ESPECIAL. –
Este domingo 1 de diciembre, parroquia Catedral Nuestra Señora de la Corteza, se vistió de Navidad para darle la bienvenida al tiempo litúrgico del Adviento, santa misa presidida por Monseñor Gerardo Salas Arjona, obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure, concelebrada por el Pbro Luis Fernando Rangel.
En esta maravillosa oportunidad de encuentro con la palabra de Dios, Monseñor Salas Arjona inició su homilía caracterizando al Adviento como un tiempo de gracia, de esperanza, de amor, de misericordia, de armonía, de conversión para renovar la ternura de Dios en nuestros corazones y prepararnos para celebrar la Navidad el próximo 24, no como una simple costumbre, sino como una experiencia profunda que permita exteriorizar nuevas actitudes de vida el amanecer del día 25.
Este tiempo litúrgico, dijo, invita a reflexionar, a ocuparnos, hacer una pequeña pausa para pensar y darnos cuenta cómo estamos asumiendo el plan de Dios en nuestras vidas en familia, como parroquia, como grupos apostólicos, como vecinos. El plan de Dios, va más allá de lo mundano, de lo superficial, pretende que todos alcancemos la felicidad.
Una segunda enseñanza hizo hincapié durante este tiempo en la palabra reponernos, reponernos de la baja estima, de la ansiedad, de tantas actitudes negativas construidas por nosotros mismos que impiden mantenernos en pie, como verdaderos creyentes de las bendiciones de Dios, para lo cuál insistió en no perder la esperanza .
Por último, el prelado exhortó a dignificarnos, porque Jesús vino a liberar a los oprimidos y dignificar a los pobres. Dignifiquemos nuestra vida, nuestro espacio, seamos creyentes en las promesas del Señor y sintamos la felicidad verdadera.
En el marco de la sagrada eucaristía Monseñor Salas procedió a encender el primero de los cuatro cirios que revisten la corona de Adviento, signo de profundo significado que caracteriza a este tiempo litúrgico. /Prensa Catedral, Mayami Alvarado
Monseñor Gerardo Salas, en la primera misa de Adviento: «es un tiempo de conversión para renovar la ternura de Dios en nuestros corazones»
