SACUDÓN O CARACAZO

El PAQUETAZO DE CARLOS ANDRÉS PÉREZ comenzaría a implementarse las primeras horas del 27 de febrero de 1989. Días antes y en cadena nacional, el entonces Presidente había presentado al pueblo venezolano el plan neoliberal con el que pretendía encarar la crisis en la que estaba sumida el país desde el «Viernes Negro» (1983). Lo esbozó como un conjunto de medidas económicas concebidas para corregir de manera profunda y prolongada los errores y omisiones que habían causado desequilibrio en el desarrollo de la Nación.

EL ESTALLIDO SOCIAL NO SE HIZO ESPERAR y su primera chispa fue en las paradas de autobuses. La especulación de los transportistas urbanos sorprendió a los pasajeros con el alza del precio del pasaje en 300 % y no en 30 %, como había sido ordenado por el Gobierno. En Guarenas, el reclamo por ese aumento desmedido y el descontento social se generaliza y se expresa en la calle. El pueblo sale a protestar por el incremento de precios del pasaje, de la gasolina y de los alimentos. En pocas horas, Caracas y Los Teques están en caos, con saqueos a comercios, vehículos incendiados, muertos, más de un centenar de heridos, detenidos y pérdidas multimillonarias. También se reportan alteraciones de orden público en La Guaira, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Anaco, Mérida, Ciudad Guayana y otras ciudades del país.

EL ESCENARIO SE VOLVIÓ INCONTROLABLE para la fuerza policial metropolitana, que no pudo contener al millar de personas que se rebeló contra el paquete económico de CAP y encontró muchos de los productos que escaseaban -leche, azúcar, café, harina, aceite y sardinas- en los depósitos de supermercados y pequeños negocios de Parque Central, El Silencio, Petare, Catia, en las avenidas Lecuna, Baralt, Libertador y otras zonas de la Región Capital. Los disturbios se mantuvieron hacia entrada la noche y en varias ciudades «tiraron» a la calle a la Guardia Nacional. Incapaz de controlar la situación, el Gobierno Nacional suspende las garantías constitucionales, declara un toque de queda y utiliza efectivos militares para reprimir al pueblo.

AQUELLA VENEZUELA ESTREMECIDA fue reseñada al día siguiente por la mayoría de los periódicos. La ola de violencia que sacudió al país y cuyos focos de mayor perturbación fueron Caracas, Guarenas y Los Teques, fue la noticia que abrió los diarios el 28 de febrero de 1989. Fueron dos días de protesta contra la receta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y luego semanas de tensa calma. En algunos sectores de la Región Capital aparecieron largas colas en locales comerciales que escaparon de la rebelión popular y, bajo la custodia de efectivos militares, expendían algunos alimentos.

EL FANTASMA DEL DESABASTECIMIENTO ACECHÓ con más fuerza después de El Caracazo. Surgió la desesperación de la gente por proveerse de alimentos y en distintas zonas de Caracas, donde hubiera algún negocio con víveres u otros productos comestibles, los caraqueños iniciaban poco después de la seis de la mañana, hora permitida fuera del toque de queda, larguísimas colas para aprovechar la venta.

LA RESPUESTA REPRESIVA DEL GOBIERNO no tuvo precedentes. Ante los saqueos, «la solución» fue la suspensión de garantías constitucionales por diez días y la activación del Plan Ávila, que permitió a la Guardia Nacional y al Ejército el uso de armas de fuego para parar la revuelta. En los sectores populares la arremetida contra el pueblo fue brutal. El oeste de Caracas, aún convulsionado, fue asediado para que la gente no siguiera bajando de los cerros. En el 23 de Enero, por ejemplo, todos los accesos fueron tomados y fuertemente vigilados. Luis Fuenmayor Toro, otrora rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV), denunció persecución y allanamientos a miembros de la comunidad universitaria, y el presidente del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) para la época, Luis Vega Godoy, pidió que se restituyera la libertad de expresión.

300 MUERTOS Y 1.500 HERIDOS fueron reportados oficialmente luego de aquella masacre. Para recuperar liderazgo en los sectores populares, el Gobierno Nacional anunció la inversión de unos 20.000 millones de bolívares en barriadas y comunidades de escasos recursos. Mientras tanto, las aseguradoras estimaban más de 2.500 millones en pérdidas y las entidades financieras promovían ayudas.

El CARACAZO FUE EL GRITO de un pueblo enardecido que salió a reclamar cambios en las políticas económicas y sociales, con la esperanza de una mejor Venezuela. Ese pueblo acompañó al Comandante Hugo Chávez en la construcción de la Revolución Bolivariana, consciente de que en la unión está la fuerza y de que, 34 años después, la lucha sigue siendo por la soberanía e independencia de la Patria, contra el modelo depredador de quienes pretenden expoliar las riquezas del país, en detrimento de los venezolanos.

                                                         "Si quieres cambiar el mundo,  toma tu pluma y escribe".    
                                                                                                                                           Martín Lutero.

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