La Ley de Presupuesto de la Nación refleja la indolencia del gobierno

El presupuesto público tiene un gran significado en todos los países del mundo, la principal importancia radica en qué en sí mismo refleja el nivel de compromiso del gobierno, en alcanzar mejores niveles de calidad de vida de los ciudadanos y una distribución más equitativa de los ingresos, mediante la asignación de recursos a sectores que contribuyan a tal fin.

En el caso de Venezuela, la perdida de la independencia de los poderes públicos y la politización de los procesos de toma de decisiones han causado un grave daño a la economía del país, por la utilización discrecional e eficiente de los recursos públicos que en nada ayuda a solucionar los gravísimos problemas que padece la sociedad venezolana.

El pasado 14 de diciembre la Asamblea Nacional aprobó la ley de presupuesto de la nación para el ejercicio fiscal 2024 y la Ley Especial de Endeudamiento para ese mismo período. La cifra aprobada para el presupuesto del próximo año es de poco más de 20 mil 500 millones de dólares, monto que casi duplica los 11.500 millones de dólares, asignados para el año que está por terminar.

Además de eso, se aprobó el mismo día la Ley Especial de Endeudamiento que autoriza al gobierno nacional a contraer deudas hasta por un monto de 9.502 millones de dólares, para financiar proyectos asociados al mejoramiento de los pésimos servicios públicos que hasta ahora tenemos. Todo el cálculo fue hecho en base al dólar, teniendo como referencia la tasa del BCV y a razón de 35.62 bolívares por dólar y no en función a los ingresos petroleros, como se ha hecho tradicionalmente, lo que hace presumir que el gobierno no vislumbra en el futuro cercano un incremento en la exportación petrolera.

Ahora, analizando detenidamente la distribución de los recursos presupuestarios a cada sector, y de acuerdo a las declaraciones del diputado oficialista Jesús Farias, dado que hasta el día de hoy ni el poder legislativo, ni tampoco el ejecutivo han hecho la publicación del presupuesto como lo establece la ley, vemos que de ninguna manera se persiguen objetivos concretos que impulsen el bienestar común de todos los ciudadanos.

Según Farias, el 77,4% de los recursos se destinarán a inversión social, es decir, educación, salud, vivienda y alimentación. Pero, ¿cómo pueden explicar que destinarán un dineral a salud y a educación, apenas proyectando un aumento salarial de un 10%, cuando ahora disponen del doble de los recursos que este año?.

Eso sólo puede significar dos cosas. La primera es que no les importa la gente ni sus reclamos, porque aún cuando se han producido miles de protestas de los trabajadores, jubilados y pensionados de la administración pública para exigir incrementos salariales, el gobierno no los tiene como prioridad.

Por otra parte lo prioritario parece ser la reelección de Maduro, ya que el presupuesto parece estar más encausado a los programas dirigidos por las estructuras del Psuv como los Clap y las misiones, con el fin de apuntalar su campaña presidencial con los recursos de los venezolanos.

Sin embargo lo más riesgoso de todo esto no es que Maduro gane las elecciones, porque ni con las reservas de China, Japón y Suiza levantará el 10% de intención del voto que tiene hasta ahora.

Lo que si puede ser un problema muy serio, es que de no llegarse a materializar las estimaciones de los ingresos que financien el presupuesto, se producirá un déficit que seguramente será subsanado con emisión de dinero por parte del BCV, (por eso el cálculo del presupuesto está en función a la paridad cambiaria del bolívar frente al dólar) y más impuestos para la industria y el comercio, lo que puede traducirse en cierre de empresas, pérdidas de puestos de trabajo, una inflación de más de tres dígitos y por supuesto que el 10% de aumento salarial, será más que insuficiente, para la manutención mínima de un trabajador.

En conclusión, Maduro no tiene interés alguno en brindarle soluciones a los principales problemas que afronta la sociedad venezolana, su único propósito es permanecer en el poder, aún cuando ello signifique la destrucción del país y el sufrimiento del pueblo. Nada bueno pareciera estar a salvo, mientras el siga en el poder.

Por Froilán Sánchez

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