QUO VADIS/ ABRIR LA PUERTA

Todos los días algo tan espontáneo y rutinario como abrir una puerta, no nos deja ver el sentido real de su esencia.
Sin duda, todo a nuestro alrededor se compone de puertas. En nuestra casa, es pieza fundamental de la seguridad de la familia y en ella confiamos hasta en las más desvencijadas de algunos ranchos de la gente con techos de cartón. En nuestro trabajo, ese umbral de las puertas para instalarnos a acometer nuestras funciones, y vea si trabaja en una empresa, pues habrá puertas quizás por cada empleado o grupos de cubículos. Estas puertas a veces solemos odiarlas pero forman parte de ese quehacer diario donde transcurren nuestras obligaciones y nos enteramos de la enfermedad de la mamá de un compañero, del divorcio de la amiga, del colegio de los niños, de que las empanadas de la mañana estaban frías, del último tema de Shakira usando a los hijos, en fin allí sabemos todo. Otras puertas que a diario abrimos es la de nuestros vehículos (los que aún pueden tenerlo), ese que nos lleva a dejar los niños al colegio (cuando por fin los maestros puedan dar clases y le paguen lo justo), en él nos movilizamos, bueno cuando haya gasolina y nos inmovilizamos esperando que llegue como acto ritual y de sensación de plenitud al logro, cuando estamos allí frente al surtidor. Esa sensación de euforia de haberlo logrado. La gran batalla de Farsalia. Que héroes que somos, ya hasta contamos con grupos de WhatsApp y hasta algunos han encontrado al amor de su vida en esas colas. En fin, quienes tenemos carro, pues tenemos ese plus que nos da esta sensación innata y única de los placeres del caos. Es que esa sensación de emoción luego de haber estado más de 8 horas en una cola y ver que a lo lejos se avisora la venida de la gandola con la gasolina, pues hay que vivirlo. Definitivamente quienes no hayan tenido esta sensación de rabia, frustración, molestia, calor, ira y luego de euforia, pues no sabe nada. Porque después de ello al abrir nuevamente la puerta de nuestro vehículo, comienza nuestra lucha psicológica contra el indicador que mide la gasolina, y al que no le funciona comienza con sus cálculos al estilo de Malba Tahan, y concluye que a un camello le faltaba una oreja y zas, craso error, allí se quedó sin gasolina por el mal cálculo. Esta puerta de lo inédito se conjuga con las de nuestra cultura de la adaptación a la desgracia y al desorden en una conexión insoportable como la falta de luz eléctrica y del agua. Quien últimamente no le ha echado la culpa de estos hechos al marido o a la esposa? Porque evidentemente, esto tan cotidiano ya no es culpa de nuestro gobierno nacional ni mucho menos regionales. Ya se acabaron las iguanas y los zamuros, ya ni siquiera dicen nada; solo es llegar y hacer el corte irracional que ellos llaman racionamiento: y uno se queda imaginando al encargado de hacerlo cuando abre esa puerta de controles y cierra los ojos y zas, comienza a bajar botones dentro de esa euforia y felicidad que brinda cumplirle al presidente y al gobernador haber realizado la obra. Deberían colocar en ese lugar esos avisos que ponen cuando asfaltan algunas calles donde aparece la foto del Presidente Maduro, del Gobernador y Alcalde indicando que lo que están haciendo allí pues es esa sumatoria de esfuerzos para lograr eso y qué gracias a ellos, (y no a su obligación de hacerlo) es que son los héroes. Bueno, también en estos servicios como el eléctrico y el agua, deberían sacar sus flayers y decir esto es obra de nuestro Presidente y la retahíla de gente involucrada: pero no, esa Raya no, señores eso es culpa de la vaca porque iguanas y pájaros ya no hay. Así han sido los cortes que desaparecieron de la faz de nuestro país a estos animales. Ahh, pero la mejor perla de la culpa es cuando son “atentados”, tamaña puerta que allí se abre porque uno empieza a creer que vive en esos países azotados por este flagelo, y vaya que debe ser feo eso. Bueno, menos mal que nuestros servicios de inteligencia no han permitido que esto llegue a ocurrir y que solo existan para justificar los cortes de luz. Y la gran puerta que se ha abierto en estos días y que ha estado abierta siempre, por eso ha pasado desapercibida, sin duda es la puerta de la corrupción. Desde los últimos 20 años, a esa puerta le colocaron seguros especiales y nunca se cerró. Por eso por allí pasan entran y salen. Parece que últimamente colocaron un cerrojo tipo puertas de cantina del lejano oeste, en donde si no la empujas bien, pues no entras o no sales y de ahí que por fin ha podido ir agarrando a unos cuantos de estos ángeles otrora defensores a ultranza de este sistema de gobierno que nunca ha abierto sus puertas al entendimiento y se ha quedado allí, de puertas cerradas a la realidad de un país, a su destrucción sistemática y hacia la mirada esquiva de quienes han tenido que irse. Hoy debemos comenzar a destrancar esa gran puerta porque es necesario entrar a un mejor país y regresar hacia horizontes de puertas que se abran con realidades y valores. Podemos botar con el voto.

Rafael García González

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