QUO VADIS / EL EGO DE RODILLAS ANTE EL CONSUMO Y LAS REDES

Atravesamos instantes de suprema velocidad informativa, sea esta buena o mala, real o fantástica. Sucumbimos ante la vorágine de vernos encriptados en las redes y su popularidad. Desde un simple muro de Facebook, Instagram, Tic tok; hasta la más sofisticada de las conexiones mediáticas, nos genera una lucha sensible por un “like”.
Guy Debord por allá en 1967, con su libro “La Sociedad del Espectáculo”, jamás imaginó que estaba sembrando las bases del consumismo que produce el ego mostrándose al mundo.
Vemos reflejada toda una nueva cultura de las redes sociales que incide en la descomunicación y consecuente distanciamiento que produce la falta de contacto. Cada día reflejamos en nuestras redes imágenes e iconos inertes aunque estén en movimiento y aunque demuestren que estamos vivos, pero que no son más que un simple momento muchas veces acomodado, por aquello de cómo me veo o si estoy bien para la foto.
Discutir y razonar sobre la actualidad de las redes sociales, es harto complicado.
Supone una necesaria conexión con lo axiológico del ser humano, y allí comenzamos a filosofar sobre su existencia.
En verdad somos lo que presentamos? Realmente es cierto lo que estamos viendo? Habrá posibilidad de que razonablemente una información sea verás?
En estos aspectos chocamos igualmente con la publicidad consumista que vende y aprovecha cualquier espacio para contagiarnos de necesidades materiales que no tenemos pero que son saciadas por el dinero, que paradójicamente, tampoco tenemos; generando una sensación psicológica de tristeza y frustración, lo que marca a la división de las clases sociales. (Karl Marx dixit)
Por otra parte, esta existencia del ego, también induce a disfrazarnos con rasgos de felicidad que no se tienen, pero que muestran nuestra mejor cara para el que dirán. La sociedad pasó de ser un simple conglomerado de vecinos, a una vasta comarca mundial atada a las mejores imágenes de la dolce vita, que a ratos apenas gravita en un sueño que no puede contarse ante la realidad.
La inquietante alienación transcultural invierte idiomas, comidas y religiones. El asedio de poder mediático genera constantes enfrentamientos entre grupos societarios que a su estructura interna han manejado determinadas circunstancias de sus dia a día. Verbigracia, Qatar ha estado siendo acosada por su cultura y su régimen religioso, al ser confrontado por sistemas decadentes que hoy vienen con su cara lavada a hablar de Derechos Humanos. El Mundo musulmán y de otras religiones de esos países árabes y africanos, tienen sus creencias ancestrales que les ha permitido subsistir y desarrollarse más allá de la actividad económica. En ellos, lo espiritual y acercamiento a su Dios, los hace distintos, pero no por ello está mal lo que es ley en esas sociedades.
Empero, vemos personas opinando sobre lo que no saben ni conocen; criticando una falsa moral que en el fondo no tienen para señalar a estas culturas del mundo.
Entendemos una visión de lo que hemos venido aceptando de este lado de la Tierra; lo que no nos da patente de corso para ser jueces mundiales de la virtud y la moral.
En nuestro país, sobran los opinadores de oficio quienes sin mayor resquemor saben de todo pero no se detienen a ver el daño que pueden hacer ante informaciones falsas. Basta que cualquiera haga un comentario o un video de lo que mejor se le ocurra para que automáticamente autoridades legítimas como el Ministerio Público y órganos de investigación actúen sin que ni siquiera esa denuncia sea seria. Es la acción por chisme de red, la cual deberá ser anexada en la futura reforma del COPP. De paso, todo este show mediático sin denuncia genera todo un proceso cognitivo y verás que produce la condena anticipada de cualquiera, sin que ningún Juez o Jueza haya pronunciado decisión de Derecho. Todo en nombre de la vitalidad del ego y el consumismo mediático. La pregunta es, ese es nuestro estado de Derechos?

Rafael García González

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