Hay una Venezuela que no está visibilizada en estos supuestos tiempos en que se está arreglando. Se menciona, se convierte en estadísticas, se utiliza en el discurso político y en el económico, se analiza con sesudos especialistas caraqueños, pero no la palpan. La realidad es cruda, producto de tantos años de descuido, despilfarro, irresponsabilidad, desunión, incompetencia. 90 y tanto por ciento en pobreza, desnutrición crónica que nos hace blanco de enfermedades que incluso habían desaparecido en épocas de civilidad, diáspora in crescendo ante la desesperanza y así van desmenuzando fracasos, sin mirar de frente la pobreza y la desilusión.
Portuguesa, el otrora granero de Venezuela, siempre ha sido objeto de esa paradoja lamentable. Con la posibilidad de alimentar al país entero, su población se hunde cada vez más en la miseria, mientras las riquezas súbitas se pasean en camionetas, aviones y yates de lujo y aquí entran, las autoridades rojitas, los enchufados y aquellos que chupan de ambos lados, importándoles un comino, la suerte de sus connacionales.
El sábado pasado estuve en Santa Rosalía, como hace varias semanas en Caño Delgadito y el abandono y el fracaso de sus gobernantes es el mismo. Debo confesar que aunque hicimos intentos de realizar encuestas para medir las simpatías candidaturales, la ceguera impidió, primero tomar el pulso de las campañas municipales y segundo, tomar decisión. Y la proeza que hicieron esos muchachos, encabezados por Juan Carlos Torrealba, al que le dicen El Pelón y que por la falta de una verdadera preparación en la defensa del voto, perdieron esa Alcaldía, merece el reconocimiento de su pueblo y del liderazgo regional y nacional. Con una sola tarjeta, sin el apoyo de la MUD y de la Alianza, conquistaron cuatro concejales de la Cámara Municipal, convirtiéndose en mayoría. Y por 140 votos no ganan la Alcaldía.
Este municipio es fundamentalmente agrícola y su obra más importante, el Canal Piloto construido por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, se ha tragado dinerales rojos, sin que pueda ser dragado eficientemente. La draga china de Orlando Alcántara, qué será de la vida de este señor, fue el chiste del año ante el silencio cómplice de Gobernación, Alcaldía y Gobierno central. El choque del río La Portuguesa y su propia canalización contra la desembocadura del canal es un permanente dolor de cabeza para los agricultores de la zona, que siendo resuelto podría incorporar 14 mil hectáreas a la producción agrícola, pero en verdad, es un tema que poco le importa a este socialismo del siglo XXI. Este drama que lleva más de cuatro décadas que no se ha podido superar por falta de dinero y por la corrupción en estos últimos 22 años, tiene solución en las Fuerzas Armadas y en el Instituto Nacional de Canalizaciones, que yo no sé si existe aún, sin gastar mucho, usando los equipos y el recurso humano del sector castrense.
La vialidad rural de Portuguesa es la cara que no se le ve a Primitivo Cedeño, ocupado de las infructuosas ferias del agua, de la luz, del cero huecos y de los bonches cancelados, porque tapa uno y se le abren cien, además de la nulidad de la actuación de sus alcaldes rojitos, con rara excepción, preocupados más por la voracidad fiscal que por los servicios públicos.
Santa Rosalía es esa otra cara de esta revolución. Una alcaldesa que ha sido concejal, mano derecha del exalcalde al que ahora, cosas veredes Otoniel, quieren siquitrillar, constituyentista en esa farsa de Diosdado que costó tanto dinero a la nación y nadie le pide cuentas, que afirma que debió reparar el CDI porque estaba abandonado, como si ella hubiese vivido en la luna, llegando al colmo de inaugurar un terminal que tenía 15 años construido. La vialidad es un verdadero infierno, destacando el paso por el canal vía Poblado II, cuyas bermas construidas en mi administración fueron quitadas, regresando en consecuencia, las inundaciones de esos caseríos. La carretera La Colonia-El Playón va en rápido y franco deterioro. No tiene ambulancia. El eterno problema de las aguas servidas, el pésimo estado de las calles de su capital, el grave problema del suministro eléctrico.
Lo que sí tiene es un liderazgo emergente, en medio de todo este caos, que dio una lección al mundo político regional y que ahora aúpa mecanismos para una verdadera unidad, sabiendo que como dice por ahí un flayer: el problema no es el tipo de cambio, sino el cambio del tipo. No podemos seguir dándole la espalda a los pueblos, a los que se quedan aquí luchando para que podamos reencontrarnos con los que se fueron en esta tierra.
IVÁN COLMENARES