¿ASÍ QUE EL 23 DE ENERO SE PERDIÓ?

DUELE DECIRLO PERO ES LA CRUDA VERDAD: hemos cambiado a un agente del imperialismo por otro igual. Tan solo avanzamos en las conquistas democráticas.

ASÍ SE EXPRESÓ DIEGO ANTONIO SALAZAR LUANGO, a quien conocí por allá a finales de 1999. Nos encontramos casualmente en el mostrador de la arepera La Redoma de Araure; era medianoche cuando estábamos comiéndonos unas arepas. Nos presentamos: él como el coordinador regional del Movimiento Quinta República (MVR) en Portuguesa y yo como alcalde del municipio Araure. Me obsequió un libro de su autoría – Los Últimos Días de Pérez Jiménez – y me dijo: Alcalde, vamos a obtener mayoría en la Cámara Municipal, dado que se acercaban las elecciones. Y así fue: el MVR 6 concejales, el Grupo ARMANDO 2 concejales y COPEI 1 concejal.

JURAMENTADA LA CÁMARA MUNICIPAL DE ARAURE, los primeros días de enero, propuse a Diego Salazar como orador de orden en la sesión que se realizaría el 23 de Enero de ese año. Y me atreví a proponerlo por 2 razones: la primera, porque el MVR tenía la mayoría de concejales; la segunda, porque leí el libro que me regaló y me pareció muy interesante y didáctica su forma de narrar la historia del fin de la dictadura perezjimenista ¡Quién mejor que él para disertar sobre ese acontecimiento histórico!

DE ESA SESIÓN TENGO UNA ANÉCDOTA CON DIEGO. Yo acostumbraba a dar por concluida las sesiones con unas palabras finales de agradecimiento al orador. Ese día finalicé con un pasaje muy hermoso y sentido de su libro. Le recordé a la morena de pelo tan negro aquella noche de libertad, de alegría y alborozo en la que cruzó el jardincito de la casa solariega y escuchó las exquisitas notas del piano que anunciaban la presencia cercana de Rosalba. Le dije: no pudiste contener tus impulsos y empujaste lentamente la ventana entreabierta para ver a tu amada y cuando ella te vio, sorprendida, paró sus manos, dejó de tocar el piano, lanzó un grito de alegría y se abalanzó como un torrente a colmarte de besos y caricias a través de las rejas ¡Mi amor, vives y has vuelto! exclamó ella, y tú sin poder hablar, estabas trabado de la emoción porque te hallabas nuevamente con aquella morena de pelo tan negro como sus ojos… Cuando le recordé a Diego ese momento de su vida, contenido en Los Últimos Días de Pérez Jiménez, se le aguaraparon los ojos y me dijo al oído en el abrazo: ¡Alcalde, usted es un gran carajo con todo y ropa!. Creo que fue ese el momento en el que nació una buena amistad que duró hasta su cambio de paisaje, en 2003.

ASÍ EMPECÉ A CONOCER A DIEGO SALAZAR, que ya venía de experimentar el sabor de la tortura en las cárceles donde Pedro Estrada era nombrado con terror. Siendo apenas un liceísta se hizo militante de la juventud comunista, en 1956, y un año después ingresó a la Escuela de Medicina de la UCV, desde donde se sumó activamente a la huelga universitaria del 21 de noviembre de 1957, siendo detenido y torturado por la Seguridad Nacional.

PARA ÉL Y PARA TODOS QUIENES LUCHARON POR UNA NUEVA SOCIEDAD, el 23 de Enero significó el despertar de un espíritu revolucionario adormecido por años, bajo una oscura pasividad. Indudablemente que Diego Salazar perteneció a una generación venezolana que vivió y luchó por sus convicciones en el vivac de la persecución. Fue un luchador, un maestro que difundió conocimientos y los buscó incesantemente en ese afán de compartirlos con sus compañeros y con el pueblo. En ese libro que está en la calle, Diego relata con pasión y compromiso sus vivencias y las reflexiones que hiciera de su participación en las jornadas populares y en las acciones cívico-militares que llevaron al derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y dieron origen a una nueva conducción política, económica y social. Se conformó una Junta Patriótica que logró la adhesión rápida y progresiva de distintos sectores de la sociedad, inclusive de oficiales democráticos de las Fuerzas Armadas que forzaron la huída del dictador, aquella madrugada del 23 de Enero.

DIEGO SIGUE RELATANDO EL ENTUSIASMO DE ESOS DÍAS Y TAMBIÉN LAS DESILUSIONES que surgieron después. La jornada nacional y popular del 23 de Enero fue rápidamente copada por un entente cupular que selló el Pacto de Punto Fijo (AD, COPEI y URD). El régimen que de allí surgió quedó dominado por cúpulas económicas, políticas, militares y sindicales que acapararon el ingreso petrolero para su provecho, a través de un Estado populista, omnipresente y todopoderoso.

CUENTA QUE VIVIÓ LA PRISIÓN EN DOS MOMENTOS POLÍTICOS. Primero, al ser detenido por la dictadura después de la huelga universitaria en 1957. Luego en la década de los 70 le tocó ser un preso de la «Democracia», por haber colaborado activamente con la fuga del Cuartel San Carlos, en 1975.

ESTANDO EN PRISIÓN ESCRIBIÓ DOS LIBROS: Después del Túnel, obra por la que, aún preso, se le sigue un nuevo juicio militar, y Los Últimos Días de Pérez Jiménez. Con ambos se propuso que el lector «viviera intensamente lo narrado. Que siendo libre se transportara a la prisión y al calor de una moral inagotable que nos hace vivir eternamente libres». Fue liberado en 1979 pero desde el Cuartel San Carlos se aseguró de inmortalizar con su pluma el fin del perezjimenismo. Aquella consigna «presos pero irreductibles» será abordada en otro momento DESDE ARAURE.

YA EN LIBERTAD, DIEGO SE INCORPORA DE NUEVO A LA LUCHA POLÍTICA y forma parte del Comité Político Nacional de Ruptura. En 1992 es parte de los grupos de civiles que actúan en los pronunciamientos militares de febrero y noviembre. En el período 1999-2000 es electo constituyente por el estado Carabobo y más tarde asume la Dirección de Asuntos Internacionales del MVR.

¿ASÍ QUE EL 23 DE ENERO SE PERDIÓ? Insistía Diego en esa pregunta después de la alborada popular y democrática que dio al traste con la dictadura de Pérez Jiménez. En el corto plazo, los acontecimientos despejaron las dudas de aquel joven revolucionario y fue solo la aparición del Comandante Hugo Chávez Frías en el escenario político lo que contravino su «pesimista» opinión.
ANTES DE LA VICTORIA ELECTORAL DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA, Diego advertía, casi de forma lapidaria: «nadie me entenderá, pero debemos ser sinceros. Hemos cometido errores que nos pesarán grandemente en el futuro. Nunca una Revolución se hizo en el mundo por la vía de los votos. Si las clases dominantes promovieron estas elecciones (1958) fue por una razón muy sencilla: tenían garantizado el triunfo, a la vez que suministraban un somnífero a nuestro pueblo y excluían a su vanguardia de las posiciones del poder. Las leyes estarán al servicio de la burguesía y el imperialismo, nunca de los obreros, ni de pobre alguno. Ahora se perseguirá, se encarcelará, se torturará y se matará en nombre de la ‘Democracia'».

                                                           "Si quieres cambiar el mundo,  toma tu pluma y escribe".  
                                                                                                                                      Martín Lutero.

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