaciones petroleras para no petroleros», que dictó en Punta de Mata estado Monagas, la entonces Corporación Venezolana del Petróleo S. A. (Corpoven), filial de Pdvsa.
Por otro lado, de la frase «Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla», atribuida originalmente a Servio Tulio Cicerón (106 a. C – 43 a. C), más conocido como Cicerón, es de donde adquirimos nuestro pregón tropicalizado: «Un pueblo que no sabe lo que produce está condenado a la pobreza». Con tal, hemos querido significar que: siendo Venezuela un país productor de petróleo, no se entiende cómo es que la mayoría de los venezolanos no sepamos –a flor de labios, como debería ser- de petróleo y sus procesos de exploración, producción, refinación y comercialización; cómo es que en nuestras escuelas, no se enseñe en profundidad sobre ese hidrocarburo líquido que genera desde 1917, para bien o para mal, nuestros mayores ingresos en divisas.
El crudo u oro negro –como también se le conoce- es una mezcla de compuestos orgánicos, principalmente hidrocarburos insolubles en agua, que se produce en el interior de la tierra, por la transformación de la materia orgánica acumulada en sedimentos del pasado geológico, que suele acumularse en trampas geológicas naturales localizadas en algunos lugares del planeta, de donde se extrae mediante la perforación de pozos.
Respecto del cuento mal echado, el fulero nacionalizado venezolano Bernard Mommer, uno de los ideólogos de la política petrolera que signó la administración de Hugo Chávez, en 2004 escribió un publicitado artículo denominado “La Orimulsión: verdades científicas y mentiras políticas”, en el que concluía: “De acuerdo al World Energy Council, el 90% de crudo extrapesado en el mundo se encuentra en un solo yacimiento: la Faja Petrolífera del Orinoco. (…). No cabe duda que la Faja es el tema por excelencia de la investigación científica y tecnológica venezolana en el campo de los hidrocarburos. Su fin es, y tiene que ser, incrementar el valor de la misma, no en disminuirlo. La Orimulsión lo disminuía sistemáticamente; de allí la acertada decisión del gobierno de desactivar su producción…”
Así pues, a lo largo de estos últimos 25 años se ha venido cacaraqueando que somos el primer país del mundo con las más altas reservas probadas de petróleo, sin dar detalles técnicos del crudo de esas reservas y sus implicaciones en la industria mundial; que somos muy ricos por ello; que, los «gringos» nos quieren robar nuestro petróleo. Puros cuentos, purita cháchara. Veamos:
Lo primero que hemos de saber es que: según nuestra legislación, el suelo y lo que exista sobre el mismo, puede ser objeto de propiedad privada o pública, mientras que lo que yace en el subsuelo, es siempre y exclusivamente de propiedad pública: del Estado. Luego, el petróleo, como fuente de energía y de materiales industriales, se utiliza para diversos fines, entre otros: transporte, gas combustible (se utiliza en las instalaciones refineras donde se genera), gas licuado (se utiliza en hogares), industria petroquímica (se obtienen solventes, combustibles, carburantes, alcoholes y plásticos); y es harto conocido que ese hidrocarburo es de vital importancia para nuestra economía y la política exterior, ya que es el sector que genera la mayor parte de las exportaciones y las contribuciones fiscales al Estado. También, que donde hay petróleo hay gas (mayormente metano) y agua.
El principal uso del petróleo –a partir de su refinación- es, como fuente de energía: el 90 % se utiliza para generar productos combustibles (gasolina, gasoil, fueloil y queroseno); sus principales consumidores mundiales: Estados Unidos, China e India. Es a partir del proceso de refinación que también se obtiene: gas licuado de petróleo, aceites pesados, parafinas y asfaltos, entre otros.
Empero, resulta que el petróleo –a la sazón, una mezcla de hidrocarburos de diferentes pesos y estructuras moleculares, desde sustancias simples y volátiles hasta compuestos asfálticos- se clasifica según sus grados API (siglas en inglés del American Petroleum Institute) en las categorías que siguen: liviano (con gravedades superiores a 31,1°), mediano (entre 22,3° y 31,1°), pesado (entre 10° y 22,3°) y extrapesado (menores a 10°).
La gravedad API –que se mide con un densímetro- es una medida de densidad que indica la relación entre el peso del petróleo y el del agua a la misma temperatura. Los valores superiores a 10 indican que el petróleo es más liviano que el agua y flotaría en ella.
Asimismo, según su producción, características y lugar de comercialización, actualmente el crudo se clasifica en: Brent (referencia para el mercado europeo), de alta calidad, liviano y conocido –en la jerga petrolera- como “dulce”, por su bajo contenido de azufre; West Texas (referencia para el mercado de los Estados Unidos de América), de muy alta calidad, liviano (39.6° API) y dulce (solo 0,24 % de azufre); Dubái (referencia para el mercado asiático), de baja calidad, pesado y de alto contenido en azufre; y, Cesta OPEP (referencia de una media aritmética de 7 variedades de crudo: Saharan Blend, de Argelia; Minas, de Indonesia; Bonny Light, de Nigeria; Arab Light, de Arabia Saudita; Dubái, de Emiratos Árabes Unidos; Tía Juana Light, de Venezuela; e Isthmus, de México), de calidad media-baja.
El petróleo liviano (Brent –hoy a 72,56 $ por barril- y West Texas –68,69 $ por barril) es el más comercializado a nivel mundial y el que se vende a un mayor precio. Por cierto, un barril de petróleo equivale a 158,98 litros o 42 galones (USA); capacidad totalmente disímil del que en nuestro país se le conoce como barril, pipa o tambor, de 220 litros.
