Por estos días decembrinos vi a través de una de esas plataformas digitales de interacción, que solicitaban la colaboración para cubrir gastos médicos de un adulto mayor. Al pie de página de la fotografía de un “abuelito”, se podía leer: “Acudimos a tu buen corazón, y si puedes colaborar hazlo con dinero, compartiendo este mensaje o ayúdanos con una oración”.
Entre una veintena de respuestas y/o comentarios que leí, hubo uno que captó mi atención y que textualmente decía: “La gente agarró de moda pedir plata cuando se enferman; trabajen para que cuando les de tos, tengan para el jarabe”.
En nuestras Reflexiones en Familia de hoy, compartiremos una maravillosa porción de la palabra inspirada por Dios, que está registrada en el Libro de Mateo capítulo 25, versos del 31 al 40, y que en la versión Reina-Valera 1960, dice: «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis».
Amados, en este relato bíblico, Jesús les habla a todas aquellas personas que están dispuestas a responder ante una necesidad del prójimo. Él se identifica con los que sufren, con los rechazados y excluidos; con los pobres; pero no solamente se identifica con ellos, sino que habla y procede como los que desean ser socorridos, defendidos y conducidos ante una necesidad; y es por ello que dice: «Que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis».
Queridos amigos y hermanos, Jesucristo te quiere recordar que la caridad es una virtud que se debe cultivar en el corazón y que hay que ponerla en práctica diariamente; no copies el ejemplo de esa persona que escribió tan mal comentario en redes sociales. Cada vez que tengas la oportunidad de ayudar al prójimo, vas a sentirte más cerca de Jesús y de que haces algo especial para Él; tú estás creado para grandes cosas, estás apartado a la derecha para heredar el Reino que ya está preparado desde la fundación del mundo. No hagas que te aparten al lado izquierdo, como relatan los versículos 41 al 46 de la misma cita bíblica.
¡La caridad, tiene el poder de transformar vidas!
La ayuda que pedían para ese “abuelito” la manifestaron de tres maneras distintas: necesitaban una colaboración monetaria o que “compartieran” ese mensaje para que llegase a más personas; pero hay una tercera opción, y es que piden ayuda con una oración. Sí mis amados, una opción que tiene mucho poder; ya que cuando oramos, estamos abriendo la puerta para que nuestro Padre Eterno obre.
«Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». 1 Tesalonicenses 5:17-18 (R-V 1960).
En la Palabra se nos alienta a orar si queremos ver el mover de Dios; porque al orar, damos un paso de fe que certifica nuestra confianza y dependencia en el poder soberano de Dios, y al orar por alguien, cumplimos el mandamiento de «amar al prójimo como a ti mismo». Amados, Dios está cerca cuando lo llamamos con sinceridad.
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. 1 Juan 5:14 (R-V 1960)
¡Bendiciones infinitas para todos!