El siempre bien recordado Rafael Arco me prestó una vez un libro para que me enterara de la verdad del general Arnaldo Ochoa, fusilado por órdenes de Fidel Castro por supuestas vinculaciones con el narcotráfico, cuando Cuba era señalada como puente entre Colombia, África y Europa. Una conversación entre Fidel y Ochoa sorprende porque el jefe máximo de la dictadura de la isla le pedía a un héroe de ese proceso por sus éxitos en Angola, que se sacrificara por la imagen de la revolución en el mundo, lo que Ochoa aceptó sin dobleces y me imagino, porque no tenía otro camino, tirando por la borda su “brillante” página de vida. Fidel mató dos pájaros de un tiro: Ochoa era un líder querido que pudiera haberse convertido en un peligro para los Castro y complació a los gringos, lavándose la cara.
Lo traigo a colación porque lo que está pasando, que no es sino la milésima parte de lo saqueado por la élite cívico-militar, se parece tanto a la dictadura asesina de Chapita Trujillo en República Dominicana que para defenestrar a un tipo que había caído en desgracia, o lo mataban o lo involucraban en orgías, en bacanales o después de muerto, lo hacía retratar vestido de mujer, como bien describe Mario Vargas Llosa en “La Fiesta del Chivo”.
Mario Silva, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez le pusieron música al último saqueo de PDVSA que oscila entre 3 mil y 22 mil millones de dólares, según Hermán Escarrá. Los campeones del odio se han dedicado con sus caras bien lavadas a retratar las miserias humanas de El Aissami y Hugbel Roa, como si ellos fueran vestales, impolutos e incorruptibles, como si nunca se hubiesen tomado una foto con esos “felones”. Hay que ser bien caradura para asumir con el mismo cinismo que el Fiscal Saab, una guerra contra la corrupción, porque la saliva les cae en la cara, por acción o por omisión. Como si nunca hubiesen sabido de los abusos, excesos o tráficos de influencias de esta banda revolucionaria nacida al calor universitario de Mérida. Se vienen enterando ahorita los cínicos.
Por su parte, Jorge Rodríguez no disimula. En su discurso de aprobación de la primera discusión de la Ley de Extinción de Dominio, arremetió cual fariseo en modo catilinaria contra sus excompinches, salpicando a la “oposición” de su AN a la que calificó de “Fracción Ramírez”, como si tampoco hubiesen tenido nada que ver con el alacranato y para que no se le fuera en blanco, su pesadilla, insultando, chillando y gritando contra Juan Guaidó, al que una vez más, amenazó con meter preso, diciendo que se había robado dos mil millones de dólares al año. De verdad, que la locura, la desesperación, los pocos puntos que subieron en las encuestas con ese show, hace mella en el talento tenebroso del que intenta ser el Fouché venezolano.
Salgan pa´ lo limpio y dejen de andar tratando de comerse el maíz por las orillas. Andrés Caleca dijo que ni que repartan todos los millones del mundo ganan las elecciones en el 2024 y aunque ese espectáculo de Catilinas y Robespierre de nuevo cuño, intente marear a los suyos que en desbandada espiritual abandonan al PSUV y al proceso revolucionario, cuando la verdad es que querían cambiar a El Aissami por Alex Saab, que quieren enredar con esas denuncias a la Corte Penal Internacional que ya actuó contra Putin y no desacelera el proceso contra Maduro. Por más que quieran congraciarse con la ONU, la comunidad internacional los mira con malos ojos, porque no hay nada que hagan en sana paz. Cada vez que levantan infundios contra Guaidó, Mike Pence, James Story y uno que otro vocero internacional, hablan sobre el manejo transparente de los recursos que se entregaron para el rescate de la democracia.
París bien vale una misa y ese circo hizo que la gente le quitara la vista a las masivas y constantes manifestaciones de docentes, jubilados y trabajadores públicos, las catastróficas colas de gasolina, el altísimo costo de la comida. No pataleen tanto. Hagan lo que pide Petro y el mundo entero: elecciones libres, garantías de participación, sin inhabilitados, respeto a los resultados, sin amenazas ni cierres sobre los medios de comunicación, sin persecución de organismos de seguridad. Con eso basta. Con su CNE y sus millones verdes, a decir como Rómulo Betancourt: pasaremos hasta por encima de las tumbas.
Y castiguen a los que tengan que castigar. Como tanto chillan: que caiga quien caiga. Y que averigüen como dice Andrés Izarra, hasta los gobernadores de Portuguesa, Yaracuy, Sucre y Aragua, que al parecer se creen más vivos que Hugbel Roa y Tarek El Aissami. Dicen que cuando veas las bardas, es decir, las cercas, de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.
IVÁN COLMENARES