¡Eres mi fuente, mi pan, mi vino! 


 
«Desnuda canta la mañana gris
¿Qué será de mi amor perdido?
No siento nada si no estás aquí
Eres mi fuente, mi pan, mi vino»…
 
     Así comienza la canción “Buscando tus besos”, interpretada por Roberto Antonio Pérez Herrera, conocido en el medio artístico como Rubby Pérez, quien fue un músico y cantante de merengue dominicano que en sus primeros años de vida pretendía ser beisbolista; pero vio sus sueños truncados debido a un accidente que le causó daños en una pierna. Después de haber estudiado música en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo, se hizo sentir con la orquesta de Wilfrido Vargas, para lanzarse luego como solista en 1986 y popularizar el referido tema musical.
Este 8 de abril se encontró el cuerpo sin vida del músico, luego que colapsó el techo del recinto en donde daba uno de sus multitudinarios conciertos.
     Hoy en nuestras Reflexiones en Familia nos deleitaremos con una maravillosa porción de la Palabra, que en Juan capítulo 4, versículos 13 y 14, de la versión Reina-Valera 1960, dice: «Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna».
     Amados, “Buscando tus besos” relata el vacío que siente el intérprete ante la ausencia de un gran amor, comparando la presencia de dicho amor con cosas valiosas como es alimento y vino, e indicando que ese amor es su fuente; la mañana gris, ilustra la falta de alegría al tener a su amor, perdido; pero ahora de manera real, el pasaje bíblico citado, narra que Jesús estaba pasando por una ciudad de Samaria llamada Sicar, y que cansado del camino, se sentó al lado del pozo de Jacob a descansar. Acto seguido, llegó una mujer al pozo a sacar agua y Jesús le preguntó si le podía dar agua para beber.  Ella se sorprendió de que Jesús le hablara, porque judíos y samaritanos no se hablaban entre sí.
     Jesús, al promover esta conversación con ella, buscó la manera de hacerle saber que cualquiera que bebiera del agua de ese pozo, volvería a tener sed; pero, Él no estaba hablando acerca de la sed que podía calmarse con el agua del pozo, sino que se refería a la sed por nuestro Dios, y que solo Jesús puede suplir; así que, solo si tenemos a Jesús en nuestro corazón, saciaremos esa necesidad.
     Queridos hermanos y amigos, en el capítulo 6 del Evangelio de Juan, su versículo 48 nos dice: «Yo soy el pan de vida»; aquí, Jesús al identificarse con el pan de vida está hablando de salvación, de fuente de confianza y desahogo para quien se sienta solo, desamparado o tal vez hasta iracundo, y que Él es el alimento que nos sustenta. Igualmente en Mateo 26, verso 29, Jesús habla a sus discípulos al celebrar la Última Cena y les dice: «Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta aquel día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre». Aquí nos encontramos con un recordatorio de que nuestra vida no es un viaje solitario, sino que estamos convocados a compartir el gran amor de Dios con nuestros semejantes, en ese viaje; y que también el Señor ha prometido que a su vuelta, beberá de nuevo el fruto de la vid, dando con ello a entender que habrá una gran celebración en la casa del Padre.
     Hoy debemos tener por cierto que solo Dios es la fuente perfecta para todo lo que podamos necesitar o anhelar; pero hay que recibirlo por fe, como esa única fuente que suplirá cada necesidad.
     Amado Padre, hoy te pedimos por cada hermano o amigo cansado del camino, y a ti mi amado que lees esta reflexión, multiplícala para que más sedientos lleguen al pozo de Jacob a tomar del agua que va a saciar su sed.
     «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente». (Apocalipsis 22:17).
 
¡Bendiciones para todos!

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