¡Muy simple!


La semana pasada no me fue posible escribir ni aun enviar el acostumbrado artículo sabatino, por lo que una vez más pido disculpas al equipo editor de este importante medio de comunicación y a las personas que de manera regular siguen este trabajo de divulgación periodística. Mi intención es no fallar a la acostumbrada cita; pero a veces las dificultades son mayores que el deseo de hacer una de las cosas que más me gusta. Contra la inestabilidad en el servicio eléctrico de Venezuela, que afecta directamente a las comunicaciones, no es mucho lo que un simple escribidor de artículos pueda hacer.
Recientemente concluí una serie de cuatro artículos a manera de repaso, en los que volví sobre casos tratados en varias oportunidades, con el deseo de que los interesados pudieran disipar las dudas. Me agrada saber que el resultado ha sido positivo, a juzgar por los comentarios e inquietudes que he recibido por diversas vías, lo cual es una demostración de que el esfuerzo no ha sido ni será en vano.
Una enumeración de las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana, pudiera resultar incompleta; pero de lo que no tengo dudas, es de que siempre son las mismas, y de que son simples y fácilmente disipables, para lo cual será indispensable tomar conciencia de la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera. En tal sentido, muchos de mis comentarios en este y en otros medios, han estado dirigidos a diaristas y educadores especialmente, pues son ellos los que, por el rol que desempeñan ante la sociedad, están en la obligación moral de dar buenos ejemplos.
En estos tiempos de modernidad, lo más sobresaliente y que inquieta a los que escriben sobre temas de gramática y lingüística, es el desconocimiento de las palabras por la índole de la entonación (agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas) y de los signos de puntación. A eso se aúna el uso de las letras mayúsculas y minúsculas. Es lamentable, lo digo una vez más, que un periodista o educador no sepa distinguir entre esta y está; entre este y esté o que se mantenga en el necio empeño de colocarle mayúscula a todo lo que encuentre a su paso, o que la omita cuando sea necesaria.
El uso indiscriminado de mayúsculas y minúsculas en la publicidad, especialmente en la de Venezuela, es una verdadera calamidad. No tengo ningún temor en afirmar que, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, muchas empresas del ramo, que se autodenominan “agencias de publicidad”, son unas verdaderas fábricas de disparates.
Pero como todo no es ni debe ser necesariamente malo, ha habido mejoras significativas en personas que utilizan la redacción de textos como herramienta básica de trabajo, que han utilizado como guía estos comentarios semanales, y han adquirido soltura y confianza en sí mismos, lo cual les ha permitido comenzar a sobresalir de entre el grupo social al que pertenecen. Ese hecho, lejos de “masajearme el ego”, me satisface y me impone la obligación de seguir aportando, “aunque tenga mil problemas”.
La simplificación ortográfica es un tema del que muy poco he hablado en este y en otros medios en los que he tenido la oportunidad de exponer sobre lenguaje escrito y oral. Es breve, sencillo y muy simple; pero no menos interesante. Consiste en hacer las cosas más sencillas, en virtud de que la escritura se parezca a la pronunciación. Creo que hoy día a nadie se le ocurriría escribir obscuridad o substancia, por oscuridad y sustancia, a menos que la intención sea literaria. Se debe tener presente que con “b” es correcta. ¡Usted escoge!
Así sucede con otros vocablos que desde hace varios años fueron simplificados. Recuerdo que en una ocasión escribí setiembre por septiembre, y un amigo mio, con quien suelo hablar sobre temas del lenguaje, se “escandalizó” e inmediatamente me hizo la observación, no sin haberse regocijado por haberme “pescado” en un error. Le di mi argumento con base en lo que al respecto establece la RAE. En las primeras de cambios no se convenció; pero al cabo de poco tiempo supo entender que no hay error al escribir setiembre. Yo uso setiembre, y en más de una ocasión me lo han cambiado por septiembre.
Pero de la simplificación ortográfica lo que más preocupa son las palabras que tienen vocales dobles, como reestructurar, reemplazar, reeditar, sobreentender, sobreesdrújula, etc. Escríbalas de la forma que prefiera (con una “e” o con las dos); pero entienda que con una sola “e” no hay error ¡Así de simple!

DAVID FIGUEROA DÍAZ

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