El título de nuestra columna de esta semana, pareciera altisonante para muchos. Primero por entender que o quiénes son los “notables”, y segundo, por que ?ellos ahora.
Para responder a la primera cuestión, históricamente debemos remontarnos al año de 1990, cuando un grupo de intelectuales, empresarios y políticos del país, entre los que se contaba al escritor Arturo Uslar Pietri, Mayz Vallenilla, Tulio Chiossone, Rafael Pizani, Alfredo Boulton, Eloy Larez Martinez, Domingo Faustino Maza Zavala, José Vicente Rangel, Miguel Ángel Burelli Rivas, entre otros; elaboraron unas propuestas que podrían ser tomadas como pautas o programas dentro del segundo gobierno de Carlos Andrés Perez, con miras a colaborar para paliar la crisis social y política del momento.
Todas estas personas han copado la escena política del país y quizás muchos no son ya recordados por las nuevas generaciones. Sus características principales, era tener un nivel intelectual y profesional de reconocida solvencia moral. Han sido venezolanos de excepción, por sus logros personales y en pro del gentilicio venezolano; cada uno en sus áreas.
Actualmente, Venezuela vive su peor crisis de valores, la moral ha sido colocada de lado, para dar paso a la mediocridad y el abuso de poder.
La mayoría de quienes ejercen cargos públicos, tanto de elección popular como designados, apenas reúnen un mínimo de sus actitudes de estudio. No han sido preparados para asumir lo que es servir a la gente y que es un servicio público. De allí, ha venido desvaneciéndose el Estado Fuerte de Derecho, siendo arrasado por la voracidad del amiguismo y la corrupción. Sin duda, esta última ha existido siempre, pero los niveles actuales superan cualquier imaginación; y lo peor, es que ya forma parte del sistema de vida común del venezolano.
El facilismo en el no hacer, también ha venido a instaurarse como piedra angular de lo que se desea. Ha nacido una clase social nueva rica (que también existió antes), solo que ahora tiene su denominación como los “enchufados”, los cuales cumplen funciones de testaferros o simplemente llevan inversiones mágicas con las que jamás dieron esfuerzos.
Se requiere entonces, que existiendo como los hay, un número importante de “notables”, deben por imperativo, asumir el control ante tanto desorden y anarquía social. Esto responde el segundo planteamiento inicial.
Apostemos por un verdadero cambio político que entienda que el partido oficialista no va a desaparecer, por el contrario, pasará a las filas de la oposición; porque también allí quedan venezolanos de convicciones qué quieren al país, y a pesar de que su sistema lleve al traste a la educación y la preparación de la gente, pues deben aprender que se requiere ese esfuerzo y comenzar su transformación necesaria con los pilares de hombre y mujeres que tienen en sus filas que si tienen estos atributos. Serviría igualmente, hablando del cambio político, que nos dirija un candidato que no solo sea un notable contemporáneo y de experiencia política, que asuma la unión de toda la oposición, con sus otros notables y quienes no lo son; porque igualmente hay que decir, que a la luz de este desorden, dentro de las filas de la oposición hay oportunistas y alacranes que nada bueno han demostrado, más allá de hacer sus negocios personales tal como cierta elite del gobierno.
El nuevo Presidente debe saber que enfrentará a una Asamblea Nacional opositora, porque aún allí estará la fuerza política del oficialismo para ese entonces, sin contar que la mayoría de gobernadores y Alcaldes, pues también son del gobierno actual; por lo que deberá hilar muy fino entre esta selva de gente con sus convicciones de existencia. Así mismo, la mayoría de instituciones del Estado, todas están revestidas de venezolanos que pertenecen al partido de gobierno, como la Contraloria General, la Fiscalía, el TSJ, Procuraduría, etc., lo que a la luz de las circunstancias, pues no le será para nada fácil establecer un gobierno de cambios profundos, pero que con su tesón y sapiencia, pueda enrumbarnos a esa unión y progreso del país.
Debe ser más que un notable, un venezolano que entienda la alternabilidad del poder ejecutivo, y que dentro de las ideas, al estar al frente del gobierno, pues automáticamente cederán las sanciones impuestas al gobierno actual; permitiendo de una sola vez, que el panorama económico se abra y se perfilen las relaciones para con las instituciones internacionales de financiamiento para poder lograr que regresen las inversiones extranjeras y el país pueda nuevamente levantar a la industria petrolera y de todo el entorno agroindustrial del país.
De manera pues, que este estadista notable por sus aquilatados conocimientos, entenderá que la educación del país y de su gente, es de primordial importancia, tal como lo han establecido Grandes políticos de la historia como Gandhi, Curchil, Kennedy, Mandela, Mao, Breznev, entre otros líderes mundiales; educación que debe ser de calidad y alto nivel para poder competir con el desarrollo que demanda el nuevo mundo.
Ante esta situación deberá el nuevo Presidente, velar por los más pobres y hacer su verdadera transformación a excelentes niveles de vida, a través de una seguridad social seria y no de estadísticas como ahora; donde exista atención hospitalaria de primera y condiciones de esperanza a las nuevas generaciones de querer quedarse en el país y unir sus esfuerzos para crear y reconstruir a la familia que hoy igualmente yace abandonada y desarticulada sin afectos. Atender a nuestra infancia que cada día prolifera en las calles, sin los más mínimos reparos de apoyo a su desarrollo personal.
En fin, el nuevo Presidente como notable y estadista del momento lo tenemos, es el Dr. Eduardo Fernández. Ya él lo ha dicho, debe nacer ese consenso que cada día crece y nos une; un consenso que solo lo podemos lograr con Unión y Progreso.
Rafael García González