EL MAL DE LA HUMANIDAD

Según las sagradas escrituras de la Iglesia católica, el hombre desde su creación en el paraíso del Edén, fue tentado por el mal y al desobedecer a Dios, incurrió en pecado. Posterior a ésto, aparecen las tablas de Moisés, contentivas de los 10 mandamientos, e incumplirlos también constituyen pecado.

Desde principios del siglo XX, la humanidad viene enfrentando una lucha férrea del bien contra el mal.

Para nadie es un secreto que la Biblia contiene la palabra de Dios, mientras  el Manifiesto Comunista de Carlos Marx, presenta los fundamentos del comunismo, que a la postre han constituido los orígenes del mal a gran escala.

Fue así como la Virgen Maria, el 13 de mayo de 1917, se les apareció a tres pastorcitos: Lucia, Jacinta y Francisco, en los campos de Fátima, Portugal; anunciando: los tiempos que vendrían para la humanidad son «más que peligrosos» y están marcados por «una maldad sin precedentes». Pero también la virgen llamó a tener fe y no perder las esperanzas,  «porque en tiempos de maldad, Dios quiere ofrecernos una gracia de salvación». Pués como escribió San Pablo: «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia». (Rom, 5:20).

Posterior a esta predicción de la Virgen de Fatima, a tan solo 6 meses, sobrevino en la Unión Soviética la Revolución Bolchevique, dando origen y comienzo del comunismo en toda Europa del Este, extendiéndose por  gran parte de Asía.

Las dictaduras comunistas son insensibles e inhumanas, es decir, son regímenes sádicos porque experimentan a través de sus diabólicas prácticas, sensación de poder sobre las personas a quienes se les propina la maldad y se sienten por encima de ellas, con capacidad para hacer lo que le venga en ganas. 

En otras palabras, el comunista por su esencia malévola experimenta sensaciones placenteras al causar daño físico o mental a un ser viviente.

Por ello, estos hechos de maldad se manifiestan cuando los comunistas al asumir el poder se convierten en seres   humanos rígidos, autoritarios y dogmáticos en sus creencias irritables e intolerantes. Se empeñan en alcanzar sus objetivos empleando el engaño, las mentiras, la violencia, vejación, crueldad, represión, terror y desaparición de sus oponentes más incómodos.

El comunismo es un modelo cruel,  utilizado para multiplicar y masificar la maldad. Así vemos como las crisis económicas en este sistema se hacen eternas y dramáticas, es decir, las crisis llegan para quedarse, propiciando con ello un control absoluto de sumisión y dominación sobre la sociedad.

La historia criminal del comunismo nos revela que en el siglo XX -desde su implantación y hasta la caída del Muro de Berlin (1917-1989) -arrojó la bicoca de más de 120 millones de seres humanos que dejaron de existir, por causas de torturas, fusilamientos y  hambruna. Solamente en la China comunista de Mao murieron de hambre 47 millones de chinos, en la Rusia de Lenin y Stalin, entre ambos torturaron y fusilaron a más de 35 millones de personas, en Ucrania, por las expropiaciones de tierras y cosechas de los alimentos, en solo un año fallecieron 4 millones de campesinos, lo que se llamó el Holodomor.

Los comunistas han sido y son unos delincuentes universales que destruyen las libertades en el mundo y condenan a sus habitantes al hambre y la miseria.

Todo ser humano que actúe como un comunista es un engendro del mal.

Hoy en día, con lo que sucede en Venezuela y gran parte de las naciones latinoamericanas, se desnuda a una entelequia de asesinos, malhechores y narcotraficantes que ubicarlos como una doctrina o ideología es darles un beneficio en la sociología política inmerecido, por lo abominable de sus actos delictivos y criminales.

Así tambien, ningún régimen comunista que disgrega a las familias alejándolas de su país, puede ser bueno. Acá entra el caso de la crisis  migratoria de nuestro país,  catalogada como la más numerosa, con casi 7 millones de venezolanos que han huido  alrededor del mundo, según datos aportados por la ONU y la Organización Internacional de Migrantes (OIM).

Por otra parte, a pesar de que Venezuela es el único país del planeta  consagrado al Santísimo Sacramento del Altar y al Sagrado Corazón de Jesús, se encuentre, desde hace más de dos décadas, poseída por el mal. Venezuela es Tierra Santa, por tanto el bien vencerá el mal, sino aboquemonos a lo que citó San Pablo.

Pareciera que por el avance experimentado en los últimos años del comunismo en el globo y, muy particularmente Latinoamérica, el espíritu del anticristo ya adoctrina a la humanidad. 

Dios nos libre y  bendiga.

JORGE CÁRDENAS

jorgecardenas055@gmail.com 4602101

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