QUO VADIS/ SOCIALISMO DINERARIO Y SIN VALOR

El tema de esta semana, abarca elementos que día a día son debatidos en las esquinas, reuniones, fiestas, lugares de trabajo y hasta tomando café con un amigo.

El ilustre profesor y jurista venezolano James Otis Rodner, en su libro “EL DINERO”, establece criterios bien interesantes sobre las clases de las obligaciones civiles en Venezuela.

En este tratado de profunda reflexión y análisis de estos aspectos jurídicos, resalta la distinción de las “obligaciones de dinero” y “obligaciones de valor”. En este contexto, las primeras las funda sobre los tipos de relaciones contractuales que nacen a la hora de los acuerdos y las cuales fácilmente pueden quedar calculadas en dinero; esto es, se puede saber sobre cuánto se establece el contrato y en caso de que se falle en la ejecución o feliz término del mismo, pues también será fácil calcular el daño sufrido; ya que al versar sobre efectos materiales pues todo puede ser estimado en su precio y así determinar estos montos. De allí que efectivamente entonces correspondan a las obligaciones dinerarias. Como contrapartida, existen las obligaciones de “valor”, como ya hemos dicho, y son todas esas cuya cuantía jamás podrá ser estimada porque representan vínculos afectivos o simplemente subyacen sobre cosas que no son materiales y en alguna manera indispensables para la vida. En este tipo de obligaciones, generalmente no nacen de un contrato y son producto de hechos o daños ilícitos de carácter general. Verbigratia, tenemos la obligación que nacería en un accidente de tránsito, donde por desgracia del destino ocurre la muerte de una persona por culpa de un conductor ebrio o que haya violentado las normas de tránsito (hoy día por cierto muy recurrentes); de dónde, sabemos que por más que quiera compensarse el daño, jamás podrá cuantificarse en “dinero” el valor de una vida humana, o la de uno de nuestros ojos, brazos etcétera.

Ante estas circunstancias, vemos entonces que “los valores”, más allá de los enunciados en la vida de una persona, o los que puedan prevalecer por su integridad y ética, no tienen precio.

Quise establecer esta disgresion para connotar un concepto que tiene hoy día una significación política como lo es el “socialismo”. A la sazón, hemos dicho supra, que este tema es harto discutido y evidenciado por todos.
Desde los más profusos estudiosos hasta la señora que vive en cualquier barrio; el socialismo es tema de conocimiento y de discusión.

Su matriz tiene un significado muy importante en los sistemas políticos que lo acogen; empero, en nuestro país fue bandera de la gran cruzada que llevó a cabo el desaparecido líder de la revolución Hugo Chávez, quien trajo a la palestra el desarrollo del “Socialismo del Siglo XXI”, acuñado como una doctrina intermedia entre los extremos de la derecha y de la izquierda.

Luego, en el transcurso de los años, hemos venido conociendo su desarrollo.

Lo lamentable de esta corriente actual (que muy humildemente creemos no es la que planteó Chavez), es la de que este “Socialismo”, está marcado indefectiblemente por el valor pero del dinero. Tendríamos entonces un “Socialismo Dinerario”, fundado en una suerte de desarrollo de una plataforma social pero inspirada en el “cuánto hay pa eso” o tristemente de no entender las realidades de lo que verdaderamente vive la mayoría de la gente.

Estamos ante un socialismo poblado de suntuosidades y marcas de buen estilo y vinos caros. Funcionarios que se someten a un ejercicio de cargos del Estado solo para lograr sus apetencias personales. Esto es extensible también a quienes no siendo funcionarios, están muy vinculados a estos grandes negocios (enchufados) que genera este socialismo, el cual es la adoración al Dios de Dioses como lo es el dinero.

No hay pues, una intención de “valores invalorables, el divorcio absoluto con la ética y la moral. Un concepto que ojalá no vaya vinculado a este nuevo slogans denominado “la Nueva Época”. Seguiremos dándonos por sorprendidos cada vez que conocemos quienes ejercen los actuales cargos públicos a nivel nacional, regional y municipal. Una gran mayoría no son probos para tal ejercicio y poco importa si conocen del

Socialismo de Chávez; el requisito es el gusto por el dinero ante esta avalancha que se desvanece ante las realidades de la masa social, aquellos a donde ese socialismo jamás podrá alcanzarlos porque ellos son el despojo necesario de los adinerados. Ellos fomentan las bases de quienes se aprovechan de su pobreza. De suerte no habría ricos sin pobres. Se marca así un concepto conocido que esperemos se comience a corregir, aunque sea gradualmente. Es necesario recuperar la meritocracia, allí hay algo de valor que viene dado por el esfuerzo y el trabajo.

Se requiere combatir el oportunismo dinerario y sus tentáculos en la corrupción de todas las instituciones. Busquemos bien, aún allí hay gente de valor.

Rafael García González

 

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