Dip. Omar Ávila /
Entendiendo que la educación sigue siendo la base fundamental para el desarrollo de nuestro país, recientemente escribí sobre el legado de Luis Alberto Machado, y hoy continuaré con el insigne visionario de la educación, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, una de las figuras más influyentes en la conformación de un sistema educativo que promoviera la igualdad de oportunidades y el desarrollo del país. Como pedagogo, político y defensor de los derechos de los maestros, Prieto Figueroa dedicó su vida a impulsar la educación como motor para transformar la sociedad venezolana. Su pensamiento, profundamente arraigado en el humanismo sigue siendo relevante en un país que, ahora más que nunca, necesita reenfocar sus esfuerzos hacia la educación como vía para el progreso.
Prieto Figueroa fue un firme defensor de la educación pública, gratuita y de calidad como derecho fundamental. Para él, la educación no debía ser un privilegio de las clases altas, sino un bien accesible a todos los ciudadanos sin distinción de clase, raza o lugar de origen. En su visión, la educación era el principal mecanismo para combatir la pobreza y la desigualdad social, así como para consolidar la democracia en Venezuela.
Uno de los aspectos más importantes de su pensamiento era el concepto de igualdad de oportunidades. Prieto Figueroa sostenía que para que Venezuela pudiera desarrollarse como nación, debía garantizarse que cada niño y joven tuviera acceso a una educación que le permitiera desplegar todas sus capacidades. La educación debía formar no solo ciudadanos instruidos, sino también personas capaces de actuar con autonomía y de comprender los problemas de su tiempo para ser agentes activos de cambio en su comunidad.
Además, para Prieto Figueroa, la educación no era un fin en sí mismo, sino un medio para el desarrollo integral de la persona y de la nación. Su enfoque no era sólo académico, sino profundamente social. Estaba convencido de que un sistema educativo exitoso era aquel que respondía a las necesidades del país, que preparaba ciudadanos comprometidos con la democracia y que fomentaba una visión de justicia social.
Hoy, sin lugar a dudas la figura de Luis Beltrán Prieto Figueroa sigue siendo una referencia para quienes creemos en la educación como un derecho y como el principal motor del desarrollo de Venezuela. En un contexto en el que el sistema educativo venezolano enfrenta grandes desafíos, como la deserción escolar, la migración masiva de docentes y la precariedad de los recursos, es crucial retomar su pensamiento y visión.
Su insistencia en una educación inclusiva, pública y de calidad sigue siendo una meta por alcanzar. Además, su lucha por la dignificación de los maestros resuena hoy más que nunca, cuando los docentes venezolanos se enfrentan a condiciones de trabajo extremadamente adversas. Prieto Figueroa entendía que sin maestros motivados y bien formados, no es posible construir un sistema educativo fuerte.
Prieto Figueroa, con su visión de justicia social y de igualdad de oportunidades, nos recuerda que la educación no es solo un servicio más del Estado, sino el fundamento sobre el cual se edifica una nación próspera y democrática. Su legado nos obliga a reflexionar sobre el estado actual de la educación en Venezuela y a preguntarnos: ¿Estamos realmente avanzando hacia la Venezuela que él soñaba, o estamos retrocediendo?
En resumen, Luis Beltrán Prieto Figueroa fue mucho más que un educador y político: fue un visionario que vio en la educación la clave para el progreso de Venezuela. Sus ideas sobre la igualdad de oportunidades, la formación integral y la importancia de un sistema educativo inclusivo siguen siendo una fuente de inspiración para quienes creemos que la educación es el mejor instrumento para superar la crisis actual del país. En un momento de incertidumbre, es fundamental retomar sus principios y seguir luchando por el derecho de cada venezolano a una educación de calidad.
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