QUO VADIS/ POR MI MADRE

La Tierra con mayúsculas, nuestro planeta, viene moviéndose como fugaz parturienta en dolores intensos. A cada paso, quisiera romper fuentes, empero contiene su parto ante la visión de reojo de dónde nacerán sus hijos.
Tiene temor de la clasificación que le han dado al Mundo, ella se ve en esa imaginaria fórmula del Primer y Tercer espacio de vida. Por inercia, piensa que el Segundo fue obviado porque nada existe allí. Hay un paso de enfrentar solo dos Mundos, lo que avisora una fórmula de enfrentamiento o de confrontación que encuadra perfectamente en esa historia devenida en el tiempo desde que apareció el hombre sobre su faz.
Lleva una dura determinación en la actualidad; hasta hace dos o tres siglos (un pequeño espacio), se concebía el honor a la familia y la vigencia del hombre y la mujer en su esencia genuina. Aunque paralelamente, siempre existieron los sentidos de la biodiversidad sexual y los gustos placenteros de la libertad.
Nuestro planeta ha venido observando su creación dividida en cuanta creencia o religión se asoma. Testigo inefable de humanistas cortando cabezas y voces de independencia ganada con esclavos. Que manera de descifrar estos partos de la madre; todos hijos de ella misma, pero de padres distintos llamados Mundo. Cada uno de esos padres cargados de fronteras y de hijos prodigios convertidos en reyes; paseados en las leyes de otros hombres que osaron increpar al poder y que tarde desaparecieron, dando paso a sus guerras inentendidas pero vigentes.
Oh mi madre Tierra, a qué mundo me has enviado; era de tercera en algún tiempo, pero poco a poco hemos perdido como un grado, pues si no existe el segundo, seguro estoy que desde hace ya 23 años bajamos al cuarto. Dios, al Cuarto Mundo, donde este padre nos condena y nos engaña en el ejemplo, nos dice que la mentira es mala, luego miente descaradamente sin dejarnos espacio de duda. Nos cambiaste el Mundo madre, te divorciaste de uno que parecía malo pero que ahora sabemos que no era así. Con el anterior había cohesión y un orden por lo menos en la familia, se fomentaba el esfuerzo y el estudio, y si no lo hacías pues repetías ese año en la escuela o en el liceo y la universidad. Había que estudiar, nada era regalado; nos apegábamos al trabajo y respetábamos a los padres y ellos en su gran mayoría atendían a los hijos. Había un espacio que se llamaba Estado y en él, unos políticos que aunque algunos también mentirosos pues cuidaban tener ejemplo y habían estudiado y tenían apariencia de su nivel. Usaban igualmente su posición para ganar prebendas, pero eran menos descarados que ahora. Nos cambiaste eso madre, nos diste un Estado sin leyes o con algunas que no se cumplen o nadie quiere obedecerlas. Con todas las instituciones dependientes de un solo jefe que no decide ni indica el camino; que guarda los espacios y aparece como si no supiera nada. Mientras los demás, sus acólitos allegados priman sus bolsillos y de la nada hoy día son grandes potentados por arte de magia, superando hasta el efecto Carbonaro con su magia.
Por mi madre, hemos sido bohemios como el insigne columnista mexicano Carlos Monzovàis, donde viaja en su pluma u su recuerdo, la voraz crítica al esperpento y estulticia.
Por mi madre Tierra, por ti los mundos separados y las gentes sin banderas. La nuestra yace erguida y flameante en su tricolor al unísono de las voces de un bravo pueblo que hoy se debate en este día de inconformidad en incongruencia.
Por mi madre, por todas las madres en ocasión de su día esta semana, madre Tierra danos ese parto de tus hijos en un mundo real y nuevo. Devuélvenos madre ese día de llevarte regalos y abrazarte, permite que este señor Estado se consolide en democratico y que haya Derecho y Justicia por y para todos.

Rafael García González

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