En una ceremonia histórica, con más de 50 jefes de Estado, Notre Dame renació como el gran símbolo de París y de la iglesia francesa

PARÍS.- Han pasado 2063 días de su brutal incendio y la catedral de Notre Dame resucitó. En un sábado de lluvia, tormenta y viento, la Señora de París renació de sus cenizas, en un mayúsculo esfuerzo de bomberos, arquitectos, techistas, carpinteros, restauradores, arqueólogos, vidrieros, obreros, mujeres y hombres, en la mayor comunión de religiones y razas, que trabajaron con pasión en su reconstrucción. El Club de “ compagnons” de Notre Dame, que nació y vivirá siempre para recordar la epopeya interreligiosa.

Castigado por la crisis política, por la ausencia de gobierno, el presidente Emmanuel Macron pudo recibir con orgullo a 50 jefes de Estado, al presidente electo norteamericano Donald Trump, al príncipe y heredero William de Gran Bretaña, a su amigo, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, para celebrar su promesa de que Notre Dame estaría finalizada en 5 años.

El gran ausente fue el Papa Francisco, que no aceptó la invitación de Macron pues este mismo sábado tenía previsto el consistorio en el que creó 21 nuevos cardenales. Pero el pontífice envió un mensaje y deseó que esta etapa «pueda constituir un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia».

La reinaguración fue una maravillosa aventura. Una cena pos catedral en el palacio del Eliseo, para encontrarlos a todos. En el medio, mini cumbres porque todos quieren hablar con Trump, que asumirá el poder el 20 de enero en Washington.

La resurrección de Notre Dame tiene otro objetivo: la paz. Trump y Zelensky se encontraron en el París de la catedral y antes en Elíseo, para discutir el futuro de la guerra de Ucrania y Rusia.

La tormenta británica Darragh llegó con toda la fuerza de su viento y forzó a cambiar los planes. El presidente Macron no pudo hablar afuera para respetar la laicidad “a la francesa”. Toda la ceremonia se debió realizar dentro de la catedral por razones meteorológicas.

*Secretos revelados por el fuego

Una catedral medieval, que el fuego forzó a reciclar y que en la experiencia reveló sus más profundos secretos. Una maravilla de piedra pulida, de frescos en los que aparecieron colores renacentistas y fuertes tras su limpieza, una luz magistral que la ilumina y la amplía, a través de esos vitraux que no se habían renovado por siglos. Tumbas milenarias identificadas, capillas limpias, el órgano reconstruido, y un techo, que se consumió en llamas ante el dolor del mundo durante horas en abril del 2019, reconstruido con 2000 árboles de toda Francia.

Durante mucho tiempo, los 5 años de reconstrucción se consideraron utópicos. Pero fueron los obreros, el general Georgelain, la decisión política y los casi 900 millones de euros de donaciones los que lograron este milagro. Notre-Dame de París reabrió este sábado los grandes portales de madera de su fachada occidental. La joya medieval de la Île de la Cité no funcionaba desde el incendio que la dañó terriblemente esa tremenda tarde de abril de 2019.

Eran las siete de la tarde cuando se inició esta ceremonia histórica. Sonaron sus campanas. Estaban los jefes de Estado, los reyes y príncipes, los principales y millonarios donantes, asombrados de ver a la Nueva Notre Dame. Un privilegio para pocos hasta ahora.

Una ceremonia republicana, marcada por un discurso de Emmanuel Macron seguido por el protocolo religioso, presidido por el arzobispo de París, monseñor Laurent Ulrich. La puerta se abrió con tres golpes de la madera del arzobispo, rescatada del incendio.

Los obispos se agarraban sus mitras, sus casullas y la sotana porque el viento las volaba en la entrada.

“Es ella la que nos junta, es ella la que amamos, es ella la que nos acompaña. Notre Dame, modelo de la fe, abre tus puertas”, pidió Monseñor Ulrich. Tres golpes y la puerta de Nuestra Señora de Paris se abrió mágicamente. Notre Dame de nuevo, a las 7 y 20 de la noche del 7 de diciembre de 2024. Un día para la historia.

