El PSG cae ante el Mónaco acentuando la crisis del campeón francés

MÓNACO.- Hay maneras y maneras de perder. La del PSG ante el Mónaco fue sonrojante: 3-1. El cuadro del Principado le atropelló como hizo el Marsella entre semana, con justicia y sin que nadie pueda argumentar lo contrario. No estuvieron ni Mbappé ni Messi, pero el problema del equipo va mucho más allá. Apunta al palco, desde donde se toman las decisiones que vuelven a tener a la institución en crisis después del doblete de Ben Yedder.

No tiene arreglo el PSG. Ni antes con Pochettino, ni ahora con Christophe Galtier ni seguramente con quien se siente después en esa silla eléctrica. El problema no es tanto de equipo como de club. La imagen en Mónaco fue espantosa, propia de quien no tiene estilo y puede que tampoco suficiente carácter. No se puede querer la Champions sin tener un plan, y el vestuario parece ahora mismo desconectado de todo a poco para enfrentarse al Bayern.

Las ausencias del PSG pueden utilizarse como atenuante, no como excusa. El arranque de partido en el estadio Louis II fue indigno. Contemplativo, se dejó superar en una jugada finiquitada por Golovin ante la dejadez de la zaga: 1-0. El cruce de miradas entre unos y otros puso contexto a la indisciplina. Al imberbe Bitshiabu le vino grande el escenario, frágil al proteger sin éxito un balón que acabó a pies de Ben Yedder, infalible ante Donnarumma: 2-0.

Huérfano sin Mbappé ni Messi, el PSG ya sabe que no puede depender de Neymar como capitán general. Tampoco como ejemplo de compañerismo tras un feo gesto al recriminarle a Vitinha que no le pasara un balón. En medio del caos, Zaïre-Emery hizo el 2-1 gracias a un pase fantástico de Juan Bernat. Fue un espejismo. Antes del descanso, Ben Yedder resquebrajó otra vez a un descosido PSG, de todo menos sólido: 3-1.

No hubo redención en el segundo tiempo. Donnarumma, arquero con mil defectos, ayudó esta vez a que el resultado no fuera más abultado a favor del Mónaco. Entraron Sergio Ramos y Achraf en un intento a la desesperada de salvar el desastre, pero Christophe Galtier no se salió con la suya. La cara de Luis Campos desde la grada fue un poema. Otra gestión deportiva que amenaza con enviar al garete el enésimo proyecto. El Bayern puede hacer trizas al PSG.

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