ESPECIAL.- Ya es parte de la cotidianidad ver en las calles de Acarigua-Araure, Portuguesa y el país, accidentes como el que muestra la gráfica.
Es evidente que conducir vehículos de cualquier tipo se ha convertido en una especie de «ruleta rusa», porque supone un riesgo enorme dada la cantidad de motos que circulan y en general, el comportamiento poco o nada ajustado a las normas de tránsito y al natural instinto de supervivencia que, en teoría, hay en cada ser humano.
Nadie discute que las motos se han convertido en un instrumento indispensable en la Venezuela de hoy. Son fundamentales para el transporte de personas y mercancías a pequeña escala, por su relativamente bajo costo, incluyendo el combustible, piezas y partes.
No obstante, el uso irresponsable por parte de muchos, ha hecho también de este vehículo uno de los principales protagonistas de los elevados índices de accidentes, en gran cantidad de casos fatales, enlutando a miles de familias y afectando el patrimonio de otras tantas miles.
Pedir mayor conciencia es casi como arar en el mar. Lo que le queda a quienes conducen vehículos de más de dos ruedas es estar alertas, siempre alertas, porque claramente en estos «tiempos de cambio», llueven más motos que agua del cielo.
