Sin duda alguna que releer la prístina prosa del Libertador Bolivar en su ruta a los sueños de libertad y grandeza, empequeñece cualquier comparación con tan magistral creación.
Pocos habrán saboreado el sentir de esa inmensa obra; oda a la inmensidad del Universo unida a esa Atalaya por él descrita.
A mi modo de ver, es una pieza exquisita de la literatura donde fluye esa conexión divina entre lo terrenal y lo sublime. “Mi Delirio Sobre el Chimborazo”, marca un hito permanente sobre ese pedestal en el que solemos colocar los grandes proyectos, con los que Bolivar diestramente ilustra que es “apenas subir a la cabeza de un alfiler”.
Tamaña manifestación de lo poco que apenas hacemos en pro de la Patria. Si apenas imaginamos su sueño de la Gran Colombia y era apenas eso, imaginemos cuál es entonces nuestro aporte.
Esa gala de romanticismo frío (como me atrevo a definirlo), ora por su espacio geográfico donde fue escrito, ora por la profundidad de la cercanía a la muerte que apenas conversa y osa indicar su vigencia en lo pasado, futuro y presente; nos trae una semblanza enmarcada en esa posesión del espíritu del hombre que se amilana a lo terrenal y se aferra a su alma.
Es como un respiro después de haber estado muerto.
Sin duda alguna, esta composición poética e histórica de Bolivar, hace rato ha debido formar parte de un mayor conocimiento de los bolivarianos; esto es, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos y peruanos; ciudadanos todos de un pensamiento único que se bastó así mismo para imponerse a la adversidad.
Allí está el alma del Libertador, mirando desde la altura del Universo a su gran sueño, impasible y dormido hasta la voz que lo despierta. Así pareciera que están sus pueblos ahora; apacibles pero efervescentes; sumidos al poder de sistemas políticos inoperantes dominados por partidos políticos tan ostensiblemente criticados por el Padre de la Patria.
Dónde está Bolivar en este tiempo? Que ha ocurrido con su idea? A dónde ha ido su ejemplo y su muerte?
Solo un acontecer histórico de un pasado que imaginó un futuro, pero que el presente ahora sepulta , más allá de la muerte en San Pedro Alejandrino.
Ha sido traicionada toda una vasta idea por sistemas políticos cuyas banderas esconden la traición seducida por la cosiata.
Se alejan los caminos como
San Martín a la historia del Perú; como una bala en el corazón de Sucre, o unos veleros enfilando a tierras Yankees. Desde allí han venido cabalgando nuestras cargas sociales, expuestas a las quimeras de ser pobres y esclavos. De allí se nutre el alma del hombre que olvidó el pasado y abreva de las fuentes engañosas del poder.
Si le preguntáramos a muchos de nuestros hoy gobernantes si conocen la obra del Chimborazo, la respuesta de seguro sería no tener ni idea de que se trata.
Sucumbe allí la infausta desventura de una realidad avistada por el gran hombre de América, silenciado hoy por aquellos que osan poder sin límites y sin una pizca de pasión del amor a esta tierra. Quizás por eso Bolivar en su épica obra lo detallaría de la siguiente manera que me permito citar, y dónde apenas me coloco SENTADO FRENTE AL CHIMBORAZO: omisis…”Yo domino el Universo con mis plantas: toco al Eterno con mis manos, siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos: estoy mirando de una guiñada los rutilantes astros, los soles infinitos; he visto sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la Historia de lo pasado y los libros del destino.”…omisis.
Rafael García González