“Ande yo caliente y ríase la gente”


No creo que sea el sentido del más grande poeta del Siglo de Oro español. Luis de Góngora, pero me pareció que, poniéndole en criollo, pueda tener el propósito que quiero expresar ante el encandilamiento, y lo digo textualmente, que tienen algunos con el tipo que dice gobernar a Portuguesa. Me aferro a lo que insistía Mahatma Gandhi: “Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad, por ser tú. Nunca te disculpes por ser correcto…Si estás en lo cierto y lo sabes, que hable tu razón. Incluso si eres minoría de uno solo, la verdad sigue siendo la verdad”.
Sólo lo vemos en la rumba o en programas pagados con guiones prefabricados, para autoalabarse por su exitosa movilidad social y política, de vendedor de arepas a gobernador de un estado, como si fuese el único que ha pasado por ello. Venezuela está llena de ejemplos por lo demás decentes, de usar la política para servir y con ella, llegar a ser protagonista del país digno y democrático que nos merecemos. No es el caso de este individuo que lo que le gusta es estar montado en una tarima como si fuese Sábado Sensacional o que los focos estén sobre él para decir en su escaso arsenal de palabras, las muletillas de siempre, porque la revolución le entró a él por los bolsillos, no por su cerebro.
Salieron unas fotos por algunas redes informativas serias que, aunque eran viejas, narran el drama del Hospital Miguel Oraá de Guanare, un infierno que lleva 20 años deteriorándose, salvo los maquillajes para que algún vivo haga un negocio particular, así como lo hacen con insumos, medicamentos y hasta el suero antiofídico por cuya ausencia, se murió un niño de siete años hace pocas semanas. Los baños pueden ser arreglados o pasados por cosméticos rojos, pero el funcionamiento sigue siendo un desastre, que hasta con una patada de un familiar desesperado hace que las puertas caigan como plumas, mientras su abuelo se le muere en las manos.
La sala de partos fue mudada desde hace tiempo a las áreas de quemados que construyó Jesse Chacón para entonces, yerno del doctor Misael Abreu, que en paz descanse, con recursos de Corpoelec y que, a la muerte del galeno, dejó de funcionar. La razón por la que la mudan es porque están remodelando desde hace añales, los quirófanos y tuvieron que compartir el de obstetricia con operaciones de otras especialidades médicas. Pero, aunque convoquen a los periodistas para tratar de desmentir una realidad del tamaño del continente, la sala de partos provisional es un desastre y eso no lo pueden negar. Los fluidos corporales de las parturientas caen en unos pipotes de pintura y deben ser botados en el patio porque la sala no tiene instalaciones para ello. Además, pocas veces hay agua. El bunker oncológico no funciona. Hicieron mejoras en la planta física, pero el problema de fondo son los equipos de alta tecnología, cuyo convenio de mantenimiento con su fabricante se perdió. Tampoco hay especialistas en medicina física ni técnicos para operarlos. Los familiares deben esperar bajo matas de topochos y tienen que llevar desde colchonetas hasta los insumos necesarios para que puedan medio atender al paciente.
Y entonces de qué se jacta Primitivo Cedeño, con las rumbas de fin de año, la navidad adelantada en la carrera quinta y la expoferia en Araure, donde se derrocharon miles de dólares para que disfrute el diez por ciento del millón de habitantes que tiene Portuguesa, mientras con sólo visitar la entrada de emergencias ven en cada rostro, el fracaso de un régimen que nació sin sangre en las venas. O adentrarse en un barrio para que sienta el profundo desprecio de la cúpula roja por el soberano, porque sabe que, a pesar de las miserables bolsas, las bricmils, las UBCh y cuanta vaina inventan, cada día el rechazo por esta crisis tan profunda que siente el venezolano de a pie, que sabe que Venezuela no se está arreglando un coño, crece y exige una salida a quienes dirigen en el país, por el lado de Maduro y por el lado de la oposición.
Ya saben que las huestes de Maduro no se calan a Cabello y viceversa. Ya han probado que no llegan al millón de electores en todo el país. Amenazan, se burlan, patean la mesa, no respetan a ningún interlocutor, y a pesar de las tablas de salvación y de los puentes de plata, se pueden quedar sin el chivo y sin el mecate. Yo sigo aquí, mientras algunos colegas y medios se rinden ante el poderoso don dinero de Tivo. No importa que ande caliente y que se rían los alabarderos. IVÁN COLMENARES

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