*Ovación a Volodimir Zelenski

Allí estaba el gobierno dimisionante: el primer ministro Michel Barnier, la ministra de cultura Rachida Dati. Ellos recibían a los invitados. Dieron la bienvenida al presidente Macron y a Brigitte, vestida de negro y con una cartera negra Lady Di y sus altísimos stilettos. Trump no los reconoció.

Estaban el ex presidente François Hollande y su esposa Juliette, saludados incómodamente por los Macron. Fue diferente a la recepción a su ex colega Nicolas Sarkozy y a Carla Bruni, espléndida, elegantísima en un vestido de Dior gris. Los sentaron juntos.

Estuvo ausente Ursula Van der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que firmó, contra la voluntad de Macron, el acuerdo UE-Mercosur en Montevideo. Se sumaban Pinault y Salma, su esposa actriz y mexicana, John Kerry, la actriz Carol Bouquet, los reyes de Bélgica, el príncipe Alberto de Mónaco y el príncipe William, los presidentes africanos, en la lista de invitados.

También estaba la presidenta de la banca europea, Christine Lagarde. Y los benefactores: el billonario Bernard Arnault, que aportó 200 millones de euros, junto a Delplhine, su hija, y su pareja, Xavier Niel, accionista del diario Le Monde.

Dos norteamericanos en un lugar privilegiado: Henry y Marie Josée Kravis, que aportaron 10 millones de dólares para su reconstrucción.

Pero la ovación de la catedral se la llevó el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. Lo aplaudieron de pie a su ingreso.

*El discurso de Macron

El primer homenaje fue a los salvadores: los bomberos, con sus uniformes colorados, los obreros y artesanos, una ovación y «Merci», escrito sobre las piedras milenarias. Ellos estaban frente a todos.

“Las campanas de Notre Dame vuelven a sonar”, dijo Macron. «Ellas, que acompañaron nuestra historia”, continuó.

El presidente francés expresó la “gratitud de la nación francesa hacia todos aquellos que salvaron, ayudaron y reconstruyeron Notre-Dame de París”, así como “a todos aquellos que están presentes en el momento en que nos preparamos para devolverla a los católicos, a París, a Francia y al mundo entero”.

“Desfigurada, pero salvada”, se enorgulleció Macron, agradeciendo a los donantes en su emocionado discurso.

«Nuestras catedrales también son mortales». Pero «hemos elegido el comienzo, la voluntad, el camino de la esperanza», al proponernos el objetivo de «reconstruir Notre-Dame de París, aún más bella en cinco años», afirmó.

El presidente subrayó la “fraternidad de quienes han dado en todos los continentes, de todas las religiones, de todas las fortunas, unidos por la esperanza y reunidos entre estos muros”.

Al menos 340.000 personas participaron en donaciones para la reconstrucción del edificio. El presidente de la República también subraya la “hermandad de todos los compagnons” que participaron en el proyecto.

“La piedra, la madera, las vidrieras, podrían haber desaparecido”, recordó Emmanuel Macron. «No habríamos podido volver a oír nunca más», las campanas de Notre Dame, subrayó.

“Esa tarde, el miedo y la desgracia se juntaron, la cadena de la mala suerte, el viento del este que se levantó en el peor momento, empujando las llamas hacia el campanario norte”, relató el presidente, destacando finalmente la “valentía” de los bomberos que “subieron a la fachada, se zambulleron” al fuego para evitar que caigan las 16 campanas» aquel triste 15 de abril del 2019.

*El pedido del Papa Francisco

El Papa Francisco no fue a la inauguración. De nada valieron los pedidos. Envió una carta y pidió que se “reciba generosamente y gratuitamente “a los visitantes en Notre Dame de Paris.

“Yo sé, Excelencia, que la puertas estarán largamente abiertas”, dijo el Santo Padre. Una referencia a la propuesta de la ministra de cultura, Rachida Dati, de cobrar la entrada a lo que Francia considera un monumento histórico.

En un mensaje leído por monseñor Ulrich, el Papa Francisco espera un “signo profético de renovación de la Iglesia en Francia. / CLARÍN

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