Nadal regresa con un preocupante hundimiento en el Masters 1000 París-Bercy

PARÍS.- Es la misma ciudad, París, pero en ubicaciones y elementos contrapuestos. Del paraíso de Roland Garros, donde Rafa Nadal ha reinado en catorce ocasiones, al infierno de París-Bercy. De una tierra batida agradecida a una combinación indoor-pista dura más inhóspita.

Era un lugar complicado para regresar después de casi dos meses apartado del circuito, después de perder en octavos del US Open ante el estadounidense Frances Tiafoe y haber estrenado más tarde la paternidad. Tampoco el rival, el también estadounidense Tommy Paul, ayudaba. Con mucha mano, ya había anunciado problemas con su doble 6-4 sobre Roberto Bautista el día antes. Esta misma campaña había batido ya a Alexander Zverev y Carlos Alcaraz. Un peligro en un día de inspiración, sin presión sobre sus hombros.

Nadal, cabizbajo, goteando sudor, vivió una vuelta de muchas dudas y errores. Hasta le faltó fe en el tercer set, que sí la tuvo para sobrevivir en el segundo. No era su día, lo asumió, y cedió 3-6, 7-6 (7-4) y 6-1 en 2h.33′ ante un Tommy Paul, 25 años y nº 31 mundial, que será el rival en octavos de final, este jueves, de Pablo Carreño, vencedor del canadiense Denis Shapovalov por 7-6 (2), 2-6 y 6-4.

El adiós de Nadal, 36 años y nº 2, entraba en las cábalas, incluso con la ayuda incondicional. No el desfondamiento del tercer parcial. Acabó hundido, como deseando marcharse del escenario, sin energía, abatido.

Una veintena de errores no forzados de Nadal, muchos con la derecha, su golpe de referencia. Aguantó en el segundo set. Tuvo 2-1 y un ‘break’ que entregó en blanco. Empezó su cuesta abajo. Levantó dos bolas de 2-4, remontó un punto de set con 4-5. Resistió hasta que en el ‘tiebreak’ Paul enseñó que tenía un extra para tomar la iniciativa, en el tanteador y el juego.

Esta tendencia americana se subrayó comenzada la tercera manga con un 0-2. Tuvo una opción de recuperación Rafa, una bola de ‘break’ que se jugó con la derecha. Del posible 2-2 al 1-3 Paul. Y no hubo más del balear. Por lo que fuera, se vino abajo. Pensativo, triste, capituló.

Pablo Carreño sigue, también Carlos Alcaraz, que ya tiene asegurado salir de número uno de París con independencia de lo que suceda en octavos frente a Grigor Dimitrov. Necesitaba llegar a cuartos o que Nadal no ganase el torneo. Rafa no estaba para ello, así lo fue exhibiendo en un encuentro de más a menos preocupante por el cómo. 

Nadal trampeó en la manga inicial, con ayuda de los fallos ajenos y esa capacidad innata para explotar la más ligera situación favorable para liquidar obstáculos. El 6-3 tenía que haberle aportadao serenidad, pero sucumbió a una noche irregular, sin chispa. Extraña. Y el adversario tomó conciencia de ello y dejó de conceder para vivir su propia sesión de gloria tras haber caído ante el balear este curso en Acapulco, 6-0 y 7-6 (5).

Sexta derrota de Nadal esta campaña, en la que suma 38 victorias y cuatro títulos (Melbourne, Open de Australia, Acapulco y Roland Garros). Quedan las ATP Finals, en Turín del 13 al 20 de noviembre. No llegará en las mejores condiciones. Tiempo de reflexión con su equipo para hallar una solución para el cierre de un 2022 de sensaciones encontradas para Rafa. Éxitos pero también puñaladas por la espalda en forma de lesiones de tiempo y en el peor momento posible. 

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