QUO VADIS/ SENTIMIENTO NACIONAL

Vivimos un estremecimiento de voluntades hacia el venidero proceso de elecciones. El sistema de gobierno, como siempre nos pone en ascuas, en algo tan normal o sencillo como es la fecha de las elecciones. Un acto que de rutina debería ya haber sido anunciado por el órgano rector del CNE; ha pasado previamente por todo un show mediático e innecesario en la AN, donde hasta un acuerdo se firmó para acordar lo que sencillamente, la Constitución Nacional ordena.
Es que definitivamente ese sentimiento nacional de la sosobra y la sorpresa a las que nos tiene acostumbrado este sistema de gobierno, deshabilita las espectativas del venezolano común. Es un arte de generar estrés innecesario en la gente.
A la sazón, quienes habitan en Caracas, venían disfrutando de una ciudad tranquila que viene recuperando su ritmo; empero, el 29/02, como por arte de la necesidad de la molestia y la intranquilidad psíquica de los coterráneos caraqueños, este sistema ordena el cierre de las principales vías de acceso tanto del oriente y occidente, so pretexto de una marcha para conmemorar no ser imperialistas. Que vainas con esto. Según lo visto en las redes, el caos y desconcierto afloró en la gente. Más allá de una eventual concentración nacional del partido de gobierno, haciendo gala del poder y gastos de gobernaciones y alcaldías respectivas, que debían cumplir sus cuotas de traslado de la gente. Quizás, la convocatoria de la propia gente de Caracas que debe estar en el orden de los dos millones de personas, no acataría, como otrora a estos saraos vacíos y faltos de argumentos. Nada se dijo y menos nada se resolvió sobre los ingentes problemas del país.
Ese sentimiento nacional de desagrado y cuidado si de cansancio por el maltrato ciudadano, pueda revertirse en menos votos a favor del gobierno.
En fin, los caraqueños vivieron lo que en nuestras provincias ocurre cuando se montan espectáculos de fiesta y celebración (no sabemos de qué), y se cierran vías ante el estupor del IUS imperium de los que mandan; generando descontento y molestia a quienes tienen que trasladarse a sus trabajos o actividades cotidianas.
El resultado es el colapso y la anarquía; factores estos propios de nuestro actual sistema de gobierno.
Todo colapsa y todo es anarquía; no hay respeto al ciudadano y menos consideración a su participación en el ejercicio de sus derechos.
El sentimiento nacional de sentirnos como atados de manos, sin poder reclamar lo mínimo de un servicio público mal prestado, sin poder solucionar los requerimientos de un buen sueldo y bienestar de la familia.
Todas estas desconsideradas formas de llevar al máximo el aguante ciudadano, nos lleva a también tener un sentimiento nacional de cambios necesarios. Hay un sentimiento nacional de que el gobierno salga por los votos conforme a la ley; de que regresemos a un sistema de gobierno que sepa que la prioridad es la gente y su justicia necesaria del orden; no este banal concepto de “justicia social”, que ha venido quebrantado el equilibrio necesario entre el Estado y sus particulares, colocando al primero en un orden de primacía más allá de la teoría política del príncipe, que explica que el Estado es magnánimo y por ende no le importa la situación de sus ciudadanos.
Nace así, un sentimiento nacional racional y de respeto hacia valores y moral, ante la descomposición de estos factores; requiriéndose la figura de un político fuerte con argumentos y conocimiento de la realidad, que haga sentir su presencia sin revanchismos pero bajo el imperio de la Ley y su ejercicio ponderado del poder. Nace un sentimiento nacional de Unión y Progreso para el país, que venga a establecer las líneas de mando en orden a la obediencia de la Constitución Nacional, para generar un Estado de Derecho férreo que no permita la desviación del bien común. Un sentimiento nacional de verdadera solidaridad con los necesitados por la pobreza extrema, que sienta y tenga esa fibra humana para resguardar esos intereses insoslayables. Un venezolano de mérito ejemplar, que traduzca su palabra en poder de mando, pero con la sapiencia necesaria del líder y estratega. Nace un sentimiento nacional por lo bueno hacia el desarrollo y la calidad de vida, en fin, un sentimiento nacional por la democracia libre y representativa, sin conceptos trasnochados de participación como lo han hecho hasta ahora.
Sin duda, esta figura de mandatario presidencial la conseguimos en la persona del Dr.
Eduardo Fernández, como ya todos lo saben. El concentra un sentimiento nacional necesario.

Rafael García González

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