Maduro hunde la economía del país con sus improvisaciones

La economía al igual que el universo tiene sus propias leyes naturales, que actúan para mantener en equilibrio todos los elementos que la componen, pero cuando este se rompe proviene el colapso.

Dicho de otra manera, las fuerzas del mercado funcionan como un sistema de engranajes, donde una impulsa a otra y de esta manera se motoriza para generar aceleración, desaceleración o estancamiento.

Quienes integran el gobierno de Nicolás Maduro desconocen o invisibilizan las reglas más simples de la economía y prefieren dictar medidas improvisadas, como quien lanza una tuerca a un motor en marcha, ocasionando un daño grave que ha desembocado en el desastre económico en el que estamos metidos todos los sectores de la vida productiva de Venezuela.

Dentro de esas fuerzas fundamentales que mueven el mercado, están por una parte la oferta, que no es otra cosa que la cantidad de bienes y servicios que produce la fuerza laboral e industrial del país y, por la otra, está la demanda que está representada por los ciudadanos que adquieren esos productos en un intercambio comercial de compra venta.

Lo ideal es que todo lo que se produzca se venda, pero ¿qué pasa cuando el mercado, es decir, los ciudadanos, no tienen el poder adquisitivo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas?. Se produce lo que se denomina contracción del mercado y, aunque hayan productos disponibles, la gente no tiene dinero para adquirirlos, generando una baja en los precios que disminuyen las ganancias y desmotiva la inversión, además se cierran las empresas y crece el desempleo.

Hoy día 70% aproximadamente de la mano de obra activa que aún está en el país y que ha preferido quedarse antes de emigrar a otras naciones, están en el comercio informal, tal y como lo ha dicho el propio gobierno, están sobreviviendo de un «emprendimiento».

Han convertido a una de las naciones más ricas del mundo en un país de buhoneros, desperdiciando las verdaderas potencialidades de cada individuo.

Vemos médicos vendiendo comida rápida, abogados vendiendo ropa, ingenieros siendo taxistas y profesionales de la educación, como reposteros. Tanto conocimiento, desperdiciado por el empeño de unos pocos que se aferran al poder sin tener la más mínima idea de cómo ejercerlo.

Pareciera que el gobierno prefiere creer en las recomendaciones y presagios de los brujos y videntes, antes de apelar a la exactitud de las ciencias económicas.

Maduro se ha encerrado en su propio laberinto y, como muestra de ello, mientras los productores agrícolas piden aumento de precio para el maíz, el tomate, el arroz, el queso, el azúcar y el café, sólo por mencionar algunos, a los trabajadores del país les negó el aumento del salario mínimo.

Ahora en este punto se le tranca el juego, sino le dio aumento de salario a los trabajadores, ahora ¿Cómo sube los precios de la comida?. Tiene en las manos una olla de presión a punto de explotar y la solución que ha escogido es aumentar la llama.

Históricamente dónde las fuerzas del mercado colapsan las fuerzas sociales actúan. No es de sorprender entonces que los trabajadores, productores agrícolas, ganaderos, comerciantes, empresarios, transportistas y cuanta persona viva en este país proteste en contra de la pobreza a la que estamos siendo sometidos; sin embargo, la única estrategia que ve este terco gobierno, es tildar de plan desestabilizador a los justos reclamos de los venezolanos, sin darse cuenta que todo es producto de sus malas decisiones y que no sólo, están siendo los verdugos de la economía venezolana, sino también del mismo sistema fracasado que representan, arrastrando consigo a toda una nación.

Froilán Sánchez

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