No obstante, resulta que nuestras reservas probadas de petróleo certificadas por la OPEP en 271 millones de barriles, equivalentes al 20% de las reservas probadas del mundo, en la Faja Petrolífera del Orinoco –situada en partes de los estados Anzoátegui, Delta Amacuro, Guárico y Monagas y que comprende 55.314 km2, desde el suroeste de la ciudad de Calabozo hasta la desembocadura del río Orinoco en el océano Atlántico-, es petróleo extrapesado (y betún natural), cuya principal característica es que no fluye con facilidad dada su densidad o peso específico, mayor que la del petróleo liviano; y cuyo proceso de refinación (por fases de destilación, consiste en calentar el petróleo en un horno y hacer que pase hirviendo por torres altas) es altamente costoso: en la primera fase, se deshidrata el petróleo y se eliminan los asfaltenos. Para ello, se añade solvente, se elimina el agua libre, se calienta, se agregan aditivos para romper la emulsión y se asienta para eliminar el agua emulsionada. Y, en la segunda fase, se extraen los asfaltenos. Para ello, se utilizan contactores o mezcladores estáticos en línea y un sedimentador.
Así, nos han hecho creer falsamente que, aquel se trata del mejor petróleo del mundo, que se puede extraer tan económicamente como el liviano; que se puede vender muy fácilmente porque abundan las refinerías de crudo extrapesado; y que los norteamericanos están ávidos de ese tipo de petróleo. Se nos han ocultado los problemas de su producción, transporte y refinado, que son especialmente complejos en comparación a los del liviano; que ese tipo de crudo tiene una viscosidad muy extrema: menor a 10° en el índice API, por lo que es necesario añadirle un costoso diluyente a distancias regulares de un oleoducto a fin de facilitar su circulación, pues tiende a solidificarse en esa tubería de transportación; que en el resto del mundo son casi existentes las Refinerías de Craqueo térmico o catalítico (que descomponen las moléculas de hidrocarburos más grandes en otras más pequeñas, lo que permite convertir residuos pesados en productos más valiosos como gasolina y diésel) siendo estas las adecuadas para petróleo pesado y extrapesado. En fin, nos han «caído a muelas».
Además, se nos ha dicho erróneamente –y es aquí en donde se afinca el otrora chavista después caído en desgracia, Bernard Mommer- que la Orimulsión, un logro excepcional de la investigación científica y tecnológica de la Pdvsa azul, y más específicamente del Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleos (Intevep), no tiene éxito como producto comercial. Según Mommer, «Lo peor de todo es que Venezuela es un exportador importante de combustible pesado, de manera que la Orimulsión afecta no sólo los precios del petróleo en general, sino los de las exportaciones venezolanas de combustible pesado –y, por ende, de su petróleo pesado– en particular». Un embuste total: algo así como pretender engañar al mundo haciéndole creer que el crudo extrapesado es liviano.
En esa espiral de fábulas, también hemos oído la aseveración según la cual «no le venderemos más petróleo a EEUU». De esa majadería, resultan varios hechos que nadie puede negar:
En ese país norteño, contrario a lo que ocurre en el sureño nuestro, el subsuelo –con todo lo que en él se encuentre- es del propietario del suelo. Así, los yacimientos petroleros son todos de propiedad privada. El «imperio» es –hoy por hoy- el primer país productor de petróleo liviano del mundo; y la Casa Blanca (ni el Gobierno Federal) no extrae, no compra ni refina petróleo. Esas actividades las desarrollan exclusivamente las empresas privadas, por ejemplo: Exxon Mobil, Chevron, ConocoPhillips, Citgo, Access Industries, Alon USA, Amoco, Apache Corp, Arbusto Energy y otras; con lo que en ese país no existe una estatal petrolera como la nuestra. Existe sí, la Administración de Información Energética. Lo que es más, el precio del West Texas se fija por la oferta y la demanda en la Bolsa Mercantil de Nueva York.
Con todo, las empresas privadas de la industria petrolera en los EEUU, han sido siempre nuestros mayores compradores a nivel mundial: pagan al mejor precio y de contado. Específicamente, nuestro más fiel y seguro comprador del oro negro en ese país –contrariamente a lo que se cree- somos nosotros mismos, a través de la Citgo Petroleum Corporation, filial de Pdvsa, cuya sede central está en el área del Corredor Energético de Houston, Texas, y se encarga de refinarlo y comercializar gasolina, lubricantes y petroquímicos de fabricación nacional. Es nuestra más grande industria en el exterior: cuanta con 8 refinerías, 60 terminales petroleros y una red de distribución con la franquicia de CITGO conformada por 14.885 estaciones de servicio, además de contratos por 10 años de abastecimiento de crudo por un volumen superior al 1.1 millón de barriles diarios. Que el sainete del «interinato» haya hecho estragos en esa empresa, es un asunto que no olvidamos y cuyo ajuste de cuentas llegará más pronto que tarde.
Por lo demás, respecto de la hipótesis de que el petróleo y su consumo se va a acabar, es necesario que se sepa que, ninguna persona que nos honre leyendo esta entrega verá con sus propios ojos ese final, pues hoy está comprobado que existe crudo y consumo para muchas más décadas, a tal punto que la producción y venta de los vehículos híbridos está ralentizada y va en descenso. Si no lo cree, indague sobre las ventas de Tesla Inc., que exhibe una gran paradoja: los vehículos eléctricos no se vende; pero tiene el más vendido en el mundo.
Finalmente, es hora de que los «mentira fresca» dejen su perorata y abandonen los cuentos mal echados respecto de nuestra industria más importante, que volverá –mediante Dios- por sus fueros de color azul, azulito: excelencia, productividad y meritocracia.