DESDE LA HOGUERA/ ¡ÉSE NO ES BOLÍVAR!

Hurgando entre libros viejos encontré “una perlita” para contradecir el empeño que ha tenido este régimen, especialmente “El Intergaláctico” para cambiarle el rostro a nuestro Padre Libertador Simón Bolívar con la sola intención de darle un parecido a él en lo zambo y ordinario.
Los retratistas que nos dejaron bien clara la imagen física de El Libertador no podían falsear esa realidad que estaba allí, ante ellos, totalmente visible y tangible. Eso sólo fue un pretexto para profanar su tumba y contaminar sus restos con sus espíritus diabólicos.
En investigaciones minuciosas realizadas por Vicente Lecuna y basadas en investigaciones anteriores y datos recogidos por Francisco Salazar Martínez, se trae a colación la existencia de Doña Josefa Marín de Narváez en el árbol genealógico de Simón Bolívar como su bisabuela paterna.
Se supo por Francisco Marín de Narváez, padre de Josefa, uno de los hombres más acaudalado, respetado e influyente de la Colonia que ella era su hija natural y que la hubo con una “Doncella Principal” y que no se casó con ella porque la familia de ella se opuso y prefirió internarla en un convento; pero que de haber querido contraer matrimonio no hubiese habido ningún impedimento porque eran de la misma clase social caraqueña, iguales en raza y en calidad.
La niña fue criada por Doña María Marín, hermana de Don Francisco y por su tío, el Capitán Gonzalo Marín Granizo. Esta niña Josefa como heredera única y universal, recibió de su padre toda la riqueza que él poseía: bienes raíces, títulos, derechos y acciones, entre los bienes estaban Las Minas de Cobre de Aroa y la casa solariega de San Jacinto, Caracas, donde nació El Libertador.
Vicente Lecuna, agrega, que la existencia e historia de Doña Josefa fue olvidada; pero en los últimos años de la Colonia, cuando ella comenzó a hacer gestiones para recuperar su título de “Marqueses de San Luis”, aprovecharon los enemigos de El Libertador para calumniar su estirpe.
El mal intencionado escritor Rafael Diego Mérida, mientras Simón Bolívar estaba en Perú, publicó en Curazao, un libro donde aseguraba que Josefa Marín no era hija de ninguna “Doncella Principal”, sino de una negra cualquiera de Caracas. Esta calumnia la recogió Rivas Agüero y la publicó en su obra “Memorias y Documentos para la Historia”, firmada con el seudónimo de “Pruvonena”, quién sin haber visto nunca a Bolívar lo describió con rasgos africanos que no tuvo él ni ninguno de sus familiares.
Más tarde Gil Fortoul en su “Historia Constitucional de Venezuela” afirma: “La familia de Bolívar, aunque de abolengo ilustre, tenía ya sangre mestiza a fines de la Colonia. Además, es bien sabido que una hermana y una sobrina de El Libertador se casaron con pardos”.
Vicente Lecuna refuta a Gil Fortoul y dice: Todo es embuste… su audacia no se detiene a estudiar los hechos y afirma disparates: Las dos hermanas de Bolívar se casaron con mantuanos. María Antonia con Pablo Clemente y Francia, y Juana, la segunda, se casó con un primo hermano de su madre, Silvestre Palacio y Blanco.
Fue su sobrina Felicia Bolívar, hija natural de su hermano Juan Vicente y Josefa María Tinoco, quien se casó con el heroico y humano General José Laurencio Silva, de clase popular, hombre de gran fama por su servicio y conducta en las Batallas de Junín y Ayacucho.
Y retomando el hilo de la bisabuela de Simón Bolívar y la que dio origen a la calumnia de que El Libertador era un zambo bembón, en la Catedral de Caracas se encuentra la Fe de Bautismo de Josefa Marín de Narváez, fechada el 26 de abril de 1669 y se halla en el Libro V, página 239, del libro de bautismos de blancos.
Sirva esta aclaratoria para calificar como “FALSA” la imagen que este régimen ha querido imponer como la nueva cara de nuestro Libertador Simón Bolívar; pero que el pueblo venezolano rechaza porque sabe que ESE NO ES BOLÍVAR.

CARMEN PÉREZ MONTERO

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