DESDE LA HOGUERA/ ¿…Y EL SILBÓN?

Muchos amantes del Folclor y de esas leyendas que fueron trasmitidas de generación en generación, las que contaban los abuelos a la luz de la luna en los patios campesinos a toda la muchachada que se congregaba a su alrededor, hoy nos preguntamos: ¿Qué pasó con El Silbón?.
En mayo no hubo velorio de Cruz, ni salves a la Virgen María Auxiliadora, Patrona de los agricultores de la zona alta de Araure, ni Festival de El Silbón y ni siquiera el silbido del Canilludo se escuchó.
Pasó el mes de mayo, el mes de ese miedo colectivo que sembraba El Silbón con su silbido espeluznante y aunque han hecho noches muy oscuras, su imagen no se ha dibujado en los caminos del llano, ni su huella ha quedado marcada en los charcos que alumbraban los relámpagos.
Unos dicen que se fue huyendo del hambre, de la carestía de los alimentos en estos llanos de Portuguesa, Barinas y Cojedes. Otros aseguran que pasó la frontera y hoy ameniza con sus silbidos macabros las noches santanderianas.
Otros comentarios señalan que lo deportaron de Estados Unidos por no tener pasaporte y en México lo detuvieron por considerar que su vestimenta era una ofensa a los mariachis.
Unos maracuchos que venían de regreso para Venezuela por la selva o Tapón de Darién y que lo encontraron, que iba callado, con su mochila de huesos al hombro, descalzo y con paso muy ligero, dirigiéndose hacia la frontera con Perú. Otros, más tétricos todavía, dicen que ese largurucho, sombrerú murió de verdad… verdad,,, en la selva, que ellos lo vieron boquiando y pidiéndole perdón a sus padres por haberles quitado la vida.
Lo cierto es que esa figura fantasmagórica se perdió del llano venezolano, según aportes de la gente que lo conoce muy bien, se fue como el Judío Errante, atemorizado, tiene miedo a los criminales que matan a su madre y tienen el sadismo de cortarla en dos partes con un serrucho, tiene miedo a todos los matones que están diseminados por la geografía venezolana y sobre todo a los enquistados en el gobierno… ésos que ya deberían tener el “hocico” hinchado de tanto silbar por los crímenes cometidos y él se considera que es un “inocente vagabundo”, que cometió un crimen horrendo; pero sin premeditación, ni alevosía, porque sólo respondió a una interferencia cuando Satanás ocupó su cerebro.

CARMEN PÉREZ MONTERO

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