QUO VADIS/ ¿Y QUÉ VAMOS A LEER?

Una de las prédicas más comunes entre venezolanos de mediana edad en este tiempo, es la falta de lectura generalizada que viene ocurriendo y ya hace bastante.
El asunto es que, si analizamos el contexto de esa realidad, nos vamos a encontrar con una serie de circunstancias que afloran en esa tan apasionante forma de distraer el tiempo y consumir aprendizaje. Una de las más denodadas y manifiesta forma, es ver cómo poco a poco, desde la aparición de la internet y los teléfonos celulares (hoy inteligentes, tanto que ya nos han hecho ignorantes), nos han ido convirtiendo en autómatas de la comunicación. Al comienzo con los incipientes chats que se vinieron ampliando a través del logro móvil célular y mensajes SMS, para recordar la extinta plataforma del BlackBerry denominada PIN.
Era hasta cómico ver cómo antes cuando se conocía a alguien no se pedía el número telefónico, sino un simple “DAME TU PIN”. Después de eso, todos ya conocen la historia de la aparición del Zeus del Olimpo actual cuyo nombre atribuimos a Google, grandioso por demás con sus hijos Monarcas de la dominación del Mundo el Dios Thor, pues sería Twiter, Facebook, Instagram, Telegram, y el más reciente de todos creo nuestro maravilloso mundo del TikTok. Mismos Dioses, nuevos nombres.
Este panorama invasivo, obviamente tenía también de enemigo a diferentes Dioses de lo que ahora podría ser el inframundo.
La lectura y el conocimiento entran en contraposición con los intereses supremos de estos nuevos Dioses, por eso la guerra encarnizada para su eliminación.
De suerte vemos, o mejor dicho, ya no vemos Librerías (lugares donde vendían libros con hojas de papel escrito y que eran elaboración intelectual de clásicos y contemporáneos escritores, filósofos, novelistas y poetas entre otros), menos aún vemos aquellos pasillos de vendedores de libros usados (muy pocos existen) de los cuales no solo era interesante ir a comprarles, sino compartir con ellos aquellas tertulias sobre el último libro leído o la recomendación del mejor para iniciar esa nueva relación con páginas palpables y amorosas que acallábamos por momentos con una pausa cómplice con el famoso marca página (especie de cartón rectangular, generalmente representando una publicidad de algo o con pensamientos y reflexiones).
En este contexto, la lectura ha fenecido y disminuido en aquellos que la atesoramos, y peor decir de los que quizás ni la conocieron. (Créanme que los hay). Así mismo, como no recordar los domingos de lectura de EL NACIONAL, EL UNIVERSAL, ULTIMAS NOTICIAS como prensa nacional y de los tiempos de ÚLTIMA HORA, EL REGIONAL, EL INFORMADOR o EL IMPARCIAL. Por su puesto que MERIDIANO y 2001, y no podía faltar las noticias del final del día con EL MUNDO.
Verdaderamente tiempos de lectura y contacto directo con información y análisis. Con caricaturistas de la talla del ya fallecido Zapata, tenaz e inteligente; Raima entre otros. Lecturas de política, economía del Profesor Domingo Maza Zavala, entre otros grandes escritores, incluso Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez (aunque usted no lo crea) más allá de sus obras como analistas y escritores consagrados. Esto podía permitir la profundidad del estudio, de hecho en el bachillerato eran temas de discusión en diferentes cátedras para su análisis y comprensión.
Hoy en día la técnica de acabar con la lectura implica la consecuencia de acabar con el conocimiento del hombre. No hay cultura de lo culto, de esa forma aclimatada con el temple de la palabra convincente por la dura argumentación.
Hoy en día QUÉ VAMOS A LEER, si ya no hay libros, nos han acorralado a mirar una pantalla de un teléfono o de la computadora para por lo menos hallar algo que interese para profundizar sobre el escaso conocimiento.
Se habla de conflictos bélicos como base de la destruccion del hombre o del inicio de la Tercera Guerra Mundial, mi posición es que esa Tercera Guerra se inició hace rato, bien formulada y planteada a través del mundo cibernético y de redes sociales.
Esta disparatada fórmula de poder ha hecho fuertes a quienes dominan estos mecanismos; no en balde las nuevas potencias se han erigido en relación a su comportamiento y desarrollo tecnológico.
Lo loable es que aún hay que leer y aprehender; aún el conocimiento no renuncia a su caída y es una tarea su inducción necesaria. En nuestro país sobre todo, debe haber una encarnizada lucha por apartarnos de lo chabacano y de la ignorancia, apartarnos de esos valores alternativos que implican pobreza mental del hombre, sacar ese chips mal contagiado de la pereza y la falta de voluntad hacia los caminos de la prosperidad y el retorno al esfuerzo y la creatividad, eliminar el facilismo estudiantil; regresar a la competencia de la inteligencia en nuestras escuelas, liceos y Universidades con alumnos que estudien y apliquen sus exámenes con éxito, no bajo la égida de que si no estudio igual paso la materia. Esa mentalidad de una comodidad aparente viene destruyendo al país con profesionales de actos de grado pero sin preparación ni vocación; sin saber quiénes fueron Rómulo Gallegos, Andres Eloy Blanco, Perez Bonalde y hasta los célebres escritos del Libertador más allá de la simple publicidad politiquera.
Debemos deslastrarnos de políticos vacíos y fatuos, que no tienen interés en la formación de bibliotecas públicas o círculos de lectores, que no tratan de recuperar nuestra idiosincrasia y los valores de la ética. Esos políticos de pacotilla se han multiplicado y los vemos arrogantes con sus fórmulas de poder y con vítores e insignias de discursos aprendidos porque al final son incapaces de pensar por sí mismos; y con esto, no solo me refiero a los oficialistas, sino que incluye por demás a lo más granado de una supuesta oposición que cada día se pierde en sus contradicciones.
Y no me vengan con las tesis de las nuevas formas del poder o de los sistemas de dominación global; hace falta conciencia de quienes si tenemos la oportunidad de elegir a personas y no partidos; a la gente que va más allá de una simple visión de sus bolsillos personales y han pisoteado a la inteligencia. No permitamos esta desintegración, armonicemos los esfuerzos, aún hay tiempo de LEER.

Rafael García González

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