¿Por qué a mí?

     En algún punto de nuestras vidas y más en tiempo de dificultades, nos hemos hecho la pregunta: ¿Por qué a mí? Hay unos más “expresivos” y dicen: ¡solo al Pato Lucas y a mí nos pasa esto! Reconozco que yo la hice, y en varias oportunidades.

     Aparentemente, es más fácil quejarnos en medio de una situación complicada o abrumadoramente difícil, y es por eso que soltamos la pregunta, hasta muchas veces sin saber a quién: ¿Por qué a mí?

     Hoy en nuestras Reflexiones en Familia, compartiremos una poderosa palabra inspirada por Dios, que en Isaías 41, versículos del 9 al 13, de la versión Reina-Valera 1960, dice: «Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo».

     Amados hermanos y amigos, en esta hermosa porción de la Palabra, están contenidas una serie de promesas que aun sin entenderlas, sostienen al creyente cuando un tiempo dificultoso llega a su vida. Si escudriñamos este maravilloso pasaje bíblico, descubrimos que cada promesa es mejor que la otra; esas, en las que Dios, nos dice: «no temas», «“estoy contigo», «te sustentaré», «no desmayes», entre otras más.

     Querido hermano, el Dios que te sostiene es fiel y nunca se ha olvidado de ti, jamás te va a soltar; por ello, en momentos difíciles no temas a las amenazas del enemigo, porque Jehová de los Ejércitos está al control de la situación; pero, tenemos por común, que cuando nos llega la dificultad, cuando atravesamos un desierto o la tempestad azota nuestra barca, es allí en medio del ahogo, que doblamos rodillas ante Dios. Recuerda hermano, que aun en los tiempos que consideramos malos, Dios es bueno; y que Él ha prometido, estar contigo todos los días de tu vida ¡Sólo debes creerle!

     Querido amigo, el Dios que está con quien le sigue también está contigo; porque todas esas veces que has estado en aprietos y situaciones de las que no sabes cómo has podido salir o has resistido tanto, es porque Dios te ha sostenido para que sigas de pie. Recuerda que hoy, como todos los días, Dios está con los brazos abiertos esperándote para darte un abrazo. Fija tus ojos en Él y sé obediente; tómate de su mano y síguelo; rinde tu corazón y tu vida ante el Dios que te creó.

«Pueblo mío, ¡confía siempre en Dios! Cuando vayas a su templo, cuéntale todos tus problemas. ¡Dios es nuestro refugio!». Salmos 62:8 (TLA).

     Sí, amados, ir delante de la presencia del Señor y verter lo que sentimos y pensamos, las preguntas e inquietudes, es algo maravilloso; pero así como preguntas ¿Por qué a mí?, te has preguntado, cuando sales ileso de alguna situación: ¿Por qué no a mí?

¡No debemos creernos ni mejor, ni más merecedor que nadie!

     Aprovecha todo tiempo y fortalece tu relación con Cristo; no dejes que ninguna situación dificultosa te confunda y te haga dudar; más bien, utiliza ese trance para acercarte más a Dios. No dejes de confiar en Él, ya que sólo Él te ayudará a salir de ese «apuro» que estás pasando.

“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Salmos 28:7 (R-V 1960).

¡Bendiciones infinitas para todos!

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