El pasado martes 20 de septiembre, «al fin» volvió a sesionar el consejo legislativo del estado Portuguesa, con una vergonzosa agenda que incluía el inicio del período luego del receso y puntos varios.
¿Receso legislativo?. ¡Que descaro!.
En tan gris gestión, como el color del cabello de quien la preside, sólo cuenta con dos eventos legislativos en casi un año. El primero fue la aprobación de la modificación de la ley de interior y debate que, en nada beneficia a la colectividad portugueseña, y el otro evento fue la admisión de la funesta ley del Sistema Tributario del estado Portuguesa, que después del rechazo colectivo y de los regaños recibidos desde Caracas, decidieron desconocer su existencia.
Como le ha dolido a la actual presidenta del CLEP y a los acólitos que la acompañan, que el legislador Pedro García, haya sido el precursor de esa derrota política propinada por la oposición portugueseña al soberbio partido de gobierno. Tanto, que jamás alguien pudo imaginar que los puntos varios establecidos en la agenda de la sesión estaban orientados a descalificar y ofender públicamente al diputado García, sin que pudiera hacer el uso de la palabra, porque una vez más le fue negado este derecho y como dijo la presidenta se le seguirá negando hasta que «se porte bien».
Otra cosa indignante fue la postura silente de los otros dos diputados opositores.
Todos sabemos que la polarización política del país se baila a dos ritmos, pero por como están sucediendo las cosas en el CLEP hay quienes dicen estar en un bando, pero bailan al ritmo del otro.
Definitivamente los que conformamos el bloque opositor, debemos fijar una postura que haga entender a la actual directiva, que el uso de la palabra de un diputado no es un privilegio que otorga la presidente de CLEP, sino que es un derecho consagrado en el artículo 8 de la Ley Orgánica de los Consejos Legislativos de Estados, y el artículo 16 de la Ley de Interior y Debate de ese mismo órgano.
Los arranques hormonales no pueden estar por encima de la ley. Pretender desconocer la legitimidad del diputado Pedro García, es silenciar la voz de toda la gente que él representa.
Por Froilán Sánchez